Hay que rendirse ante lo evidente; actualmente un concierto de Tool es una experiencia irrepetible. Una prueba de ello es el lleno que ha conseguido el grupo estadounidense en los dos conciertos más recientes que ha ofrecido en la capital en apenas cinco meses. El pasado sábado aparecieron nuevamente en escena de una forma sencilla, a excepción de Maynard que nos sorprendía para la ocasión cantando con máscara anti-gas incluida, para ofrecer un repertorio que repasaba las mejores canciones de su discografía. A medida que pasaban los minutos y mientras sonaban “Stinkfist”, “Schism” o “Sober”, luces, pantallas y decorados basados en el concepto de su último disco “10000 Days”, conseguían hipnotizarnos de una manera extraordinaria. Tal fue la sensación que en los momentos finales La Cubierta parecía convertirse en una gran discoteca del metal gracias a las ingentes cantidades de humo y rayos láser que sobrevolaban nuestras cabezas. Sobre las limitaciones acústicas de la plaza de toros los que seguramente menos querrán acordarse serán Mastodon, que aunque cumplieron con su trabajo de teloneros demostrando una calidad técnica envidiable, no consiguieron salvar tan emborronado sonido. Es de lógica pensar en una revancha y esperar a que el grupo de Atlanta nos visite próximamente para quitarse dicha espinita y restregarnos nuevamente en la cara trallazos como “Blood & Hunter” o “Crystal Skull”.
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