Llamadme desconfiado, amargado -o, ya directamente, mala persona-, pero un grupo que no se quita la chupa para dar un concierto, pues como que no... Y no vale con que era el fin de semana más frío del año, porque en la Joy Eslava se estaba más bien apretado. Lo que pasa es que los Super Furry Animals llegaron flojos de fuerzas, que no de repertorio, y los que allí estábamos no es que fuésemos la viva encarnación de la juventud. Muchos nostálgicos de la “noventada”, sí, pero sólo tres tipos bailando las canciones. Es duro constatar como lo que hace diez años te ponía a tres mil ahora apenas consigue arrancarte. Y tampoco “Hey Venus!” es un disco flojo: “Show Your Hand” y “The Gift That Keeps Giving” son bonitas canciones, aunque se diluyan en directo. Sí, hay que echarle la culpa al Wintercase, antaño modelo de festival itinerante, pero que ahora pierde fuelle respecto a su hermano veraniego y, al menos en Madrid, no ofrece un menú especialmente interesante. Pero volviendo a lo del paso del tiempo y que cuando quiero llorar no lloro y a veces lloro sin querer: ni siquiera “The Man Don’t Give A Fuck”, “Calimero”, “Rings Around The World” o las chorradas típicas de los galeses (ora un hacer el conejo, o alce, o qué se yo; ora cantar con un casco de Power Rangers) consiguieron revivir aquellas celebraciones paganas que eran antes los conciertos de Super Furry Animals.
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