La Sala Capitol se llenó para recibir a Standstill de la mano de SON Estrella Galicia. Un evento que, como ocurre con muchas giras de regreso, podría haber caído en la trampa de la nostalgia fácil. Sin embargo, lo ocurrido sobre el escenario fue mucho más que un desfile de éxitos pasados. El grupo se encuentra en un estado de forma apoteósico, a pesar de no sumar material nuevo. Enric Montefusco y los suyos hicieron un grandísimo repaso a una gran parte de su discografía, incluyendo hasta un guiño a su etapa hardcore en inglés, aunque los himnos más coreados fueran de, sobre todo, sus últimos tres discos editados hasta la fecha.
Entre sus filas están músicos históricos de nuestro país como Ricky Falkner, Ricky Lavado, el propio Montefusco o el excelso Piti Elvira, pero que vitan apoyarse en esa etiqueta y acomodarse. En directo, capturan algo que parece casi imposible para muchas bandas: un escalofrío. Muchas veces encerrado en un verso o en un arreglo que quiebra el aire. Esa tensión constante entre lo que está por venir y lo que acaba de pasar es lo que hace que su música sea más que una colección de temas.
Una deuda saldada con la banda, conteniendo lágrimas y consciente y temeroso de estar viviendo un momento irrepetible. Porque Standstill no se limita a tocar canciones; construyen un universo sonoro donde la pausa y el caos se encuentran en un equilibrio tan frágil como emocionante. La Capitol no fue solo testigo de un concierto, sino de una experiencia que no deja indiferente y reconcilia el pasado con el presente. Porque, si algo demostraron Standstill en Santiago, es que regresar no siempre significa quedarse atrapado en lo que ya fue. Al contrario, a veces es la excusa perfecta para recordar por qué fueron (y son) tan increíbles.
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