¿Se han fijado en la calificación? Pone 10 de 10, sí, y si pudiera hacer como Spinal Tap y subirlo al 11, también lo haría. La noche del martes 28 de mayo todas las personas que abarrotaban la Sala Copérnico de Madrid salieron de ella mucho más felices de como entraron, no creo que una sola de ellas tenga una sola duda de que volverá a repetir la experiencia en cuanto los Lemon Twigs decidan volver a pisar la ciudad. Y también tengo claro que eso no será muy lejano porque este martes sucedió eso tan raro y bonito de ver que es un público totalmente entregado desde el primer segundo y una banda recogiendo ese amor y devolviéndolo con creces con el concierto en el que más canciones han tocado en lo que va de gira y un repertorio sencillamente sin mácula.
¿Por dónde empezar? Pues sigamos la lógica y empecemos por el principio, el ambiente era el de las grandes citas, las entradas llevaban agotadas casi desde que salieron (evidentemente, su siguiente visita tiene que ser en una sala más grande) y, para rematar, algún alma caritativa había decidido poner de telonero a Germán Salto para redondear un cartel con las mejores esencias del pop añejo. Salto se presentó con su banda ante una Copérnico que ya estaba hasta arriba para su concierto y sacó más músculo de lo previsto, tirando hacia el rock clásico, como ese gran momento que llegó con "Till The Morning" donde el gran Alberto Anaut y el otro guitarrista se transmutaron en Duane Allman y Dickey Betts. Fue un aperitivo perfecto.
¿Y cuando salen los D'Addario? No nos pongamos nerviosos, Brian y Michael D'Addario se pusieron rápidamente manos a la obra, junto a los fieles Danny Ayala y Reza Matin, preparando todo mientras en la Copérnico sonaba el "She Has A Way" de los Byrds como un presagio de lo que nos esperaba. ¿Y qué nos esperaba? Pues el paraíso de las melodías pop clásicas y perfectas, ese que encabezan las cuatro grandes B's (Beatles, Beach Boys, Byrds y Big Star) y del que estos chavales son los alumnos más aventajados. De primeras sonó la gloriosa "Golden Years" que es tan perfecta como lo pueda ser una canción pop, las armonías celestiales de los D'Addario no suenan a casualidad, estos dos llevan cantando y armonizando juntos desde la cuna, pero es que Ayala tampoco lo hace nada mal.
¿Pero habría algún bajón? No lo hubo, a partir de aquí pasaron a desgranar un repertorio en el que no sobró nada, con el foco puesto en dus dos últimos discos (con mucha diferencia los dos mejores de su discografía) y las mejores piezas del resto, rescataron los dos grandes temas de "Songs for the General Public", "The One" y "Live In Favor Of Tomorrow", repescaron la 'Rundgriana' "Foolin' Around", el tremendo riff de "Taylor Made" y casi tiran abajo la Copérnico cuando cantaron "I Wanna Prove to You", la mejor canción de su debut de 2016, “Do Hollywood” (empezaron siendo adolescente), con sus coros doo wop y su melodía redonda. Además se hicieron tres versiones que sonaron como si llevaran su propia firma, el "I've Got Something on My Mind" de sus adorados Left Banke, el "I'll Feel a Whole Lot Better" de los omnipresentes Byrds y esa gema power popera que es el "I Don't Wanna Cry" de The Keys que fue tan coreada que aquella efímera banda inglesa debería juntarse, hacer una versión de “Golden Years” y marcharse de gira con los D'Addario.
¿Y se tocaron los sencillos? Por supuesto, claro que en sus dos últimos discos, "Everything Harmony" y "A Dream Is All We Know" todas las canciones suenan a sencillos, del primero se tocaron seis y del segundo nueve. Eso es confianza en tu material reciente, claro que es lo bueno de estar viviendo tu pico creativo, así lo demostraron las canciones que no han salido como sencillos, "If You and I Are Not Wise" la podría haber firmado el mismísimo Gene Clark y "What You Were Doing" podría haber aparecido en "Radio City" sin nada que envidiar a las canciones de Alex Chilton, "Any Time Of The Day" es tan absolutamente rococó y barroca que solo la podrían haber hecho ellos.
¿Y hubo parte acústica? Me alegro de que me lo preguntes, la hubo, aunque no con acústica en sí sino con una eléctrica, Brian D'Addario decidió demostrarnos que cuando cumpla la edad de buena parte de su audiencia puede dejar la banda aparcada y sacar maravillosos discos en solitario en modo Elliott Smith o Nick Drake en los que meter sus melodías más complicadas, sentidas y elaboradas y dejarnos con la boca abierta, en una noche llena de melodías tan perfectas que parecen esculpidas por un Miguel Ángel melómano, sigue destacando esa maravilla llamada "Corner Of My Eye".
¿Y ese fue el fin? No, hombre, no, la banda al completo volvió al escenario para hacerse el "I'll Feel a Whole Lot Better" y terminar por todo lo alto con ese trallazo Glam llamado "Rock On" que volvió a la gente loca. Pero ni siquiera fue ese el final, los Lemon Twigs volvieron a salir una vez más y acabaron con la gloriosa "How Can I Love Her More", un temazo tan grande que deja claro que estos dos hermanos se hubieran podido ganar la vida sin problema trabajando en el Brill Building al lado de Carole King, Neil Diamond, Jeff Barry, Ellie Greenwich o Doc Pomus, escribiendo para los Monkees... Y también podrían haber hecho lo mismo cantando y tocando esas mismas canciones mejor que Michael Nesmith, Micky Dolenz y compañía.
¿Le pondrías algún un fallo? Pues el único que se me ocurre es que se acabara y nos diéramos de bruces con la cruda realidad de que la vida no es un concierto de Lemon Twigs, un mágico espacio en el que poder ser feliz y olvidarse de preocupaciones y problemas durante un poco más de hora y media. Lo de este martes en Madrid solo se puede definir con dos palabras, gloria pop.
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