Es una pena que hayan tenido que pasar tantos años para poder ver actuar a una banda como Su Ta Gar sobre las tablas del Teatro Arriaga de Bilbao. Siendo, como es, toda una referencia en el País Vasco y atrayendo, a su vez, a todo tipo de público durante su más de un cuarto de siglo de andadura sobre todo tipo de escenarios. Son parte del acervo cultural vasco y no se puede entender la evolución musical de Euskadi sin pasar a repostar por su extensa e interesante discografía.
En otros lugares europeos estos conciertos son más comunes. Pero aquí, sigue habiendo ciertos prejuicios que impiden que estos hechos ocurran bastante más a menudo. No es necesario ser un experto en musicología para reconocer los paralelismos que existen entre la música de estilos Metal con el periodo Clásico-Romántico que, tan a menudo, encuentra su espacio en estos teatros. A su vez, me gustaría romper una lanza en la otra dirección. Ya es hora de que la música clásica abandone más a menudo las cuatro paredes y pueda ser disfrutada en otros contextos. Tampoco comprendo la justificación que parecen querer buscar algunos, al hecho de que por fin toquen, en la edición de su nuevo trabajo ("Maitasunari pasioa", 2016). Más pausado y baladesco que en trabajos previos, pero que no deja de ser un disco de metal. Tampoco es que hayan sacado un disco con violines y flautas, abandonando las guitarras eléctricas. Pero más allá de estos lamentos, tras salir del concierto, he de reconocer que la espera ha merecido la pena.
En un teatro que prácticamente ha colgado el cartel de “No hay billetes” (exceptuando asientos que nadie quiere, por falta de visibilidad, el aforo estaba completo), se ha reunido un público que, probablemente, no haya pisado muy a menudo este tipo de recintos. Pero que, sin duda, han demostrado que quieren que esto ocurra bastante más a menudo. El ambiente durante todo el concierto ha resultado perfecto. En silencio y emocionados cuando la canción lo requería; enérgicos y activos cuando se les pedía.
El concierto arranca con tres temas de su nuevo trabajo: “Zoramena”, “Bazoaz” y “Erresistentziara kondenatuak”. Al que le siguen otros tres de trabajos previos: “Zain zure zain” ("Ametsak pilatzen", 2011), “Bere hitzen faltan” ("Jainko hilen uhartean", 2006) y “Zure argia” ("Bizirik gaude", 2013). Los temas confluyen sin problemas, todos parecen ser parte de un mismo trabajo. Predominan las guitarras acústicas con momentos más eléctricos, especialmente en las partes de los solos de Aitor Gorosabel (quien parece estar bastante recuperado y en forma, ofreciendo un recital durante todo el concierto). La banda resuelve con facilidad y Galder Arrillaga (muy animado, emocionado y reivindicativo durante todo el concierto), sostiene la base con guante de seda.
Con Aitor al teclado interpretan otros dos temas de su nuevo trabajo: “Eguna argitzean” y “Bowiek, denborari”. Este último suena espectacular. Los temas funcionan muy bien y ganan peso en directo. Le siguen otros dos del mismo álbum: “Ezer pasiorik gabe” y “Nor naizen jakin”. Emocionan. Al público se le notaba con ganas de escuchar las revisiones de temas clásicos. Y, a pesar de no haber muchas sorpresas, pues el setlist es básicamente el mismo durante toda la gira, a muchos les pilla con la pierna cambiada cuando suenan las primeras notas del instrumental: “Eskutitza” ("Munstro hilak", 1993). Con el bajista Igor Diez y el eterno Xabi Bastida sentados, lo interpretan un poco acelerados. Un tema que no es habitual en sus giras y que siempre es una delicia escuchar. Un acierto recuperarlo para esta gira.
Se abre la veda para repasar los clásicos. Tras un pequeño homenaje a Borxa Arrillaga, suenan: "Zuloaren zuloan” y “Gautxoria” ("Sentimenak jarraituz", 1996), “Zure albotik urrun banago” ("Homo sapiens?", 1999), un más que épico “Zure aurrean makurtzen naiz” ("Jaiotze basatia", 1991) para acabar cerrando con “Sumendia sutan” del último disco.
Se baja el telón con la consecuente pitada entre risas del respetable. Era obvio que el concierto no acababa ahí. Pero, la espera, mereció la pena. Vuelven a subir el telón y el imponente piano Steinway & Sons hace acto de presencia. Con Aitor solo sobre el escenario, interpreta una versión de “Haika mutil” completa al piano y le sigue el tema que cierra el último trabajo: “Erresistentziara Kondenatuak II”. Preciosas.
La traca final la abren con un “Itxaropena” ("Hortzak estuturik", 1992) coreada por todo el teatro; un “Jo ta ke” ("Jaiotze basatia", 1991) que levanta al público de los asientos; “Hitz margotuak” ("Agur jauna gizon txuriari", 1997), un “Mari” ("Jaiotze basatia", 1991) a trompicones y cierran con “Gau iluna amaitu da” en total comunión con el público. Dos horas de un buen repaso a la faceta más ligera de su carrera en un concierto único pero, que espero, no irrepetible. Muchos deseamos tener la oportunidad de disfrutar más a menudo de este tipo de conciertos en teatros. La calidad del sonido que se puede obtener en estos recintos es incomparable.
Creo que es hora de dar otro paso más. Metallica ya tuvo su "S&M". ¿Para cuándo un S&S? Ahí lo dejo…
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