Fiesta de decibelios, actitud combativa y energía positiva a raudales; también un triunfo de asistencia sin paliativos, con una taquilla reventada desde hacía bastante tiempo. Asistimos a un encuentro entre la vieja guardia y las nuevas generaciones, y aunque tuviéramos la sensación de que todas las franjas de edad estuvieran representadas, la media de edad subía por encima de los 45 años. Esta noche se dejó sentir el cariño y la entrega por parte del público a los protagonistas de la noche, sin olvidarnos de los teloneros, los cuales terminaron convenciendo a un público exigente que los aupó en su parte final.
La calle Coronacón de la Virgen Blanca presentaba un aspecto excitante: gente agolpada en los alrededores de la sala y fuera de los bares aledaños, gran presencia de chupas y vestimentas roqueras varias donde predominaba la sabiduría de los veteranos y su absoluta pasión por lo que estaban a punto de presenciar. Y no solamente eso, sino toda la ceremonia que rodea tanto la previa como el concierto en sí mismo: cigarros, canutos, cervezas... Se presagiaba algo grande en el ambiente, bien secundado por una sala tan estupenda como la Jimmy Jazz, aunque quizás el poder de convocatoria que intuímos a Tropa Do Carallo podría aspirar a recintos más grandes. Aún así, no cambiaríamos por nada lo vivido en la Jimmy Jazz.
Los teloneros escogidos fueron nada menos que los oñatiarras Larru Beltzak, un quinteto de jóvenes entusiastas que cuentan con un disco grabado el año pasado. Un trabajo pleno de fuerza y buenas melodías, que presentaron de cabo a rabo en la Jimmy. Fue la suya una actuación electrizante, con grandes dosis de energía punkera motorizada y propulsada por grandes guitarrazos y actitud impulsiva en su parte final. Comenzaron decididamente con “Dena lehertu baino lehen” y “Bideojokotan”, un despliegue de coros a dos, tres y hasta cuatro voces y unas estrofas prominentes (igual que en todo el disco) que culminan en estribillos grandiosos. Este tipo de planteamiento, como comentamos antes, es el que domina el universo de Larru Beltzak.
Y en ello es esencial la voz de Naiara Urzelai, quien posee un timbre y una capacidad para la melodía fuera de lo común, lo cual, en contraste con la fuerza instrumental y apoyada constantemente por los coros, le confiere un especial encanto a la propuesta. Más temas del disco: “Bizitzaren gidoia” o “Zertarako”, la primera con una gran entrada vocal y la segunda con introducción de solo de guitarra ardiente, otro ejemplo de la energía que emana el grupo.
Hubo también tiempo para las versiones, por lo pronto “Me cansé de esperar” que conocimos por MCD hace casi 30 años, aunque sea una versión de los Ramones. La versión de los oñatiarras resulta más que convincente y le sienta tan bien a su estilo como “Malkoak”, una de las canciones más rápidas de Negu Gorriak. Entre medias, “Erretzen nau”, donde en la grabación Naiara cede puntualmente protagonismo a la voz de Pottoko, de Never Surrender, aunque aquí la afrontara ella sola. También cayeron otras tres versiones de algunos de los ex-grupos de los componentes de Larru Beltzak. De Golpe de estado oimos “Pentsamendu bakarra”, de Sospechosos “Bide ertzean” y la tercera fue“Mundu zoragarria” de CC627.
“Ehortzi nahi nauzue” es otro ejemplo de vibraciones triunfantes y quizás la más limpia exhibición de Naiara, quien despliega una sentida melodía en buena parte de ella. “Nork epaituko du epailea?” despliega las mismas virtudes combinadas con una mayor fuerza y mala hostia. El tema en cuestión es una estupenda lección de como construir melodías desde varios frentes, en una serie de estrofas variadas que maravillan a la primera escucha.
En la recta final, “Bizitza luze bat”, agresiva y rasposa como lo harían Keike hasta que el estribillo aporta las dosis de melodía tan característica suya. Salieron con un único bis, un tema nuevo llamado “Merezi du” que apunta en su dirección más agresiva. El público, que fue tomando posiciones y llenando la parte delantera hacia mitad de concierto, terminó en lo más alto para regocijo del grupo, y constatamos la gran presencia femenina en las primeras filas durante los últimos seis o siete temas. Un grupo este a tener muy en cuenta, que fue creciendo tema a tema en los cincuenta minutos que duró el concierto y que desde aquí recomendamos encarecidamente.
