Un paseo por el parque
ConciertosTomavistas Festival

Un paseo por el parque

8 / 10
JC Peña — 26-06-2023
Empresa — Tomavistas
Fecha — 24 junio, 2023
Sala — Parque Enrique Tierno Galván, Madrid
Fotografía — María Alfonso Gallego

El festival madrileño recuperó su irreemplazable ubicación original en una plácida séptima edición que ponía el foco en el talento nacional de distintas generaciones. También hubo incorporaciones internacionales de peso como las bandas británicas The Vaccines, Ladytron y Metronomy o los parisinos La Femme.

Puede que el cartel no fuera tan ambicioso como el del año pasado, pero todo discurrió como la seda gracias a un público muy relajado, un tiempo ya veraniego -sin tormentas apocalípticas pero, ay, con un sol de justicia- y bastante más volumen que en la accidentada edición anterior. Más de treinta artistas se dieron cita con un público familiar que, disfrutando de un cartel manejable muy en los confines del indie rock de guitarras y con incursiones electrónicas, agradeció mucho la vuelta a la ubicación que ha hecho de Tomavistas lo que es.

Un gustazo volver a pasear bajo el espeso arbolado del parque Enrique Tierno Galván junto al Planetario, y llegar al anfiteatro que se ha convertido en algo así como su seña de identidad, en una de las zonas más agradables y verdes de la ciudad, perfectamente comunicada. Tomavistas ya es sinónimo de festival cómodo y abarcable, con un carácter familiar que también marca los estupendos horarios y la presencia nutrida de chavales y carritos de bebés. Los dos escenarios principales no se solaparon, lo cual siempre se agradece para no tener que tomar decisiones difíciles o ir corriendo de un sitio a otro. Tampoco es tan problema, porque las distancias son perfectamente asumibles. Por poner algún pero, la oferta gastronómica de food trucks se hizo algo más limitada que en otras ocasiones.

En cualquier caso, los asistentes se reencontraron con el entorno verde y el anfiteatro el jueves, jornada en la que actuaban exclusivamente artistas nacionales. El hecho de que uno de los escenarios (el mediano) se emplazara en la grada derecha del anfiteatro, no supuso problema. Todo era cuestión, pues, de disfrutar de la música mientras el sol se iba poniendo en este pintoresco punto de Madrid.

Niña Polaca

Menta se encargaron de inaugurar el festival en el Escenario 3, y le pusieron solidez e intensidad. Le llegó el turno después al flamenco electrónico y apasionado de Queralt Lahoz y el pop descarado de la banda femenina Shego, que confesaron su sorpresa ante la buena asistencia a su concierto. Fue una jornada de música pop fundamentalmente festiva, como demostraron los conciertos de la banda alicantino-madrileña Niña Polaca, que inauguraron el escenario grande con su pop eufórico, y Ginebras. Las madrileñas salieron con muchas ganas de divertirse (como siempre) y aunque no disfrutaron del mejor sonido del mundo, se empeñaron en dejar atrás malas vibraciones, congregando a un imponente número de fans delante de su montaña rusa escénica y las canciones luminosas de su reciente¿Quién es Billie Max”?.

Mucho hablamos de luz, pero según caía el sol, Depresión Sonora en formato trío desplegaron también el jueves su arsenal de canciones deudoras del gótico ochentero (con los clásicos Sisters of Mercy a la cabeza) y la dark wave bailable, con letras sin concesiones, tablas y mucho poder de persuasión. Un afable Marcos Crespo salió con camiseta de Nirvana y lo dio todo presentandoEl arte de morir muy despacio”. Para mí, una de las sorpresas más gratas del festival: sin luz no habría oscuridad.

Carlangas convenció en su etapa post Novedades Carminha con su propuesta más abierta, pero igualmente centrada en hacer disfrutar y bailar al personal. Y La La Love You celebraron una trayectoria que se remonta ya un tiempo y que demuestra que a veces la persistencia permite recoger los frutos. Los de Subterfuge están ya en esa liga que les permite apuntar al WiZink (como recordaron Ginebras), e hicieron disfrutar al público con himnos de humor simpático como “Todo mal” de su reciente “Blockbuster”.

El viernes fue un día de contrastes. Aunque les faltó algo de volumen, los madrileños Parquesvr tiraron del santo y seña de su sarcasmo y la pegada, intentando amenizar la solanera que caía a esas horas a los que se acercaron a verles. Que disfrutaron de lo lindo con hits como “Tom Petty”, “Almodóvor Amenábor” -cumbre hilarante del evento- o el corrosivo manifiesto contra los pedantes de “¿Debo leer a Baudelaire?”. Justo después y en el mismo escenario Perro dieron otra lección de personalidad y electricidad, así, como quien no quiere la cosa, con sus dos baterías perfectamente sincronizadas, demostrando que son uno de los grupos más singulares del país, aunque muchos no se enteren.

