Al cabo de cinco minutos de actuación de The Sheepdogs, una amiga me pregunta: se parecen a The Black Crowes, ¿no? Y yo afirmo sin pestañear, pues no le falta razón. Algo hay de eso. Esa misma cuestión la podía haber hecho la primera vez que vinieron Kings Of Leon -a los que curiosamente han teloneado The Sheepdogs-, pero la diferencia es abismal, aquella vez no convencieron con su directo, y la parroquia rockera les puso en el disparadero, nunca más les perdonaron ese resbalón. Por mucho que ahora sea una de las maquinarias mejor engrasadas del rock actual, incluso cuando se suben a las tablas, dónde es una banda intachable, incluso brillante. En cambio, The Sheepdogs se metieron a ese público receloso en el bolsillo desde el primer momento, en el pasado Azkena se ganaron la credibilidad que en su día perdieron aquellos. Y con motivo, los canadienses van con la verdad por delante, no engañan, son unos músicos excelsos, cada uno ejerce su papel, la comunión es perfecta, y tanto las canciones de su homónimo álbum, como las de sus tres referencias anteriores, se deslizan con elegancia, ello se desenvuelven con una naturalidad pasmosa, y basta con cerrar los ojos para que te transporten con su sonido a un lugar en el que te sientes como en el paraíso. Tienen esa capacidad de hacerte levitar, y la explotan. Comedidos en cuanto a esos desarrollos instrumentales tan largos típicos en bandas de rock sureño, ellos encuentran ese equilibrio necesario, destacando de ese modo y con esa premisa, por encima del resto en su estilo. Un lujazo.
Gran concierto!
yo estuve la primera vez que kings of leon tocaron en el Apolo y fue tremendo. Después se volvieron unos moñas. Que yo recuerde la peña salió flipando... con su primer disco aún sin publicar, que esperabas...