A la entrada ni se calentaba panceta para los bocatas, el ambiente estaba en Liverpool. En la sala dos centenas de personas se juntaban por el frío y la emoción, pero el concierto tampoco subió mucho más la temperatura. Todo le quedó grande al monstruo de las galletas. La Riviera pocas veces ha estado tan vacía. El desaguisado comenzó con “In The Air Tonight” de Phil Collins como intro al primer tema de Tricky; vivir para ver. Los músicos eran, futbolísticamente hablando, una banda. Y Francesca, la voz femenina que ahora sustituye a Martina, tuvo que llevar todo el peso sin dejar de mover las caderas dentro de su chándal. A la segunda canción hubo un parón para quedarse en silencio y remontar con “The Love Cats”. Tan sólo los cortes escogidos del primigenio “Maxinquaye” (“Overcome”, “Black Steel”, “Pumkin”) dieron muestra del talento que conserva el de Bristol. Movió la fregona en su cabeza, maltrató el micro, pero a los cuarenta y cinco minutos se marchó sin sudar y enfadado por el sonido. Volvió para acabar un concierto de hora y cuarto y ni remató sus mejores temas ni supo presentar el nuevo “Knowle West Boy”. Y al final lo mismo que en Anfield, cuando acababa el partido llegó el gol: Tricky bajó del escenario, atravesó la sala besando y abrazando al público y apoyado en la barra de las palmeras pidió una copa. Mejor dejémoslo en empate y esperemos al partido de vuelta.
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