TERENCE TRENT D´ARBY (SANANDA MAITREYA)
ConciertosTerence Trent D´arby (Sananda Maitreya)

TERENCE TRENT D´ARBY (SANANDA MAITREYA)

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Redacción — 26-11-2002
Empresa — Doctor Music
Fotografía — Archivo

Una velada muy especial con Terence Trent D´Arby es lo que nos prometía la cartelería, y, a razón de lo visto, de verás que lo fue. De Sananda Maitreya (porque así es como ahora conocemos a D´Arby) no se sabía demasiado desde hacía una buena temporada. Contaba con un nuevo disco autoeditado (“Wildcard”), que reeditará en breve con nueva masterización y algunos temas distintos. La noticia de su visita, tras aquel maravilloso concierto con el que nos deleitó en el antiguo Zeleste en la gira de “Vibrator”, era el acicate definitivo para pensar que, afortunadamente, habíamos recuperado a aquel genio que nos deslumbrara durante diez años. En un principio todo era muy incierto. Nada sabíamos sobre la banda que le acompañaría, sobre el repertorio a interpretar, qué tipo y cuánto público iba a acudir a la cita, en qué forma íbamos a encontrar al creador de obras mayúsculas como “Introducing The Hardline According To” o “Symphony Or Damn”. El resultado fue más o menos el siguiente. Una audiencia de lo más variopinta, desde jovenzuelos a maduritas, pasando por adolescentes dejadas llevar por el glamour del artista, conformando entre todos un lleno de los que hacen recuperar la fe en el buen gusto de la gente. La banda que le acompañaba (todos italianos/as) no le hizo justicia (a ratos su trabajo era realmente plano) y su sección rítmica no consiguió que moviésemos el culo, pero frente a ese contratiempo teníamos a un pletórico D´Arby. Desglosó lo mejor de su carrera, con un inicio devastador (“Dance Little Sister” y “Delicate”) que aclaró muchas dudas. Cantó a las mil maravillas, bailó con soltura cuando fue preciso, tocó la guitarra cuando quería sonar más rockero, mientras que, para los momentos más íntimos, se sentó al piano. Para el recuerdo queda ese “Sign Your Name”, que coreó una parte de la sala, un “Moon River” que interpretó a capella y un personalísimo “Jumpin´ Jack Flash” de The Rolling Stones. Un hora y media reconfortante.

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