En su ajustada, aunque discutible, crónica del directo de los BellRays, MacMurphy, uno de los más fiables redactores del excelente e-zine www.riff-fanzine.com, se ponía algo quisquilloso preguntándose hasta que punto puede lucir orgulloso el combo de Los Ángeles el lema rock´n‚soul en su batería. Y yo me pregunto ¿cuál es el problema? Ante un show tan arrollador uno debe dejar su condición de cronista en modo pausa y dejarse arrollar por la madre naturaleza en monumental cabreo. Y MacMurphy se preguntará: ¿para qué coño sirve un cronista, pues? Para nada, amigo. Yo, como tú, antes que escriba soy fan, y el rock antes que materia diseccionable es vida en directo, es aquí y ahora. Y el presente nos lo sirvieron en bandeja de plata rock Kekaula & Co., en un show que, como es habitual en ellos, fue de menos a más, del calentón inicial al orgasmo final con un “Highway To Hell” que tardaré años en olvidar. Por el camino (mejor trazado que en su anterior visita, ojo), la pantera negra rugió a lo bestia y fustigó al respetable con su incomparable garganta (¡Changing colors!); mientras Fate inmolaba las cuerdas con furia ashetoniana, Vennum brincaba al pulso de sus líneas mega-bass y el nuevo bataca sorprendía con su metronómico embite. A primera hora, ante apenas diez madrugadores testimonios, Federation X descargaron con asombrosa fidelidad y palpable virtuosismo el opresivo aliento trash-rock que envuelve su notable “American Folk Horror”. Lo de los Revolvers, unos Backyard Babies de segunda regional, sólo tiene un calificativo: lamentable. ¿Para qué coño sirve un cronista? Para nada.
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