Desde Ceuta con algo de amor
ConciertosSoto Asa

Desde Ceuta con algo de amor

6 / 10
Carlos de Navascués Martínez — 14-11-2023
Fecha — 09 noviembre, 2023
Sala — Zentral
Fotografía — Javier Escorzo

Ay, el marketing. Ay, la viralidad. Qué frágiles y qué insólitos. Soto Asa ha prometido, a través de Instagram, sortear su coche -ni más ni menos que el Hyundai Coupé que da nombre a su tercer álbum, completamente equipado y con la ITV recién pasada- entre los asistentes a los conciertos de su nueva gira. No estoy seguro de que haya resultado ser un reclamo especialmente eficaz, ya que la fila que se forma a las puertas de Zentral es la misma, prácticamente, que uno podría esperar un jueves en el concierto de cualquier otro artista del género. Curiosamente el público de Soto Asa es mucho más fácil de clasificar que su música: entre los 16 y los 25 años, chándal y zapas, y los tatuajes -quien los tenga- bien a la vista. Bueno, algún menor de 16 tiene que haber, ya que se arma revuelo cuando el personal de seguridad empieza a pedir DNIs. Pocas sorpresas entre el público, por lo demás.

Un símbolo del ying y el yang iluminado por luces LED preside el escenario durante la hora y media que pasa entre la apertura de puertas y el comienzo del concierto. Se echa de menos a un DJ a cargo del warm-up, sustituido por una playlist de Spotify con dudosa o nula relación con la música y el espíritu del ceutí, y que a duras penas anima a un público con ganas de fiesta más que evidentes. El aburrimiento consigue que, de repente, me fije en que aquel logo LED del ying y el yang gira sobre sí mismo, lenta y tímidamente, como queriendo inducir cierto sopor en los asistentes.

La música se corta abruptamente, y comienza a sonar el “Ave María” (el de Schubert, no el de David Bisbal), que pasa a mezclarse con un beat de trap pareciendo anunciar al artista. Por fin, y pasados sus buenos quince minutos de las 20:30, aparece el protagonista de la noche. Soto Asa, por supuesto con gafas de sol, esconde su icónico peinado en forma de swoosh de Nike bajo un pañuelo y una gorra, y empuña una botella de Malibú que no tarda en ofrecer a las primeras filas. Le acompaña en el escenario Karpio, figura inseparable del artista que ejerce como una mezcla de mánager, productor y compañero de batallas varias.

Soto presenta su nuevo trabajo, "SWEG777" (Autoeditado, 2023), una mixtape con sabor a recopilatorio que incluye cinco clásicos lanzados como singles entre 2017 y 2022 a los que se intenta dar nueva vida editándolos junto a otros cinco temas inéditos, con un marcado sonido trap que se aleja de las influencias reggaetón que han acompañado al artista en los últimos años.

El tibetano se ha hecho de rogar y el público responde calurosamente. Las tres primeras canciones son incontestables. Abre el concierto "Ki 777", que suena igual de futurista en directo, aunque claramente más caótica, seguida de "Dolce y Kiyaera", algunos de los temas más coreables del repertorio. Los graves de "FLEXXXXX" abarrotan la sala. Es curioso fijarse en que el tag del icónico pero caído en desgracia productor Marvin Cruz ha sido cortado de la canción. Los visuales, que pasan de renders sencillos de inspiración vaporwave a videoclips de algunas canciones, no están de más aunque tampoco consiguen aportar nada al espectáculo.

Después de la primera toma de contacto, y aunque siguen apareciendo esporádicamente algunos de los demás temas más conocidos de Soto Asa, la cosa se apaga un poco. Soto intenta jalear a las últimas filas y los laterales de la sala sin mucho éxito. Musicalmente no consigue ubicarse, aunque lo intenta, adaptándose a las instrumentales con su desidia característica y apoyándose -tal vez demasiado- en la energía desbordante de Karpio. En uno de estos momentos, tal vez para levantar los ánimos, Soto se descubre la cabeza unos segundos para revelar su inimitable peinado y echarse unas selfies con los fieles. Otro de los momentos con más apoyo del público, para sorpresa de nadie, sucede cuando Soto pide ruido para Bad Gyal al terminar una bien ejecutada "Tra". Inmediatamente después, y con la sala más expectante que en cualquier otro momento -móviles en alto y demás- Soto, Karpio y su DJ abandonan sin explicaciones el escenario, dejando al público con la compañía de In Da Club de 50 Cent. Miradas de confusión, tal vez miedo, entre el público. Después suena Jay Z, y algunos de los asistentes, los más jóvenes, comienzan a abandonar la sala, claramente creyendo que el show ha terminado. Otros chicos intentan convencer a estos alevines de que Soto va a volver, y que le faltan por soltar algunos de los hits más importantes. Igualmente varias cuadrillas desaparecen de Zentral, y no parecen especialmente extasiados.

Soto vuelve antes de lo que podría esperarse, en realidad, con energías renovadas y la gorra hacia atrás. Por lo demás, musicalmente, todo sigue igual; aunque el repertorio juega a su favor. Esta segunda mitad comienza con "Smartphone", el omnipresente himno que firma con La Zowi; una canción que el público canta de principio a final sin bajar la energía en ningún momento. Se suceden los temas en ráfaga, algunos cortados a la mitad, otros aprovechando sólo el estribillo. En un momento Karpio, al que hay que reconocer una especial incombustibilidad, se queja de que no se sabe la letra de alguna canción. En este punto del concierto llevamos veinte tracks, lo cierto es que hay que disculpar al corista. En esta última fase hay algún highlight suelto, como en el hipnótico hip-house de "Klub", pero en general Soto exhibe un balbuceo vacilón que no consigue empastar con los beats como debiera. Tampoco se puede perdonar la estridencia de los gallos que se escapan en el estribillo de "Me Gustaron Tus Nai", aunque Soto sale indemne al pedir ruido para Yung Beef al terminar la canción, generando otro de los momentos más calurosos entre el público. Aun así es aquí cuando una chica a mi lado comenta cínicamente en alto “Soto Asa, devuélveme la entrada”. Poco después, de hecho y como si la hubiera oído, Soto decide agradecer al público el acudir al concierto, sabiendo lo que cuestan sus entradas, “que sé que no son baratas”. Un momento sincero, igual que cuando pide ruido para los camareros y el personal de la sala, detalle que escucho cada vez menos y siempre se agradece. Hay un par más de momentos dedicados al público, lanzando camisetas y subiendo a un chaval al escenario a hacer el paripé -sin mucha gracia, la verdad, por parte de nadie-, pero hasta la última canción el ambiente no se recupera. El cierre, con "Jugador 9", endulza la sensación general de un concierto que parece preparado con prisas, demasiado largo y de alguna manera anclado en el pasado. El protagonismo de la mixtape que presenta Soto Asa es nulo, y el concierto lo apuntalan las -numerosas, eso sí- canciones del repertorio que llevan sin fallar desde el comienzo de su carrera.

Si que parece que este show es más cercano a aquellos conciertos caóticos y chamánicos de la escena urbana nacional en 2018, cuando perdonábamos sin ningún remordimiento a los artistas la falta de preparación y profesionalidad en favor del gamberreo y la creatividad espontánea. Buenos tiempos que hemos aprendido a superar. El show de Soto Asa es divertido, eso es indudable, pero a estas alturas podemos, y tal vez debemos, exigir más.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.