Entre pildorazos de grunge , punk y dosis de rock lisérgico oficiaron los donostiarras LUMA potente dúo de batería y guitarra que se atrevieron a abrir para los irlandeses . Incluso tuvieron el atrevimiento de mediantes bases pregrabadas cubrir el show de capas electrónicas que se enfrentaban al minimalismo orgánico del dúo de guitarra batería, asombrosa esta en sus desarrollos. Un calentamiento que sorprendió a la numerosa parroquia que iba llenando el Antzoki para la descarga de The Strypes.
Y no lo negaremos, la irrupción de los jovencísimos The Strypes supuso uno de esos momentos en los que crees que aún hay futuro para el rock & roll de vieja escuela. La primera rodaja de los irlandeses les emparentaba no solo con los padres de la historia (Waters, Wolf, Berry, Didley) sino con los que primero fagocitaron el invento, los integrantes de la denominada British Invasion, así como los que tomaron el relevo desde los pubs en la siguiente década.
En concreto su disco de debut "Snapshot" (2013) recogía dos de los números del Malpractice, tercer disco de Dr. Feelgood, su sonido y energía anfetáminica bebían directamente de aquellos, actualizando su sonido. Y todo ello se pudo comprobar a su paso por la carpa cubierta del Azkena Rock en el 2014, cuando dejaron grandes vibraciones ante un público que acudió a verificar si aquella banda de chavales con acné era capaz de reproducir los sonidos de sus mayores.
Se convirtieron con un solo disco en referencia y plato para ser degustado en los próximos años. Sin embargo con su segundo disco "Little Victories" (2015) la nave dio un giro de 360º abrazando la modernidad, los sonidos del brit pop, envolviendo su sonido de capas instrumentales y arreglos que los emparentan con los también precoces Arctic Monkeys. Quedaba pues la duda de escuchar ese segundo trabajo en directo y ver que parte de la balanza pesaba más.
Ante un expectante Antzoki abrieron con "Mystery Man", con los trallazos de la guitarra de Mc Clorey, heredera de Wilko Johnoson, y la base rítmica formada por Pete O'Hanlon (Bajo) y Evan Walsh (Batería) llevando el convoy como una locomotora, otra de las marcas de la casa y pieza clave en la energética puesta en escena del cuarteto. Para pasar de inmediato con "Get Into It" a su versión más orientada a la pista de baile, que sin embargo en directo con la sola presencia de tres instrumentos no llega a estomacar. Otras paradas en su reválida como "Three Streets and a Village Green", "Eighty Four" o "Now She’s Gone" no acaban de hacer saltar la chispa en directo, seguramente porque simplemente no son temas tan atractivos como los de su primera rodaja. "Cruel Brunette" o "Queen of the Half Crown" si que pellizcan más, la primera con vibrantes guitarras y complejo desarrollo de estructura y la segunda una versión atemperada de sus trallazos iniciáticos.
Solventado el hieratismo de su cantante Ross Farrelly , parapetado tras sus gafas y pose desafiante, poniéndole una guitarra en varios temas lo cierto es que el cuidado y efectivo espectáculo de su directo está sustentado sobre todo en las habilidades de su hacha Josh McClorey y la potente base rítmica. Tienen muy bien estudiado el show, los tiempos y la energía necesaria que descargan y cierto es hace palidecer a muchas bandas que hemos visto en el mismo escenario.
Retornan al blues eléctrico con una revisión del estándar "Stormy Monday" que enlazan con el "Smokestack Lightning" de Howlin Wolf que les queda un poco grande. Emular al carpetovetónico vocalista afroamericano no es tarea que esté a la altura de Farrelly, que se movía mejor en la recreación del "You Can’t Judge a Book" del maestro Didley. En su otro acercamiento al género con "Still Gonna Drive You Home", en las postrimerías del bolo, recrean el blues del Delta con coros de canto de trabajo, sonando más creíbles y certeros en su actualizada revisión.
Con "What a Shame", otro de los rescates de su debút, las guitarras a la contra llevan a mover los pies del respetable, con O’ Hanlon llevando el ritmo con frenéticos movimientos. De la mano de "Great Expectations" bajan el ritmo en una balada recitada mirando a Nueva York y sus más modernos paladines los Strokes a quienes también recuerdan en varios momentos del concierto.
Consiguen poner al entusiasta publico a corear "Scumbag City Blues", no la mejor del lote la verdad, que enlazan con el "Psycho Killer" de los Talking Heads. Para cerrar un bolo intenso y ejecutado con precisión con "Blue Collar Jane" uno de sus iniciáticos éxitos que es ejecutada con las guitarras emulando de nuevo a Wilko y con chulería de barrio, sigue sonando con la misma pegada de su primera gira
El envite se cierra finalmente con tres temas de su debut más una versión del Lobo Aullador frente a nueve de su segunda rodaja. A decir verdad preferíamos su primera reencarnación pero la energía y el ritmo que imprimen al directo salva las distancias estéticas que nos supuso su viraje musical. A buen seguro les quedan muchos años de salvajes directos.
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