Lo bueno de ser una banda atemporal y no estar sujeta a ningún movimiento o moda pasajera es que da igual que acabes de empezar o lleves 30 años, solo suenas a ti mismo y se puede disfrutar igual a cualquier edad. Es lo que pasa con Tindersticks, la banda de Stuart Staples, que cerró ayer, derrochando clase una vez más, en Madrid, a la vez que abría la programación del Inverfest, su gira especial sobre sus tres décadas de existencia.
Eso sí, esta mini gira ibérica, con seis paradas en España y una en Portugal se ha centrado más en la segunda parte de la banda, en los discos que ha creado la formación actual con Staples, David Boulter, Neil Fraser, Dan McKinna y Earl Harvin. Es más se podría decir que han utilizado estos conciertos para presenciar como es debido por estos lares el notable "No Treasure But Hope", su disco de 2019, al que le pilló la pandemia del COVID 19, lo que llevaría a la grabación de "Distractions" en 2021, un disco que han obviado totalmente en esta gira.
Ya me había dicho Staples en la entrevista que le hice un par de semanas antes de que empezara esta gira que lo que habían logrado en este segundo periodo de la banda, había sido "tan satisfactorio, o puede que más, que el primero, y realmente no lo esperaba". Así que es normal que discos como “The Something Rain” o “The Waiting Room” fueran los más visitados tras el mencionado “No Treasure But Hope”(19). El caso es que el concierto comenzó con una canción que grabaron por las mismas fechas que ese disco, la delicada "Willow", que utilizaron para una de sus bandas sonoras para Claire Denis.
Tras ese inicio no hubo muchas concesiones, tocando algunos de sus temas más tranquilos y letárgicos de su repertorio. Era evidente que el Price era el sitio para esta banda, un sonido perfecto que resaltaba la enorme clase que siempre derrochan los autores de "City Sickness". Pero todavía faltaba algo, y ese algo llegó con la maravillosa "Pinky In The Daylight", una de sus canciones más cálidas y soleadas, con cierta sonoridad mediterránea y una melodía preciosa. A partir de aquí el concierto encadenó varios momentos álgidos, como la acertada versión del “Johnny Guitar" de Peggy Lee, la atrevida "See My Girls" y la colosal "The Amputees".
La intensidad subió, y mucho, con "Say Goodbye To The City", donde en vez de duelo de vientos, hubo intercambio de guitarrazos entre Staples y la Les Paul dorada de Fraser, esa misma intensidad siguió en la canción mejor recibida de toda la noche, la hipnótica "Show Me Everything", que fue subiendo como la espuma entre el inquietante riff de Fraser, la lograda línea de bajo de McKinna, los coros, las teclas de Boulter y la increíble voz de Staples. Uno de los grandes momentos del concierto.
Luego el cantante se despidió de un público que no quería saber nada de despedidas, aunque dejando claro que estaba abierto a negociación con la platea. La encargada de cerrar la actuación antes de los bises fue la hermosa "For The Beauty", construida sobre una maravillosa línea de piano de Dan McKinna, a la que, poco a poco, se va uniendo el resto de la banda. Ovación cerrada para unos Tindersticks que volvieron poco después para entregar una estupenda traca final que se abrió con la aflamencada "Her" de su primer disco, una de las pocas concesiones que hicieron a su primera etapa, luego sonó una de las melodías más pop y perfectas de su trayectoria, la brillante "Harmony Around My Table", que siempre me recuerda a las estrofas del "Kids In America" de Kim Wilde. Es su particular "Jersey Girl", el momento en el que esta exquisita banda se permite unos "la, la, las" como Dios manda.
Con el público ya entregado, Staples y los suyos decidieron hacernos el mejor regalo posible, la interpretación de la redonda "Tiny Tears", una de las mejores canciones (¿la mejor?) de su carrera y uno de los muchos puntos fuertes de su excelente segundo trabajo, publicado en el ya lejano 1995. No hay cuerdas pero sí mucha emotividad, es difícil describir la magia que conjuran con esta canción, pero es de esas que justifica el precio de una entrada. Para el final, ahora ya sí en el repertorio que tenían preparado, dejan otra de las grandes canciones del notable “No Treasure But Hope”, la comunal "Take Care in Your Dreams", compuesta, algo poco habitual, por cuatro de los miembros de la banda, Staples, McKinna, Boulter y Fraser, que termina dejando un magnífico sabor de boca.
Puede que no fuera el mejor resumen de su carrera pero cuando uno va a ver una banda como esta, tiene que aceptar las condiciones y dejarse llevar por donde quieran llevarte. Después de tantos años todos sus seguidores sabemos a la perfección que la confianza depositada en ellos siempre compensa y que la química sigue funcionando a la perfección. Brindemos por otros 30 años a este nivel.
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