Si el sentido común imperara en el negocio de la música, los teloneros de la sesión habrían sido los amigos Stephens y Vogel, más conocidos como Two Gallants. Por una cuestión de lógica, o porque Blitzen Trapper aportaron la única energía de la noche, los de Portland, colegas de la pareja de San Francisco, sorprendieron con su combinación de folk arrastrado y rock desatado a los que bajaban las escaleras de Jardines: “Wild Mountain Nation”, la última grabación de este sexteto merece mucho más que un “abrir la velada para”. Después, con agradable sensación inesperada, y tras unos minutos más largos de lo habitual, aparecía una de las últimas supuestas sensaciones de eso que llaman folk desinhibido: Two Gallants, que venían a presentar su recién estrenado disco, “Two Gallants”, hicieron enloquecer a los congregados, algo sensato si se piensa en la faceta más descarnada y rotunda, pero ciertamente incomprensible cuando su lado más aburrido se introduce en el escenario. Y en innumerables ocasiones, cosa que hace más sangrante aún esa desaforada comunión del público con el grupo. Lo bueno, si se puede sacar algo en claro, es que Two Gallants son capaces de mucho más, como ya demostraran en Madrid unos meses atrás. Quede sobre ellos el beneficio de la duda.
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