La guitarra de Steve Earle no mata fascistas, como hacía la del bueno de Woody Guthrie, pero la del virginiano golpea con contundencia en las mentes políticamente correctas de su nación, de republicanos y demócratas. El propio Guthrie o Townes Van Zandt estarían muy orgullosos del señor Earle. Incluso pasarían por alto los experimentos digitales de su reciente disco. Steve Earle quiso darse una vuelta por “Washington Square Serenade”, último trabajo tras el magnífico “The Revolution Starts Now”. Quizás fuera un concierto de más a menos, porque en piezas como “Goodbye”, “Billy Austin” o “Tom Ames´ Prayer”, interpretadas en el primer tiempo, está la verdadera esencia de su música. Con “Tennessee Blues”, que abre el nuevo disco, y la aparición de Dj Neil a los mandos del tinglado tecnológico, el asunto se enfrió. Integristas de la cosa, que los hay, amenazaban con irse si Steve seguía por ese camino. Las canciones del siglo XXI (“Satellite Radio” o “Down Here Below”), en directo quedan desangeladas; suenan con más fuerza en la grabación. Pero Steve se acordó de los ‘puretas’ y tiró de dobro. Y de “Oxycontin blues”.
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