A Kaiser Chiefs les debemos ver en un escenario adecuado a su situación, así que esperaremos hasta entonces para valorar su mano. Por el contrario, a Keane se les vio sueltos en su papel de invitados especiales y no se hundieron en las dimensiones del recinto. Pero hubo un pero, demasiados medios tiempos.
Vuelvo a repetirlo, o dotan de más vigor a su repertorio o acabaremos viéndoles convertidos en carne de cuarentones y parejitas acarameladas. Aún así saben mantener el tipo. Que U2 son el único grupo capaz de ventilarse ochenta mil entradas en apenas unas horas en nuestro país es algo que no ni siquiera puede cuestionarse. Y eso sigue sorprendiéndome, qué quieren que les diga.
Aún así, absolutamente todos sus conciertos anteriores me dejaron extasiado y convencido de que si ocupan esa posición privilegiada es porque lo merecen. En esta ocasión, pues no. Los irlandeses continúan siendo algo más que un simple grupo de rock (verles en una sala pequeña debe ser orgásmico), pero acumulan años a las espaldas y no siempre pueden estar a pleno rendimiento.
Moló escuchar “The Electric Co.” y, de nuevo, “Party Girl”, sólo que los highlights continúan siendo –esta vez sin un gran espectáculo que las ampare, de no ser por algunas proyecciones de distinto atractivo según el momento- “New Year´s Day”, “Sunday Bloody Sunday”, “Pride”, “One”, toda la ristra de piezas de “The Joshua Tree”, con “Bullet The Blue Sky” nuevamente convertida en uno de los mejores momentos de la noche.
También confirmamos otra cosa que muchos ya sabíamos: que las canciones de “All That You Can´t Live Behind” (sonaron “Beautiful Day” y “Elevation”) no merecen el protagonismo que se les dio en la gira anterior y que las de “How To Dismantle An Atomic Bomb” encajan infinitamente mejor en su repertorio (se atrevieron con un total de seis, con “Vertigo” por partida doble y con “Love And Peace Or Else” entre los momentos más musculosos del set).
Que The Edge cumplía cuarenta y cuatro años el día 8 es algo que no hacía falta recordarnos tantas veces (de hecho, lo solucionaron mejor en aquella ocasión anterior en la que hubo pastel y tal), aunque gran parte de la culpa la tuviesen esos U2heads capaces de sacar de sus casillas a cualquiera.
De todos, los momentos realmente débiles de la noche vinieron de la mano de dos de sus mejores canciones de los noventa, “The Fly” y “Zoo Station”, que sonaron difuminadas y lejos de la fuerza de antaño, y de un “Miss Sarajevo” que hizo aguas sobre todo cuando Bono intentó capear con la estrofa en italiano de Pavarotti.
Eso sí, que nadie espere que les eché en cara la carga mesiánica y políticamente correcta que nos ofrecieron aquella noche: las buenas intenciones siempre han sido moneda de cambio en el universo U2 y, aunque la idea de “coexist” pueda sonar a tópico en países como el nuestro, piensen en cómo puede sentar en algunos otros puntos por los que pasará la gira.
Grandes aún, pero no tanto como de costumbre.
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