The 1975 es ese año que se repite cada cierto tiempo. Es como una variante del 'Día de la marmota' en el que la marmota, afectada por el cambio climático, empieza su periodo de hibernación cada vez más tarde y fracasa en el anuncio del fin del invierno.
Y es que como en cada uno de los álbumes de The 1975, “Being Funny In A Foreign Language” también lo encabeza un tema homónimo que abrió la pasada noche el concierto de la banda británica en el WiZink Center de Madrid. Una canción que enmarca perfectamente el concepto de álbum que buscaba el grupo y que es una carta de presentación a la altura de su show en directo. Avergonzarse por la etapa de los veinte, tomar Aperol... y compadecerse de los adolescentes y su realidad. La banda encabezada por Matty Healey tiene muy claro cuál es su público porque son su propio reflejo, y esa es la mejor vía para conectar artísticamente con alguien.
Con su último trabajo la banda británica ha vuelto a sus inicios, pero esta vez con un sonido y discurso más maduro. También con evidentes alusiones a la cultura mod y su ya característica predilección por el R&B estadounidense y sobre todo por el jazz, llevado al límite por John Waugh, saxofonista y pieza fundamental en el directo de clásicos como “Looking For Somebody (To Love)” o “About You”, uno de los temas más aclamados y seguidos por los asistentes en la capital.
Sin embargo, el éxito de The 1975 va mucho más allá de lo estrictamente musical. Es algo que la banda ha trabajado gira tras gira y que ha desencadenado en una escenografía icónica como la de su “Still…At Their Very Best Tour”. La puesta en escena es el interior de una casa de estilo británico a la que poco a poco van llegando sus integrantes. Se trata de una compleja producción que a ojos de los asistentes encaja perfectamente en el contexto narrativo de The 1975; Healey se mueve en el escenario como si de su propia casa se tratase utilizando cada espacio: el mobiliario, las ventanas e incluso el tejado en canciones íntimas como “Me”.
Entre otros elementos, la “casa” de The 1975 muestra distintos televisores que en algún momento del show referencian la cultura pop —como el contraste entre Barbie y Oppenheimer que se viralizó el pasado verano. Todo con un propósito: poner en el centro a la figura de, en este caso, Matty Healey, para ironizar sobre el papel de los medios en su carrera profesional después de ser absorbido —no metafóricamente— por una de esas televisiones.
En sintonía con este gusto por la estética el grupo hace una gran apuesta por la imagen en directo. Para ello cuenta con un gran equipo de cámaras y pantallas que reproducen narrativamente todo lo que ocurre en el escenario, huyendo de la tradicional retransmisión y otorgándole también un valor dentro del show a través de elementos gráficos y planos cuidados.
A pesar de destacar notablemente la primera mitad del concierto sobre la segunda —con mucho más peso escenográfico y temas como “Robbers” o “I’m in love with you”— la segunda mitad contó con “The Sound”, el tema más aplaudido, saltado y cantado. Sin embargo, es “People” quien rompe todos los esquemas en los conciertos de The 1975. El tema, con un sonido muy cercano al freakbeat, consigue cerrar por todo lo alto y se desmarca de la vertiente más jazz que predomina durante las dos horas de show, consiguiendo impresionar y, a su vez, ser coherente bajo los parámetros de la cultura mod.
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