Un jueves de descubrimientos
ConciertosThe Oxys

Un jueves de descubrimientos

8 / 10
Sergio Iglesias — 12-01-2024
Fecha — 11 enero, 2024
Sala — Groove / Portugalete, Portugalete
Fotografía — Eider Iturriaga

Jueves de lluvia y frío. Así que, ¿hay algún plan mejor que disfrutar de la música a cubierto? Está claro que no, así que a la llamada de la Groove, acudimos hasta Portugalete para disfrutar de, en mi caso al menos, el primer bolo del año, con la banda texana The Oxys, a quienes telonearon los locales Quaaluders.

Lo primero que me gustaría decir es que, a pesar de que ya lleva bastante tiempo funcionando, era la primera vez que entraba en esta sala, y ya sé que no va a ser la última, porque me ha parecido uno de los mayores tesoros de la escena en Bizkaia: aparcamiento de sobra, a diez minutos del transporte público, buena visibilidad desde cualquier punto, un aforo y un horario adecuado, puntualidad, y un sonido de auténtico lujo… no se puede pedir más a un local de conciertos hoy en día, viendo cómo está el tema.

Así que, una vez mostrado el agradecimiento a las personas responsables del garito, y deseándoles mucha suerte, vamos al lío: a las 20.10 h. arrancaba la velada con la banda de Quaaluders. Desde la margen izquierda, y formada por supervivientes de Calcetines y Cachetes, repasaron temas de su EP “Punk & Roll”, como “45 grados”, “Desconocido”, o “Humo”, y a lo largo de la media hora de descarga, también tuvieron tiempo para homenajear al recientemente fallecido Morfi Grei, cantante de La Banda Trapera del Río, y para acordarse de los Cicatriz, con una versión de “Loco”, que bordaron. Y es que ese punk rock macarra de la escuela RIP-Cica-Vómito está claro que ha influido muchísimo a esta nueva banda de veteranos, que sin embargo, han sabido llevar esos referentes a un lugar muy particular, sacando su propia esencia a todos esos sonidos, con un resultado notable, dando un bolo en el que todos brillaron a un nivel alto, apoyados también en el magnífico sonido de la sala.

Tras un breve parón para preparar el terreno a The Oxys, los de Austin salieron a escena dispuestos a comerse el escenario, con un Phil “Punk rock” Davis al frente, que no paró de moverse ni un solo segundo, interactuando con un público predispuesto a participar en el show. Sin haber escuchado mucho a The Oxys, echando un vistazo a su biografía, podíamos imaginarnos por dónde iban a ir los tiros, ya que nos encontramos con gente como Jason “Ginchy” Kottwitz, a la guitarra, o Gabriel Von Asher, al bajo, que han formado parte de Cheetah Chrome y Sylvain Sylvain and the Sylvains, o el batería Rob Williamson, que tocó en Nowherebound. Con estos mimbres, y repasando estos nombres escritos con letras enormes en la historia del punk rock, lo sencillo es pensar en una banda veterana y acomodada, intentando vivir de los réditos de su pasado. Pues nada más lejos de la realidad, ya que The Oxys derrochan pura energía, y un entusiasmo casi adolescente, que saben transmitir a la perfección en cada una de sus composiciones que, por otra parte, se mueven en un abanico sorprendentemente amplio, lógicamente siempre dentro del espectro del punk rock y sonidos cercanos.

“Ticking time bomb” fue el chispazo que dio inicio a unos 50 minutos de concierto, en los que la banda se mostró como una auténtica apisonadora, que llegaba con la clara intención de meternos por vena el veneno del punk rock, a base de trallazos como “Mr. Horrible”, “Back on the wire”, o la macarra “Vulgar favors”, todas pertenecientes a su último trabajo, “Generation irrelevant”, donde han contado con la incorporación de la guitarra rítmica de Genocide, y del cual también sonó el tema que le da título, muy noventero, así como el hard rock de “Horseshoes and hand grenades”, o la más oscura “Isolation”, donde destacó el trabajo – por otra parte, impecable a lo largo de todo el bolo- de Rob Williamson a la batería.

Pero The Oxys también quisieron recordar su primer trabajo, “A date with The Oxys”, con “Anxieties”, la guitarrera “Voodoo Queen”, o el power pop de “Rock and roll eyes”, demostrando en todo momento una extensa variedad de registros, siempre enfocados al disfrute de público y banda. “Idiot box” puso el colofón a una tarde-noche de punk rock, de la que salimos con el doble descubrimiento de un par de bandas magníficas, por un lado, y de una gran sala, por otro. Un “dos por uno” perfecto para una jornada que, a primera hora de la mañana, no prometía gran cosa. Por eso siempre es bueno buscar refugio en el rock, sin duda la mejor manera de sobrellevar un duro invierno.

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