En una radiante tarde primaveral, mientras media ciudad paseaba por las calles o se refrescaba en la playa, The Stems empezaron con puntualidad británica. Para las 20:10 ya habían sonado las dos primeras canciones del setlist (“She Sees Everything”, “Just Ain´t Enough”), pero lo que de verdad sorprende en el grupo australiano no es su apego a cumplir con el horario establecido, sino el brío y, todo hay que decirlo, la estupenda imagen que gasta su nuevo guitarrista, Davey Lane, de You Am I.
Bastante más joven que los miembros de la formación original que dieron a luz una de las piedras filosofales del rock australiano, "At First Sights, Violets Are Blue", Lane no solo domina la guitarra de 12 cuerdas a las mil maravillas: cantó en “You Can´t Turn The Clock Back” y también en “The Otherside”, justo antes de que cayese uno de los grandes hits del grupo, “Sad Girl”, que se mezcló con toda la naturalidad del mundo con “I Can´t Give You Everything”, de Them. No fue este el único guiño al grupo de Van Morrisson: antes de los bises, el R&B acelerado de “Make You Mine” desembocó en “Baby Please Don´t Go”.
Para haber pasado 30 años, las canciones de su debut han envejecido bastante mejor que en el disco. Dom Mariani aguanta el tipo y en los pasajes más melódicos (la muy Byrds “Love Will Grow”, “At First Sight”) su garganta no flaqueó. Hijo de su tiempo -¡ay las baterías de los 80!-, la pegada entre powerpop y garaje de "At First Sights, Violets Are Blue" gana enteros en directo, a lo bruto, y da qué pensar sobre las posibilidades que hubiera tenido un disco tan redondo en otra década distinta.
Se dejaron un par de temas en la recamara, pero a cambio The Stems cerraron el show reivindicando a los clásicos (“Day Tripper”, de los Beatles, y “Sorry” de los Easybeats) y con un Davey Lane muy metido en su papel: obsequió al público con algún que otro molinillo a lo Pete Townshed y se ganó el derecho a ser un Stems más.
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