Viernes 14
Segundo día. El que más mujeres programaba sobre el escenario -prácticamente la mitad de grupos eran mixtos- y casi exclusivamente centrado en rap, con la única excepción de The Gift, London Grammar y Octa Push. Y empezando por estos últimos, el suyo fue un caso parecido al de Throes + The Shine. Victoria por lo rítmico y, sobre todo, por lo visual: un trabajo nada convencional en el que se nota que vienen de la electrónica, que combina lo geométrico con el videoclip y en el que integran a los y las vocalistas y músicos cantando en la pantalla, en el escenario y en ambos lados. Temas en portugués, lengua que ejercía de elemento casi conceptual en su último trabajo, un control de las dinámicas propio de grupos puramente instrumentales e influencias tanto de la música africana, portuguesa y brasileña como de la psicodelia, el house o el UK garage.
Pasando al género predominante abría la tarde alguien con una reputación demasiado grande para subirse a un escenario las cinco de la tarde, Pusha T. Con una puesta en escena sobria, solo con el Dj a la espalda, y hasta un vestuario casi propio de un chaval de ESO circa 2004. Y a pesar de tener todos los elementos en contra venció y convenció, gracias sobre todo a una interpretación enérgica y vocalmente contundente fácil de contagiar. Quedó claro que base de fans no le falta, especialmente cuando ataca temas de “King Push – Darkest Before Dawn: The Prelude” (15), aunque en la recta final optó por ganarse al público más ajeno a su discografía con dos colaboraciones: “Move That Dope” con Future y “Drug Dealers Anonymous” con Jay-Z.
Tras él vendría uno de los grandes momentos del día y del festival, la canadiense Jessie Reyez (abajo en la foto) R’n’b moderno con bajos hipervitaminados y una voz que rompe y brilla cuando saca la rabia de dentro, algo que sucede casi en cada tema. El título de “honestidad brutal” le vendría al pelo: su storytelling gira alrededor de ella y es completamente transparente tanto en sus letras como sobre el escenario. Como muestra “Gatekeeper”, punto álgido junto a “Figures” del concierto, en la que ataca el sexismo de la industria musical partiendo de la situación de acoso sexual que ella misma sufrió con un productor. Aunque los momentos en que toma la guitarra pueden llegar a romper el clímax emocional que se forma al principio del concierto la sensación final es de estar viendo un diamante en bruto: Reyez puede acercarse en un momento a Lorde y en el siguiente a Princess Nokia -sin ser sus principales influencias- y puede ir de la fragilidad a escupir rabia rapeada sin flaquear en ningún registro. Corred a escuchar “Kiddo” (17), insensatos.
Ese saber caminar por los tempos lentos se echó en falta en el mismo escenario en Slow J, que no consiguió exprimir todo lo que da de sí su muy buen debut en largo “TAOSD” (17). Esa nueva ola que puede y dice representar sonaba aquí demasiado clásica en arreglos, a medio gas, aunque en algún momento parecía recordar al primer Rejjie Snow y eso siempre es bueno. Keso, por su parte, encarnaba en el escenario pequeño la vieja escuela, aunque sus producciones están lejos de estar ancladas en el bombo-caja. El suyo fue un rap más crudo, más político, con un fraseo rico y buena voz para las melodías y los estribillos. Y como buen representante de esa vieja escuela no faltaron críticas simplonas a las nuevas tecnologías ni burlas a Future, claro. Akua Naru también fue clásica, pero por otras razones. Por mucho que se la etiquete como hip hop son sus raíces, el jazz, el funk y el neosoul el centro de su música, y aún más en directo. Formación de banda y mucho espacio para los músicos, con Naru ejerciendo de jefa con un fraseo jazzístico que a ratos recuerda a A Tribe Called Quest y otros, cómo no, a Lauryn Hill. Tópica pero inevitable la comparación. Sofisticación pero también mucha fuerza tanto a nivel vocal como rítmico.
Un poco antes de ella era Sónia Tavares quien llevaba ejercía de maestra de ceremonias en sentido tradicional al frente de The Gift, ya en el pabellón. Intentaron combinar su cara más melódica con la más experimental pero es claramente la primera la que sobresale en todo momento. Enorme Tavares a la voz y mucha más contundencia sonora de la que se espera por sus grabaciones, aunque no terminarán de aprovechar del todo la formación ampliada que llevaban. La mano de Brian Eno -productor de su último disco- también se deja de notar cuando los temas de "Altar" (17) se llevan al directo, pero en este caso el cambio es para mejor.
Continuando la línea de exhibición vocal llegaron London Grammar (foto principal). Abrieron con una “Hey Now”, la misma con la que arrancaba su debut, que ya marcaba el tono general del concierto: instrumentaciones cálidas y comedidas para que destaque la voz de Hannah Reid con cierto toque new age. A esto último ayudaban unos visuales que, honestamente, podían haberse ahorrado y que justificarían por sí mismos la existencia del término “vergüenza ajena”. Eso sí, pantalla aparte el concierto era abrumador por momentos, y el setlist combina perfectamente ese lado más solemne con los temas más cercanos a The xx. Para el repertorio que tienen, muy bien jugado.
Y aunque el cambio de tercio era fuerte llegaba por fin el mayor aliciente para muchos del festival. Único concierto en Europa de todo el verano, y único en la península este año, de Future (arriba en la foto). Un Future además que llega en un momento impecable, tras haber lanzado en febrero dos de los mejores trabajos de su discografía, probablemente superados tan solo por “DS2” (15). Y se nota que es consciente de que está en la cresta de la ola y de que lo puede mantener. Un concierto impecable y sin respiro, cargado de hits de principio a fin, con unos visuales tremendos repletos de glitches y del imaginario del de Atlanta y un grupo de bailarines que marca la diferencia y salva los papeles escénicamente. Su último gran hit, “Mask Off”, despide el concierto, pero antes repite la misma jugada que Pusha T: tira un par de colaboraciones con Drake, “Jumpman” y “Used To This”, y el “New Level” que grabó con A$AP Ferg y se mete a todo el mundo en el bolsillo. Como anécdota: las cámaras, especialmente en este pero también en otros conciertos, proyectaban en las pantallas grabando a su vez los móviles y las cámaras fotográficas del público. Una mirada que reforzaba aún más el componente contemporáneo de Future en el aspecto visual.
La noche pasaba después a la nave dispuesta para el cierre electrónico de cada jornada, esta vez con triple cartel. Primero Beatbombers, aunque solo llegamos para ver un final de set en el que enlazaron con abundancia de scratches hit tras hit -de Kendrick Lamar a Migos pasando por el propio Future- con su correspondiente collage de videoclips. Tras ellos Rocky Marsiano & Meu Kamba Sound, con formación de cuatro manos a los platos, dos a las congas y la voz y un par de bailarinas, y miradas a la música popular portuguesa y angoleña desde la electrónica. El colofón fue para CelesteMariposa, con un set que al igual que el anterior mantenía el groove de las colonias africanas con revestimiento electrónico.
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