Tras más de un cuarto de siglo programando, y cuando ya no parecía posible subir más escalones, para esta edición el Blues i Ritmes ha puesto el listón tan alto que para la siguiente ya pueden empezar a calentarse los cascos para, como mínimo, igualar esta. Cada vez son más eclécticos, aquí ya cabe de todo, del flamenco al blues tuareg de Tinariwen, pasando por los conocidos sonidos de raíces americanos que les han caracterizado.
De Alba Molina rescatando el repertorio de Lole y Manuel pasando por Alejandro Escovedo como oportuno cierre, el experimento de Rosie Flores con Mario Cobo y la Barcelona Big Band (y el acierto de programarlo gratis), o un músico como de otra época con Dom Flemons que iba acompañado de Kaia Kater. Y luego Tinariwen, que son un mundo aparte. Con ellos vas a vivir una experiencia única. Empezando por su imagen, el concepto de una música que consigue lo que se propone: que tu mente no pare de viajar en un trayecto tanto geográfico como interior. Tan hipnóticos como siempre, con las percusiones (con dos sets diferentes) y las guitarras como secuenciadores de la mística, Tinariwen irradian carisma (Abdallah Ag Allhousseyni es el líder espiritual), simpatía y, conforme pasa el tiempo, se vuelven más intensos y eléctricos, como bien demuestra “Tamalant Tiley”.
Además, Tinariwen ya no son esa extraña excentricidad de antaño, sino que su propuesta se acepta con normalidad y veneración, arrancando aplausos e incluso sonrisas de complicidad. Están en permanente estado de trance, juegan con la melancolía y su lenguaje es ya tan universal como otros más cercanos. Graban en el desierto de Joshua Tree (su última apuesta discográfica es "Elwan"), han contado con invitados como Mark Lanegan o Kurt Vile y suelen agotar entradas en sus actuaciones. Y esta cita no fue una excepción, y es lógico, porque tanto su música como su causa son especiales.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.