Poco más de veinte minutos después saltaban Tropa Do Carallo. La expectación era enorme y se notó de principio a fin. Y cuando salió Evaristo a completar el quinteto, se desencadenó un auténtico ejercicio de rock and roll que disparó 34 veces en poco más de hora y cuarto. Igual que con los teloneros, asistimos a un repaso integral del disco, además de temas de La Polla Records, The Kagas y de The Meas. La sala fue un hervidero ya desde el primer tema, y es que había ganas de ver en directo a Tropa Do Carallo después de los shows multitudinarios de la gran despedida de La Polla Records.
Empezaron imitando el disco con “Vente a la mierda” y “O esclavos”, un comienzo triunfal y estimulante, para saltar con la primera de La Polla, nada menos que “Delincuencia”, para regocijo de todos los presentes. Caerían un total de 13 temas de La Polla, cuatro de los cuales fueron del último disco, tres del primero y otros tantos del “Toda la puta vida igual”. Asimismo, cayó un tema del “No somos nada”, otra de “Donde se habla”, y de “Hoy es el futuro” también solo una, ya que no tocaron “Johnny”. El repertorio lo completaron con dos canciones de The Kagas y una de The Meas. El track list fue, por tanto, casi idéntico al que manejaban en el local de ensayo a principios de año, con la inclusión de “El avestruz” y la exclusión del mencionado “Johnny”. “Del repertorio de Gatillazo, obviamente no tocaremos ninguna” nos dijo Evaristo en la entrevista de enero. En el momento de escribir esta crónica, desconocemos aún los motivos exactos.
Una de las cosas que más nos llamó la atención, aparte del liderazgo indiscutible de Evaristo y la convicción en su proyecto, fue la puesta en escena y la disposición de los músicos. A todos ellos los notamos gozar en prácticamente todo el show, pero es que hay más: la incorporación de Kako (de Disturbio), que ya había metido segundas guitarras en el disco (y que ya estaba plenamente integrado en el grupo a principios de año, y aunque no saliera en las fotos de promoción, sí que salió en las fotos que hicimos al grupo en el local de ensayo) aporta una cantidad de matices al sonido que lo amplifica de manera considerable. Nos tocó estar enfrente suyo y así pudimos comprobar una a una la cantidad de notas, detalles y guitarrazos que iba aportando al conjunto.
El grupo despliega un tipo de temas que se salen un poco del estilo que hasta ahora ha practicado Evaristo, en los cuales imprime un tono de voz más bajo que le sienta de maravilla a la vez que le permite cuidar la voz para afrontar las 16 canciones de La Polla, The Kagas y de The Meas. Hay una buena dosis rock and rollera llena de tonalidades en el nuevo grupo, aunque sigan allí Evaristo, Abel (bajo) y Tripi (batería). El primero de ellos, junto al guitarrista Alberto, quizás sean los principales culpables del salto estilístico acometido por el cuarteto (ya quinteto). Estos cinco músicos escupen fuego y grandes dosis de compenetración. No olvidemos, por si acaso, que son los mismos cinco de los últimos La Polla Records, que se despidieron en diciembre del año pasado.
Sigamos con el concierto: “Un cigarrito para Humphrey Bogart” es un grandísimo ejemplo de lo bien que le sientan a Evaristo este tipo de temas, además de confirmar lo envolvente de las guitarras, que van creciendo en escalas buscando un equilibrio hasta arremeter con pequeñas explosiones atómicas que engrandecen sus surcos. El juego de intensidades es espectacular, y la contraprogramación de temas viejos de La Polla como -esta vez- “Maigenerasion” logra resultados bien estudiados: mantener contento al público con clásicos imperecederos que dan variedad al generoso repertorio.
Saltamos así a “Sálvame patata” y “Por cojones”, temazos con grandes estribillos, el Pollero “Igual para todos” y uno de los temas estrella del nuevo disco: “Gloria charolina”, con el grave tono de Evaristo, las guitarras juguetonas, la batería/tanque del Tripi y el bajo penetrante de Abel. Las partes instrumentales y los cambios de velocidades también aportan atractivo al grupo. Evaristo elogió al productor del disco, Javi San Martín, pero en la entrevista también tuvo palabras para el otro Javi (Arteaga creemos que se apellida), quien “masterizó el disco, a su manera. No quería hacer un pedazo de pepino tirando a rock duro, sino como un poco más antiguo. Unas movidas de su cabeza, que yo sigo sin entender, pero yo creo que lo dejó guapeado. Cuando trajo la versión definitiva todos dijimos: ¡¡bien!! Quedamos a gusto con el sonido”.
