Con más audiencia de la prevista en loor de la oferta de conciertos esa semana (Jim Jones Revue, Cápsula, Supersuckers, entre otros), Biram se postuló como un predicador que ha pecado y se pertrechó detrás de una copa de whisky doble, una guitarra y un cajón electrónico – creemos que manufacturado por él mismo-, y se nos apareció delante un tipo de cuarenta tacos que ya ha vivido mucho.
Conocedores de su accidente de tráfico que casi le deja, en el mejor de los casos, lisiado de por vida, las letras de familia y redención que este one-man-band regurgita desde su boca se comprenden mejor. Texano militante, con su presencia a escasos metros se deja entrever la vida de los múltiples músicos americanos que se patean la carretera, estajanovistas del directo que pierden más que ganan, y que en Europa apenas conocemos una muestra.
Alternando la electroacústica con la eléctrica, con la gira presentación de “Nothin´But Blood” (Bloodshot Records, 2014), se fueron sucediendo “Graveyard Shift”, “Victory Song”, “Alcohol Blues”, “Still Crazy, Still Drunk, Still Blue”… para finalizar con “Thunderbird”, de ZZ Top. Una clara influencia esta última, no sólo por proximidad geográfica, al igual que la de Willie Nelson, Jonnhy Cash, o Calvin Russell o contemporáneos como Hank Williams III. Mejor en los medios tiempos que en los que rememora a Slayer o Minor Threat, Biram transmite veracidad y tenacidad, y eso se refleja en la calidad de las canciones.
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