Por encima de géneros y generaciones
ConciertosSuper Bock Super Rock

Por encima de géneros y generaciones

8 / 10
Darío García Coto/Cristina Benito — 18-07-2017
Empresa — Super Bock Super Rock
Fecha — 13 julio, 2017
Sala — Parque das Nações, Lisboa
Fotografía — Mário Vasa/João Fortuna/Diogo Inácio

Sábado 15

La jornada cierre era, probablemente, la más afectada por los solapes, ya que dos reclamos importantes como James Vincent McMorrow y el tributo a Bowie de Seu Jorge coincidían de pleno con los conciertos del pabellón. Entre los que quedaron libres estuvieron dos grupos con cierto potencial desaprovechado. Uno, Silva, que presentaba un buen disco de homenaje a Marisa Monte cuyos matices quedan desdibujados en directo, y que mostraba su mejor cara cuando tiraba de raíz negra y se alejaba del pop más cristalino. Los segundos fueron Stone Dead, que recogieron a los rockeros huérfanos de guitarras del festival con un sonido que bebe tanto de las islas británicas como de EEUU. El garage es la base predominante, pero tiran por guitarras musculosas que los alejan de los 60 y hasta cierran con una versión de “T.V. Eye”. Y tiene pinta de que una incursión en el camino del proto-punk o el rock escandinavo 90s les iría como anillo del dedo.

Ya una vez dentro del pabellón arrancaban Foster The People con, la verdad, un inicio bastante descafeinado. Todo a priori apunta mal: la escenografía parece sacada de una fiesta de instituto estadounidense de los 50, esa especie de alexturnerización de Mark Foster, transformado en macarra de chaqueta de cuero y tupé, la épica a medio gas… hasta que llega “Pay The Man”. Ahí encaja todo de repente, el sonido sube un escalón y el propio Foster parece entrar de verdad en el concierto. Siguen con “Don’t Stop (Color on the Walls)” y se confirma: en la banda que hace diez minutos parecía querer y no poder asoma ahora potencial de pop de estadio. Solo los tres/cuatro grandes hits de sus discos anteriores suenan tan bien como los de “Sacred Hearts Club” (17), y el cierre con la electrónica de bajos musculosos e influencia hip hop de “Loyal Like Sid & Nancy", tras soltar “Call It What You Want” y “Pumped Up Kicks”, sabe a declaración de intenciones. Foster The People han hecho lo único que podían hacer en su tercer disco, arriesgarse y evolucionar, y les ha salido mejor de lo que podrían haber imaginado.

Y si esa era la prueba de fuego de Foster The People, a Deftones (arriba en la foto) les tocaba demostrar estado de forma. Y lo hacen: de hecho entran a piñón con “Headup”, aunque enseguida levantan un poco el pie del acelerador enseguida con una “My Own Summer” y la reciente “Swerve City” que suenan más domesticadas en directo. El sonido queda ligeramente lastrado a lo largo de todo el concierto tanto por el recinto como unas guitarras a las que les falta un poco de cuerpo, pero Chino Moreno se echa el bolo a la espalda y la cosa va de menos a más rápidamente. Un repertorio pensado para fans, sin altibajos y centrado en sus tres primeros álbumes, coronado por un final de lujo con “Bored”, “Teething” y “Engine No. 9”. El momento en que Chino Moreno baja al público y un chaval se le queda abrazado durante casi toda la canción parecía definir lo el concierto perfectamente.

Y llega el momento -o casi- del cierre. Fatboy Slim al cargo. Y al primer minuto ya suelta la bomba: suena “Eat Sleep Rave Repeat” y la tralla llega para quedarse durante la hora y media larga que dura el set. Un set aún mejor que los que venía dando el año pasado, más equilibrado y con visuales viejos y nuevos. Desde la transformación de caras -con los mayores vítores del público para Bowie, Prince y Bryan Cranston caracterizado como Walter White- a colecciones de gifs pasando por referencias políticas, caleidoscopios de mitsubishis o toneladas de smileys. También dejó caer más referencias al hip hop de la habitual, desde Run DMC al “Insane In The Brain” de Cypress Hill, pinchado en su versión original, o el remix de Nic Fanciulli de la colaboración de Vince Staples con Gorillaz, “Ascension”. Simplemente enorme.

Aún se oían las bocinas que había tirado Norman Cook al público durante su actuación durante la pinchada de Magazino, que inauguraba el espacio electrónico del último día. Un set más housero y perfecto para calentar de cara a Marquis Hawkes, que poco a poco iría entrando a un terreno más techno desde un set nada convencional, fresco y con referencias electro. Ya con el sudor arriba llegaría la británica Monki para quedarse en el techno y subir revoluciones con un set que demostró, sobre todo, mucho gusto y poco miedo a bucear en ejemplos contemporáneos del género.

Si algo ha demostrado el Super Bock Super Rock este año es voluntad de evolucionar sin miedo a arriesgarse ni intención de dejar a nadie detrás. Con espacio para estandartes del rock de los 90 -todos en buena forma- pero también para nombres que definen el panorama actual y que lo pueden definir en los próximos años. Sin olvidar a clásicos y nuevos valores de la escena portuguesa. Mientras siga siendo así, hay Super Bock Super Rock para rato.

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