Afortunadamente parece que las giras internacionales vuelven a pasar por nuestro país, con las salas –las pequeñas, las de toda la vida, en donde se disfruta de la cercanía del artista– programando tras el desastre de la pandemia y los problemas derivados del Brexit para los grupos británicos. Así, la gira de Godfathers prevista inicialmente para el mes de septiembre pasaba a celebrarse durante el presente mes de noviembre, con el veterano combo girando por un total de siete ciudades de nuestra geografía. La banda liderada por Peter Coyne alcanzó popularidad a finales de los ochenta con discos como ‘More Songs About Love & Hate’ (Lemon, 89), ‘Unreal World’ (Epic, 91) y, sobre todo, aquel debut de título ‘Birth, School, Work, Death’ (Sony, 88), en los que extendían el legado del punk combinándolo sin tapujos con rock & roll o incluso trazos más cercanos al pop.
No son pocos los casos de formaciones longevas que se limitan a arrastrar lastimosamente su legado por los escenarios, haciendo caja en base a actuaciones mediocres que no hacen sino emborronar su otrora impactante presencia. No es el caso de los londinenses, que desde la inicial “This Is War” demostraron ser poseedores de un sonido tan sólido y agresivo como impecable, con el que despachar una colección de canciones no menos afortunadas. Una sucesión sin respiro que incluyó “Love Is Dead”, “I’m Unsatisfied”, el ramalazo ska de “Walking Talking Johnny Cash Blues”, “Tonight”, “I Want Everything” o la propia (y muy coreada) “Birth, School, Work, Death” con la que el quinteto cerró el grueso del concierto; además de unos añadidos concretados en “I Can’t Sleep Tonight”, “Lay That Money Down” y la definitiva “This Damn Nation”. Coyne es uno de esos frontman de férrea seriedad y aparentemente nulo atractivo escénico que, sin embargo y con su interpretación, consigue destilar un extraño tipo de carisma desde el escenario.
El vocalista ha sabido rodearse de una espléndida formación que incluye a los guitarristas Richie Simpson y Wayne Vermaak, el batería Billy Duncanson y el bajista Jon Priestley, todos ellos impecables y ya del todo engrasados como grupo. The Godfathers celebran con esta gira su 35 aniversario, pero también el reciente lanzamiento de un EP y la aparición de un nuevo álbum completo que, según comentaron a su paso por la capital pucelana, verá la luz el año que viene. Y lo hacen en plena forma, mostrando solvencia y una absoluta profesionalidad sobre las tablas, lo que en la práctica se tradujo en uno de esos conciertos a la antigua usanza, sudorosos y sin espacio para la tregua. Un excelente motivo, el ofrecido por el quinteto, con el que cerrar el domingo y cargarse de mala baba para lidiar con todas las miserias que a buen seguro traerá consigo el comienzo de una nueva semana.
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