Gratísima sorpresa la que nos llevamos el miércoles con el concierto de Steph Strings, para nosotros una desconocida cantautora australiana, que durante estos días, se encuentra girando por todo el estado en la que, tal y como ella reconoció era “su primera gira internacional” y que, hasta el momento le ha llevado por Suiza para pasar posteriormente por Francia, Alemania, Reino Unido, Bélgica o Países Bajos.
La cuestión es que, como digo, yo al menos, no sabía gran cosa de Stephen Strings, más allá de los videos que pude ver, y las canciones que pude escuchar antes del concierto, para preparar un poco esta crónica. Lo primero que me sorprendió es que no tenía nada que ver con el concepto de cantautor o cantautora habitual que tenemos en mente, sino que es una auténtica virtuosa de la guitarra que, además, sabe llenar todos los espacios y crear unas atmósferas especiales y únicas en cada canción.
Así que, ahí fuimos, a Kutxa Beltza, la sala pequeña del Kafe Antzokia –también conocida como el “antxiki”- con toda la ilusión y con la curiosidad del que sabe que va a presenciar algo fuera de lo común, algo que, por cierto es más que difícil en estos tiempos, cuando parece que todo está inventado.
La artista salió al escenario en formato solista, y para calentar interpretó un par de piezas instrumentales, en las que se acompañó de armónica y sendos complementos en los pies, para ejecutar los sonidos del bombo y el charles, a la vez que tocaba la guitarra, de la que emanaba un sonido limpísimo, demostrando su virtuosismo, en la técnica del fingerpicking primero, y dando cera cuando cogía la púa, en sonidos que se movían entre el rock y el folk. Un inicio de concierto más que alentador, al que siguió la interpretación de uno de sus últimos temas, ‘Joyours’, donde abordó sonidos más pop, aunque dejando claro al final de la canción que no iba a bajar el pedal del acelerador.
A continuación, continuó con su amplio catálogo de ritmos, con sonidos fronterizos, mientras interactuaba constantemente con un público totalmente metido en el concierto, y demostraba una gran capacidad para conectar con la gente, explicando en profundidad cada tema y mostrándose encantada de estar en Bilbao.
Tonos western oscuros para ‘Catacombs’, con la que crea una atmósfera sobrecogedora que se adueña del local, para posteriormente, cambiar radicalmente de rollo y, tras explicar sus raíces irlandesas, interpretar ‘Wildfire’, otro instrumental donde, efectivamente, sale a relucir su sangre europea, emulando en algunas partes de la canción a unos Dropkick Murphys desenchufados. Le seguiría un ‘Dusty Road’, con un espíritu hippie evidente, explicado por la propia Strings, y una melodía alegre, que desborda optimismo y buen rollo.
En la parte final del bolo, la comunión entre artista y público ya era imparable y se notaba que ella se encontraba cómoda en esa situación, y no dejaba de lucirse a las seis cuerdas, mostrando su habilidad y rapidez en punteos ejecutados a velocidades endiabladas, mientras no paraba de hacer llamamientos para que los y las asistentes al concierto participáramos en la fiesta, aplaudiendo y coreando los estribillos.
Tras una hora de magia, la australiana ponía punto y final al concierto al ritmo de ‘Lion’, acabando rockera y ovacionada por todos los que tuvimos la suerte de presenciar una auténtica lección de virtuosismo y buen gusto musical en muchos aspectos.
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