Como si estuviéramos en una discoteca de las de antes, se activó una máquina de humo que nos dejó medio ciegos, ambientando de nebulosa la atmósfera del Dabadaba. El oscuro vapor se empezó a dispersar poco a poco y el horizonte se abrió de par en par. Nuestros ojos empezaron a recomponerse de la bruma y subían al escenario cuatro músicos de Manchester (tres chicos y una chica a la batería) vestidos de riguroso negro, peinados psycobilly y caras pálidas. A primera vista, The Underground Youth (foto encabezado e inferior) se diría que gastan una apesadumbrada pose post-punk muy acorde con la ciudad industrial que vio nacer a Joy Division. Sin embargo, sería demasiado reduccionista (y tremendamente injusto) que valorásemos al grupo como un eslabón más de una cadena industrial que no ha parado de reproducir bandas en los últimos años. Son los primeros que aseguran tocar diferentes palos, aunque con canciones como "In the dark side" o "Morning Sun" parece que hayan hecho un pacto con el diablo.
A veces, es verdad, suenan a Joy Division (el bajo sonaba altísimo), otras a Brian Jonestown Masacre ("Heart on a Chain") e incluso invocan a Nick Cave o a unos The Cramps en plan góticos ("The Rules of Distraction"). Todas estas influencias pueden comprobarse en su fecunda discografía (desde "Mademoiselle", en 2010, no han parado de publicar LPs, EPs y singles), aunque en directo son aún más intensos, directos e hipnóticos. Ganan puntos.
Una proyecciones en blanco y negro con imágenes de Natasha Kinski en "Paris, Texas" y Anna Karina acompañaban perfectamente sus canciones. La batería, Olya, aporreaba los tambores puesta en pie con ritmos marciales en un guiño que recordaba a los primeros tiempos de The Jesus and Mary Chain. Y los otros chicos, serios y taciturnos, de vez en cuando nos obsequiaban con algunas poses de rock star con sus bajos y guitarras apuntando al techo. Su cantante e ideólogo, Craig, no dijo ni mu en todo el show pero no dudó en colocar el micrófono en mitad de la sala y despedirse cantando entre el público. Fue un gran show.
La noche que la promotora Ayo Silver! había preparado para celebrar el segundo aniversario del Dabadaba estaba llena de claroscuros y tantas paletas de colores como caben en un arcoíris. La psicodelia suele ser el hilo conductor de muchos de sus conciertos y antes de acabar fundiéndonos a todos con el negro carbón de The Underground Youth, la velada había arrancado con el alegre y vitalista pop de los madrileños Baywaves (foto superior). Salieron al escenario hacia las 21:30 y pese a su insultante juventud parece que llevan tocando un porrón de años, dando lustre a unas canciones que se mueven entre el indie y los flirteos psicodélicos de bandas contemporáneas. En 2015 fueron una de las revelaciones de la escena independiente madrileña. Visto lo visto, se lo tienen merecido.
Cuesta un poco más adentrarse en la madeja psicodélica de los chilenos residentes en Berlín, Chicos de Nazca (inferior). Como Baywaves, también tienen veintipocos años, pero su propuesta exige un oyente proactivo para poder disfrutar de lleno de sus largas composiciones, letanías del desierto chileno que con la predisposición adecuada seguro que acaban incrustándose en tu cerebro.
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