Les sucede algo parecido, aunque con mucho mayor reconocimiento, a Triángulo de Amor Bizarro, que estuvieron como acostumbran: es decir, soberbios. Acompañados por un buen sonido y el volumen que requiere su puesta en escena, presentaron su recién salido nuevo álbum “SED”, intercalando clásicos de su repertorio, sobre todo en una parte final que inspiró todo un pogo. Asombra que los gallegos sigan manteniendo la tensión y la exigencia a estas alturas de la película, pero ¿hay otra manera de hacerlo?

En el escenario 2 a los correctos neerlandeses Pip Blom les sucedieron los barceloneses Mujeres, cuya sucesión de canciones festivas de pop guitarrero sin complicaciones dejó el buen sabor de boca habitual al numeroso público que se dio cita para verles, que coreó sus estribillos con todo. Acaban de sacar el segundo adelanto del que será nuevo disco, “No puedo más”, y era la ocasión ideal de presentarlo.

The Vaccines

La calurosa tarde se iba a ir refrescando con The Vaccines, que nos regalaron un concierto impecable, para bien y para no tan bien. Los londinenses tienen canciones bastante redondas (sobre todo las de su primera etapa), aunque les sobra corrección, y a estas alturas no tienen ninguna intención de complicarse la vida. Tampoco se les puede pedir más.

Con la caída del sol el ambiente se iba a sofisticar decididamente. Primero con los franceses de La Femme, cuya inclasificable propuesta dejó ganas de más. Uniformados y muy engrasados instrumentalmente y con las voces, empezaron como una versión modernizada del pop francés sesentero de la escuela Gainsbourg, para ir ganando en ritmo y espíritu canalla. La guinda la puso el show de La Casa Azul, con su despliegue de indie pop electrónico y futurista con estribillos que pusieron a corear al recinto y una puesta en escena casi inédita por estos pagos. Todo el mérito del mundo para un Guille Milkyway y los suyos, empeñados en depurar cada vez más su utopía de disco pop electrónico.

Y llegamos al sábado, que arrancó en horario matinal con Dani y La Bien Querida. La Paloma tuvieron ocasión de mostrar las virtudes de su debut (que es tanto como decir de su excelente directo) ante un público tan entregado como desesperado por encontrar un palmo de sombra bajo la severa canícula del principio del verano. Los chavales se lo agradecieron dando uno de los conciertos del festival, con un derroche de tablas, intensidad y carisma escénico, desde un clasicismo bien entendido.

No favoreció a Allah-Las haber tenido al grupo español de precedente, aunque bien mirado el rock lisérgico vintage de medios tiempos de los californianos era el indicado para tratar de pasar el calor que se cernía sobre el parque de una forma amena. Blanco Palamera no tuvieron problema en desplegar sus melodías pop ante los valientes congregados bajo el sol de justicia. Cala Vento se empezaron a beneficiar de un ambiente un poco menos tórrido, aunque ellos pusieron lo suyo para caldear el escenario principal. Resulta sorprendente la potencia y energía sincronizada que dos tipos con una guitarra, una batería y sendas voces pueden desplegar, pero con ellos ya se sabe. La aparición sorpresa de Elena Yawners acompañándoles con la guitarra en una canción fue justo lo que faltaba para redondear su set.

Los Punstes - Foto de Óscar L Tejeda (cedida por la organización)

Con una Ariadna imperial ataviada con un barroco tocado con los colores de la bandera de España, Los Punsetes estuvieron inmensos, como casi siempre. Y es que resulta difícil que fallen a poco que le pongan un poco de colmillo y pasión a hits con la carga de profundidad de “Vas hablando mal de mí”, “¡Viva!” o la reciente y cuasi progresiva “Ocultismo”.

Sidonie hicieron justo lo que saben hacer y lo que se espera de ellos con la solvencia acostumbrada. El generoso repaso a su discografía podría condensarse en el vitalismo contagioso y el estribillo brillante de su nuevo single “Cedé”, que no sólo interpretaron, sino que sonó al final mientras saludaban al respetable después de haber disfrutado mucho en comunión con himnos de su repertorio de pop inteligente y extrovertido como “Me llamo Abba”, “El bosque” o “Estáis aquí”.

Desde Liverpool, Ladytron pusieron el foco en el pop sintético con trazas psicodélicas de su último y estimable disco, con paradas en algunos puntos fuertes de su respetable discografía, aunque a su actuación se le pegó el hieratismo algo frío de sus voces y su sonido. Y en el escenario principal, sus compatriotas Metronomy se encargaron de cerrar la fiesta presentando su último disco “Small World”, en el que profundizan en esa elegante, cálida y depurada variedad de registros bajo el paraguas del pop, su principal virtud.

El balance fue, de nuevo, claramente positivo: he aquí un festival que se olvida de complicaciones y renuncia al gigantismo para ir a lo esencial, en un entorno acogedor y sin mayores historias. Ya esperamos el próximo.

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