The Sonics, máxima institución del Garage- Rock género surgido a mediados de los 60 y que conjuraba el primitivismo del Rock & Roll original pasado por una batidora de salvajismo y sonidos crudos no atemperados y que nuestros protagonistas certificaron picando en piedra sus bases en tres rodajas plásticas “Here Are the Sonics” (1965), “Boom” (1966) e “Introducing the Sonics” (1967). Desaparecieron tan pronto como habían llegado, dejando tras de sí una estela a la que se sumarían miles de bandas continuadores del invento que se extienden hasta la actualidad. Aunque bien es cierto que la etiqueta se ha estirado como un chicle utilizándose sobre variados estilos que no se adscriben totalmente al género, al menos tal y como lo desarrollaron inicialmente nuestros protagonistas.
Sorpresivamente los de Tacoma, Washington, resucitaron casi 49 años (!!!) después de su desaparición con un briosisimo trabajo "This Is The Sonics" (2015) que dejo pasmados a todos los aficionados, ¿Cómo era posible que estos veteranos pudieran reverdecer laureles con semejante energía? El disco producido por Jim Diamond en los estudios Ghetto Recorders, que desaparecerían poco después de dicha grabación, conjugaba todo el primitivismo y salvajismo original de la mano de tres de los fundadores Rob Lind (saxo) , Gerry Roslie ( piano y voz) y Larry Parypa (guitarra) apoyados en la base rítmica por Dusty Watson y Don Wilhelm que también aportaba partes vocales solistas. Para redondear la jugada la banda salió de gira primero tímidamente y después de forma permanente y ofreció conciertos explosivos como el que disfrutamos en Santana 27 hace ahora casi diez años.
Y con ese buen recuerdo nos plantamos en la Sala Stage Live para ver a los Sonics con una formación remozada y parcialmente rejuvenecida que agrupa ahora al saxofonista original Rob Lind, secundado por Don Wilhelm al bajo, Dusty Watson a la contundente batería, Evan Foster a la guitarra eléctrica y Jake Cavaliere (de los Lord of Altamonts) a los teclados. Diferente banda pero mismo repertorio implosivo y disonante.
Desde los primeros riffs de la ultra energética “Cindirella” se hizo patente un hecho, el sonido de la sala no iba a ser el mejor. Con unos graves que recorrían el suelo, subiendo por el cuerpo y cierta indefinición o masa de sonido que no permitía del todo distinguir los trallazos que estábamos recibiendo. Sí claro, se trataba de un concierto de “garaje”, pero lo que tenían que ofrecer individualmente y en conjunto los veteranos músicos bien merecían otra mezcla y sonido a la altura de su leyenda. Así que nos dedicamos a movernos por la sala buscando mejor sonido hasta que lo encontramos en la parte superior. Y es que los Sonics habían congregado a una amplia parroquia bastante transversal – de los veteranos amantes de los sonidos sesenteros, a muchos rocketas y una porción importante de público de los que no suele acudir a las citas rockeras de la ciudad - que ocupaba hasta el último metro de la planta inferior. Al fin encontramos en las alturas un lugar para escucharles con cierta calidad. Allí a partir de “Sugaree” el cuarto tema, que sonó rítmicamente impecable, empezamos a disfrutar. “Have Love, Will Travel” el clásico de Richard Berry sonó electrizante sobre sus líneas de bajo y las paradas solo con batería, antes de retomar brio a través de su arquetípico riff y apuntalada por el saxo de Lind y los teclados de Cavaliere. Otra característica de esta nueva versión de los Sonics es que la voz principal va saltando entre sus miembros: Don los temas con más rajo, Evan y Jake repartiéndose también buena parte del set list y Rob haciéndolo en los temas más blueseros.
“Be a Woman” fue ejecutada con sonido pesado sobre su pegadizo riff y momentos estelares de su hacha solista que sacó chispas de su Telecaster con latigazos eléctricos durante toda la sesión. “Please Get Back in the Car” sonó con ecos de Little Richard - una de sus principales influencias - en sus guerras entre saxo y teclados. En el blues de 12 compases “You've Got Your Head on Backwards” el expiloto comercial Rob Lind tomo la voz, cantado a través de micro de armónica que también sopló con maestría. La salvaje intro de “Lucille” ejecutada por Foster incendio los ánimos, cantada por Don con desgarro, congregó de nuevo grandes momentos de saxo y piano. “Louie Louie” el otro clásico de Richard Berry que ellos ayudaron a inmortalizar junto a los Kingsmen, sonó punk y potente un zurriagazo en toda regla. El blues acelerado y energético “ I'm Goin’ Home” fue el segundo tema con voz y armónica de Rob Lind, con el bombo llevando el tempo sobre descendentes escalas. “Money (That's What I Want)” fue estirado hacia el ruidismo, pasados de ritmo y comiéndose a los Beatles de Hamburgo en su recreación. Como el “Keep a Knockin' ”que espoleado por el increíble Dusty Watson - superó la intro que los Led Zep fusilaron para su “Rock and Roll”- voló sobre los glisandos del teclado y con la voz de Evan a veces justa entre el rajo y el escupitajo. Terminaron el set con otra de sus cimas, mil veces revisada pero nunca superada, “Psycho” que llevo a la parroquia al paroxismo coreando su estribillo por encima de los ejecutantes, certeros en elevar el climax de nuevo el guitarra y batería.
¿Y cómo son los bises de una banda como los Sonics? Pues tres derechazos directos a la mandíbula que comenzó con su revisión del “I Don't Need No Doctor”, la mejor del lote de versiones, esta vez metiendo fuego al bueno de Ray Charles y cantada con nervio por el guitarra. Con su “Strychnine” se produjo el segundo momento de comunión, con los estacazos ejecutados al unísono por la banda sobre el ritmo imparable de Watson. Y antes del cierre se despidió Ron Lind, el hombre que prefirió los escenarios a un cómodo retiro de piloto, “The Witch” fue de nuevo coreada como lo que es: su himno por antonomasia.
Como resumen con un repertorio que reproduce sus grandes clásicos – propios o ajenos - pero también con paradas en su último y muy reivindicable trabajo. Trascienden su característico estilo para reproducir sonidos más actualizados que su propia versión original, pero también son capaces de sonar con claro regusto punk e incluso más pesados …..en fin fueron ellos mismos y todos los sonidos a los que han influenciado. No está nada mal para una banda y un repertorio que nunca triunfó en su tiempo. Llegaron demasiado pronto a la fiesta, pero al menos han disfrutado de la bola extra del reconocimiento de su invento. Grandes los Sonics.
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