“Tú alucinas” de La Polla revolucionó el gallinero en uno de los momentos más enérgicos de la noche, ampliada con “Bad Religion” de The Kagas y rematada por uno de los dos temas que cantan en galego: “Ceibe”. Tras estos doce primeros temas hubo un pequeño parón para arrancar con otra docena, tan gloriosa como la anterior. “Inmortal podrido” suena a The Who al principio, y a un ejercicio de buen gusto rocanrolero después, con un Evaristo comedido, esperando quizás al exigente estribillo. Sobre el tono de voz de los temas nuevos nos contó Evaristo: “Yo sin darme cuenta en Gatillazo había ido como bajando los tonos porque te haces viejo o algo así, y canciones que me cantaba con el cigarro tragando el humo y saltando a la vez, ahora no podía hacerlas ni quieto. El dubi dubi dubi de “Porno en acción”, eso yo me acuerdo que la cantaba con el cigarro en la boca y pegando botes, pero ya con 50 y muchos años no se podía”.
“Eutanasia” de La Polla también fue muy celebrada, no digamos ya “Así kaska la vaska”. Y, rematando los mejores momentos del concierto, la divertida y coreable “Por lo tonto” y la gloriosa “7000 millones de personas no pueden un rancho en California”, una de las joyas de la corona. ”Underdog” de The Kagas se prestó, qué duda cabe, a los puños en alto y gritos desde las entrañas. “Violencia”, de los últimos La Polla, mantuvo esos parámetros con uno de los estribillos más gloriosos de la carrera de Evaristo. “Anda a hacer hostias” y su inmortal estribillo tuvo el viejo “A tu lado” como continuador, siguiendo con “Balada por ti mismo” (quizás la única prescindible) y un “Solo para españoles” absolutamente demoledor con el que tuvieron al público a sus pies. Y el clásico “Odio a los partidos” dejó el pabellón tan alto que si el concierto se hubiera terminado en ese momento hubiera sido glorioso.
El tema veinticuatro, como explicamos más arriba, trajo el segundo descanso, esta vez bastante más largo, y es que no era para menos después de la tralla que llevaban. A partir de ahí hubo cierto bajón, y notabamos a Evaristo algo cansado de ahí en adelante. Quizás el repertorio sufrió lo que podríamos llamar ralentización, con “Pálidos”, una “Punkyfer” a la que no sacaron todo su jugo, lo mismo que “Perros de prensa” de The Meas, aunque a partir de aquí el bajón fue más relativo.
Lo cierto es que ante un pepinazo como “Simios en armas” poca gente pude estarse quieta, y “Para que no (me) olvides” se deja querer por su gancho. Ya en la recta final, en el otro tema en galego, “Fora da terra”, casi un medio tiempo que crece por momentos, nos sorprendió Kako golpeando su guitarra al ritmo de los compases. Una tríada pollera para incendiar el garito a cargo de “Qué turururu”, explosión colectica con “El avestruz” y por último “Hoy vamos a explicar la palabra feo”, para finiquitar el concierto con la espectacular “Obediencia”, un auténtico himno de dos minutos, acertadamente seleccionado para despedir el bolo. Los vasos volaban para susto de los fotógrafos y el público ardía en deseos de más temas, que no llegaron.
Evaristo se comportó como un señor saludando y dando la mano uno a uno a todos los de primera fila, igual que en todo el concierto. Hasta se puso una txapela que le lanzaron desde el público. Fue un auténtico privilegio contemplar pegados a la primera fila a los cinco músicos, a pocos centímetros, y poder participar en esta comunión arrebatadora pero pacífica por parte del público. A este respecto, hubo pogo y algunos empujones, algo inevitable pero siempre dentro de un código de respeto y fraternidad, al menos en nuestra zona. Tropa Do Carallo ya ha arrancado su gira, la cual promete muchos triunfos a tenor de lo observado en la Jimmy Jazz. Este es el despegue de un grupo que puede llegar muy alto.
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