Fue una sorpresa descubrir que los suecos The Mary Onettes eran capaces de reunir a una cantidad más que respetable de aficionados, pese a que su nombre aún no haya conseguido salir a la superficie como sus canciones merecerían. En tiempos de Interpol y Editors, es de agradecer que exista un cuarteto (quinteto en directo, con la adición de un teclista de soporte) que sea consciente de su papel de banda revivalista sin sentirse por ello en inferioridad de condiciones. Y ni lo están, ni deben estarlo, puesto que sus composiciones, aunque se les vean las costuras (sus referentes están más que claros: The Cure, Echo & The Bunnymen, e incluso unos The Sound, a los que no suenan) tienen magia y valor suficientes para ser tomadas en serio. Mucho más efectivos en directo que sus compatriotas The Radio Dept., tampoco es que The Mary Onettes sean un vendaval en directo, pero sí suenan lo bastante convincentes y robustos para que el recuerdo de su actuación nos dejase un buen sabor de boca. Repasaron fundamentalmente su homónimo debut en Labrador, con esos momentos álgidos que fueron “Lost”, “Void” y “The Companion”, con un Philip Ekström que se erige –aun sin un carisma especial- en líder principal sobre el escenario. Que vuelvan cuando les apetezca, todos saldremos ganando.
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