La verbena de los miércoles

Antes de que salga alguien a decir que las etiquetas en música son artificiales ya lo digo yo. Claro que son artificiales. Y necesarias, siempre que no se tomen como las tablas de la ley. Otra cosa es que entren en contradicciones continuas, pero es fácil teorizar y montarse un mapa mental en el que tienen sentido cajones como “tradicional” o “electrónica”. Systema Solar son un grupo que parece romper esos cajones, pero que en el fondo no lo hace: solo revela lo absurdo de quien mira la tradición como algo inamovible que debe ser conservado en la vitrina de un museo. Porque es música tradicional y popular, nada más y nada menos. Ni rural ni urbano, o las dos cosas, como se quiera ver. La electrónica en Systema Solar es un mero instrumento que se adapta a las champetas, cumbias y bullerengues, no al revés, y como tal las influencias del género pierden peso. Pienso por ejemplo en el concierto de Filastine y Nova que tuvo lugar en la misma sala hace un mes (TRE-MEN-DO, por cierto) y en cómo introducían melodías del sudeste asiático en producciones marcadas por el footwork o la bass music como muestra de una línea diferente.

Otros compatriotas como Bomba Estéreo apuestan más por la síntesis, se escapan del cajón de lo tradicional y son percibidos inequívocamente como urbanos. Quizá así sea más fácil explicar por qué una canción suya, “Soy Yo”, ha aparecido en cosa de un año en anuncios de -glups- El Corte Inglés, Idealista y Just Eat. Desentonar, al menos para alguien que tampoco los conozca en profundidad, no desentona, ni en forma ni en contenido. Sería mucho más extraño escuchar a Systema Solar sonando en un anuncio de cualquiera de esos tres. No solo por el estilo sino porque lo suyo está enraizado en la canción popular, y como tal, está impregnado de un discurso de clase obrera que no cae en el proselitismo.

En directo funcionaron como un colectivo con funciones perfectamente delimitadas. JhonPri lleva el peso vocal con un aguante impecable incluso en los temas en los que más fuerza la voz, sin dejar una sílaba fuera. Indigo deja un poco más de lado esa parte para centrarse en lo visual y en lo gestual, acaparando las miradas -cosa que ya haría solo con el traje- y rellenando el escenario para suplir el estatismo del resto de miembros. Y DJ Corpas aporta los scratches y el punto de hip hop al grupo, con algún que otro momento estelar de showman, mientras Daniboom dispara las bases y Andrew Malandrews se encarga de la batería y las percusiones. A pesar de que el componente visual es fuerte y de que hay animaciones impagables -mención especial al Hulk cumbiero- esa orientación verbenera/soundsystem del grupo se ve claramente entre el público, más bailando con el de al lado y hacia el de al lado que cantando o con los ojos clavados en el escenario. Vamos, que hablamos de una fiesta de las de sudar prácticamente sin descanso, porque también son mínimos los momentos de discurso en la hora y media que dura la descarga de la banda.

A pesar de que el sonido se hizo un poco bola en momentos puntuales brillaron especialmente “La Esquina del Movimiento”, “Yo Voy Ganao” y “Nite Nine”, de “La Revancha del Burro” (Sambubia, 13); así como “Qué Pasó” y “Rumbera” del último disco y, cómo no, una “Mi Kolombia” celebrada por los colombianos reunidos allí -la mitad o más del aforo tranquilamente- y la mítica “Bienvenidos” con la que cerraron el bolo. Sobra decir que cuando dieron por terminado el concierto del Apolo no se iba ni dios, y precisamente el “Soy Yo” de Bomba Estéreo empezaba a sonar segundos después para seguir la fiesta hasta la hora de cierre. Entre los pocos que salían lo más comentado era el flyer de la gente del Electropikal, que anunciaba otra fiesta con Dengue Dengue Dengue en junio. Otro miércoles, claro. Desde hace meses el mejor día de la semana, para muchos, en Barcelona. No me extraña.