La temperatura alta, la psicodelia espesa
ConciertosThe Black Angels

La temperatura alta, la psicodelia espesa

8 / 10
Jon Pagola — 16-08-2023
Fecha — 15 agosto, 2023
Sala — Dabadaba, Donostia
Fotografía — Jokin Fernández

Desde hace más de tres lustros, el rock psicodélico vuelve a tener su sede central en Austin, Texas. La ciudad de Rocky Erickson, líder de los seminales e influyentes 13th Floor Elevators de la segunda mitad de 1960, tiene la suerte de contar con unos alumnos aventajados como The Black Angels. Gracias a una propuesta lisérgica que se reconoce de inmediato con toda su fuerza y prestancia, el grupo comandado por Christian Bland (guitarra) y Alex Maas (voz) ha irrumpido como un rayo en el panorama musical del siglo XXI desde su constitución en 2004. Son una institución. Seguramente, el grupo bandera del psych rock en todo el mundo.

En Europa TBA rara vez toca fuera de los grandes festivales o de capitales como Madrid y Barcelona. Para la presentación del LP “Wilderness of Mirrors, publicado en 2022 tras un silencio discográfico de cinco años, han hecho una rara excepción con una gira más larga de la habitual que incluye espacios de pequeño formato como la sala Dabadaba, una oportunidad única de disfrutar de su apabullante sonido. Aunque ellos reconocen que su mayor influencia es The Velvet Underground, de quienes sacaron el nombre de la canción ‘Black Angel`s Death Song’, apuestan más bien por las atmósferas oscuras y opresivas, el cultivo de las sombras interiores y la proyección de un mundo en ruinas en una fabulosa revisión caleidoscópica que se agiganta en directo.

Los tejanos no son un grupo de masas. Demasiado ruidosos y enmarañados para captar un sector de público más amplio, se muestran poco comunicativos y su líder se parapeta debajo de una visera. Así es imposible. Arrancaron, no obstante, con uno de los temas más accesibles de su último trabajo: “El Jardín”, que incluye unos bonitos coros en castellano. Junto con “Firefly”, que sonó más adelante, fue uno de los pocos momentos relativamente relajados de un repertorio muy generoso (90 minutos) que empezó con algo de retraso sobre la hora prevista. Enseguida irrumpió un invitado muy molesto e inesperado en el aquelarre psicodélico: el calor. Muy especialmente en las primeras filas, la humedad se disparó y el sudor se sumó a la fiesta por culpa de un ambiente sofocante que no dio tregua. Un suplicio.

La larga melena de Bland acabó empapada, sudando como un pollo. El miembro más elegante del grupo es puro espectáculo. Rodeado de un enjambre de pedales y efectos de sonido, tocó buena parte del concierto con una preciosa guitarra Rickenbacker negra mientras la pantalla del fondo escupía unas imágenes distorsionadas con efectos psicodélicos no aptas para espectadores sensibles (ni epilépticos). A los primeros 20 minutos ya había caído ‘Entrance Song’, uno de sus himnos, y justo antes ‘Without a Trace’ parecía describir el espíritu combativo de un escuadrón de cinco miembros que, vestidos con chaquetas negras y el nombre del grupo en la solapa, se había subido al escenario con un arsenal de guitarras que colocaron en los extremos del escenario: “We`re invincible, We´ll be alarming, we´ll be an army”, dice la canción.

En la ciudad con el eslogan más alternativo y cool del planeta (“Keep Austin Weird”), ellos son los jefes. Personalmente, fue una lástima que pasaran olímpicamente de su anterior LP, el magnífico “Death Song” (2017), y trazaron un recorrido aleatorio de su carrera haciendo hincapié en su trabajo más reciente. “Histoy of the Future”, uno de sus cortes más destacados, partió como un contundente tema de garaje-punk de los sesenta para llegar a un estribillo que invita al público a bailar sobre las brasas interiores (“Dance, dance, Darling like you are on fire”). Hacia la hora rescataron un viejo tema influido por lo hindú (“Deer-Ree-Shee”) y a partir de entonces la abrasiva fórmula pareció que daba los primeros síntomas de agotamiento. El raca raca dejó de surtir efecto, incluso para una gran banda como The Black Angels con montones de buenas canciones.

Se redimieron al final, antes de los bises y después. “Empires Falling” ahonda en su visión catastrofista y tiene gancho pop. Los primeros acordes de “Young Men Dead” (que Jake García, el segundo guitarra, mandó repetir por una confusión) parece que te van a abrir la puerta a un universo por explorar. A continuación, Bland se acercó al micrófono y se puso a recitar en un tono monocorde los primeros versos de “Manipulation”: “Red and green was the colour of her dress”. Un mantra hipnótico. La cumbre de The Black Angels. El broche de una noche oscura, espesa y empapada en sudor.

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