Epifanía del ruido

Un grupo emergente y una banda consolidada. Cada uno en su rol, Copa Turbo y Triángulo de Amor Bizarro protagonizaron el viernes una cita que constató la excelente salud y vitalidad de la música de guitarras hecha en Galicia. Aunque, a priori, el plato fuerte de la noche fuese la presentación en directo de “SED” (Mushroom Pillow, 2023), última entrega de estudio de la banda de Boiro; Copa Turbo no se resignaron a pasar desapercibidos y desplegaron su arsenal de krautrock, melodías enfermizas y carisma desbordante para acaparar todas las miradas en su papel como teloneros.

Con un set centrado en los temas de su único disco hasta el momento, “Lo vi dos veces” (Ferror Records, 23), el suyo fue un concierto inapelable, que refrenda esa aura que portan como futura sensación de la escena gallega. Porque no hay argumentos que puedan rebatir la potencia con la que sobre las tablas resuenan canciones como “As únicas verdades absolutas son as das esquelas”. Cuarenta y cinco minutos fueron suficientes -y escasos a la vez- para justificar su elección como teloneros de Triángulo de Amor Bizarro, a los que cómicamente presentaron como "Cuadrado de Odio Normal". Para despedirse, tocaron “SDR” y “Me dijo que quemara cosas”: más riffs retorcidos, contorsiones sobre el escenario y un sonido apisonador.

Convertida la sala en un templo para el ruido y la distorsión, llegaba la hora de la actuación principal. Contrariamente a lo que cabría esperar de un grupo inmerso en la presentación de nuevo material, el arranque del concierto de Triángulo de Amor Bizarro se centró en la discografía más añeja de la banda. Así, sonaron “Robo tu tiempo”, “Mal como efecto de mala voluntad”, “El fantasma de la transición” o “Amigos del género humano” antes que cualquier tema de “SED”. “Cómprate un yate” abrió la veda de las canciones nuevas que, lejos de monopolizar el espectáculo, compartieron espacio con otros temas rescatados de la inmaculada trayectoria del grupo desde su debut hace ya más de quince años. Caminaron de esta forma de la mano el pop hipnótico (“La espectadora”, “Canción de muerte del pez dorado”), la furia guitarrera (“Ruptura”, Canción de la fama) y juegos con los sintetizadores como el de “Estrella solitaria”.

Llegado el tramo final del concierto, el cuarteto decidió ir un paso más allá y, tras despedirse de las lentas con la preciosa “ASMR para ti”, pisaron el pedal a fondo a base de hits. Un póker de ases (“Estrellas místicas”, “Barca quemada”, “Vigilantes del espejo” y “De la monarquía la criptocracia”) puso el broche a un concierto redondo, con un público entregado a un pogo multitudinario y a la celebración del excelente estado de forma de una banda referencial en la historia de la música gallega contemporánea.