Un sueño hecho realidad
ConciertosSonorama Ribera Ibiza

Un sueño hecho realidad

10 / 10
Tomas Mayo — 08-10-2021
Empresa — Sonorama Ribera
Fecha — 03 octubre, 2021
Sala — Recinto del Festival
Fotografía — Gloria NM

La idea de celebrar Sonorama Ribera, un festival tan vinculado a la localidad burgalesa de Aranda Duero, en la paradisiaca Ibiza parecía una locura. Y bueno, la verdad es que lo ha sido. Una maravillosa locura que no van a olvidar en su vida ni el público (apenas 350 personas) ni los artistas que este fin de semana se trasladaron hasta la isla. Un sueño que ha sido posible gracias a la perseverancia e imaginación de la organización y el grupo hotelero Concept Hotel Group.

A lo largo de tres días más de 30 conciertos se alternaron entre los dos escenarios principales, situados en los espectaculares Paradiso Art Hotel y Romeo's Ibiza Motel & Diner. Una excepcional localización que convirtió el festival en una experiencia incomparable. Había muchas dudas con respecto al formato - acústico y semi-electro - pero resultó ser el más idóneo para el privilegiado entorno y el reducidísimo aforo. Además, las actuales medidas sanitarias propiciaron la posibilidad de volver a bailar frente a un escenario (con mascarilla), lo que permitió a los asistentes recuperar sensaciones prácticamente olvidadas… o incluso nunca vividas. Porque el ecléctico cartel incluía tanto a bandas habituales en el circuito de festivales pre-pandémico (Sidonie, La Habitación Roja) como a otras que prácticamente nunca antes habían actuado frente a una multitud danzante (Ginebras, Arde Bogotá).

La celebración de los conciertos se complementaba con otras actividades como charlas, presentaciones y catas de vino en distintos emplazamientos. Incluso, en la jornada inaugural, se estrenó el documental "Esplendor y caída de The Garlic Phantoms”. Pero la parte estrictamente musical arrancaba el viernes con el pop alienígena de Maren y el electro melancólico de Algora. Los primeros (y aún tímidos) saltos del festival llegarían con el enérgico directo de los madrileños Karavana. Con pildorazos de pop-rock como “Strokes” o “Madrid” es imposible quedarse quieto.

El gran Tomasito fue el primer artista en finiquitar su concierto con una zambullida en la piscina del Romeo’s… pero no sería el último. El arte y la guasa del gaditano son insuperables y además tiene la mejor versión de “Back In Black” (AC/DC) que existe. Después llegaría el turno de la banda ibicenca Uncle Sal, un veterano combo de rock sureño muy celebrado por el público local. Mientras, el synth-pop de Kuve (alter-ego de la cantante y compositora Maryan Frutos) proporcionó los primeros bailes del día.

Nada Surf

Así estaban las cosas cuando se anunció el concierto sorpresa de la jornada; nada menos que Nada Surf. La veterana banda de indie-rock neoyorkina tenía que estar en esta edición deluxe de Sonorama por varios motivos. Son una de las bandas de cabecera del festival y su bajista, Daniel Lorca, dispone de una vivienda en la isla.

Delaporte dieron al público exactamente lo que se esperaba de ellos: zapatilla. El dúo ítalo-madrileño puso el festival patas arriba con su pop bakalaero. Se sudó más que en una clase de spinning. La Habitación Roja, esta vez en formato reducido, emocionaron con un repertorio en el que no faltaron auténticos himnos festivaleros como “Indestructibles” o “Ayer”. Aquello ya parecía un festival de los de siempre; sobretodo porque después tocaban Niños Mutantes - otra banda con canciones omnipresentes en estas citas - y el cierre corría a cargo de ELYELLA con una de sus apoteósicas sesiones con performance.

En la segunda jornada pudimos disfrutar del folclore burgalés de Gara Durán, del rock n’roll de la banda ibicenca Billy Flamingos (con la participación del guitarrista de Miss Caffeina) o del pop juguetón del arandino Barry B. Directamente desde Mallorca (“he venido nadando”), L.A. ofreció un recital íntimo en el que desgranó las texturas acústicas de su nuevo LP Evergreen Oak. También presenciamos la fusión de electrónica y canción de autor del dúo Siloé, el cálido soul de Jack Bisonte o el rap clasicote de Rayden (contrabajo incluido).

Aunque para clásicos Los Secretos. Capitaneados por Alvaro Urquijo (con su hermano Enrique siempre en el recuerdo), el grupo más longevo del cartel ofreció un recital cargado de nostalgia, repasando las canciones más emblemáticas de sus ya 40 años de carrera (“Ojos de gata”, “Déjame”). En el extremo opuesto los recién llegados Arde Bogotá, cuyo primer LP se publicó hace apenas un mes, arrasaron entre el público más joven, que abarrotó el escenario del Romeo’s. Había mucho hype con la banda y lo cierto es que no defraudaron. El cuarteto murciano tiene una tendencia a lo grandilocuente (esa voz de barítono) que equilibra con la velocidad y energía de su potente sección rítmica. Fue un bolazo.

Sidonie

¡Y qué decir de Sidonie! Los catalanes van sobradísimos de oficio sobre las tablas y saben perfectamente cómo meterse al público en el bolsillo. Sus conciertos son como una celebración; interludios divertidos, invitados sorpresa (en este caso Ginebras y Eric Jimenez de Los Planetas que andaba por allí presentando su libro) y, sobre todo, canciones híper pegadizas. La fiesta siguió imparable con el disco-pop “hortera” de Varry Brava y el petardeo electro-folclórico de Ladilla Rusa, el grupo sorpresa de la noche.

La tercera y última jornada arrancó con el finísimo surf rock de la mexicana Bratty, el pop con cadencias R&B de Kimberley Tell y el folk electrónico de St Woods. que nos desgarró con su sensibilidad (a la guitarra y al teclado) y su extraordinaria voz. No por nada le llaman “el Bon Iver español”. Y de canción de autor fue la tarde porque Marwan y Funambulista ofrecieron sendos recitales sin banda. Las actuaciones de ambos trovadores reconvertidos en atípicas estrellas del pop se saldaron con colaboraciones mutuas (“Cómo hacer que vuelvas” y “Demasiado buena”). Sus conciertos fueron tan cercanos como ver a unos amigos tocando en el salón de tu casa.

Paralelamente en el escenario Paradiso el indie reinaba con los madrileños Comandante Twin y los murcianos Nunatak. Estos últimos invitaron al escenario a sus paisanos Kuve y Antonio García (cantante de Arde Bogotá) para interpretar “Sol y Sal”, su himno contra el asedio que sufre el mar menor. En esas estábamos cuando apareció en escena Queralt Lahoz. Palabras mayores. Su fusión de ritmos urbanos, flamenco y bolero presagiaba un concierto diferente. Pero es que además, la de Barcelona canta, baila y es poseedora de un impresionante presencia escénica. Imposible no rendirse a su talento.

Ginebras

Otro de los conciertos más esperados de esta edición fue sin duda el de Ginebras. El éxito de la banda madrileña empezó a despuntar en plena pandemia y había muchas ganas de saltar al fin con su pop-punk ramoniano. Sus canciones tienen el poder de generar alegría instantánea. Por sus divertidas letras, sí, pero también por sus ritmos y sus brillantes melodías de guitarra. Sus conciertos son una explosión de entusiasmo y buen rollo. Disfrutamos como enanos.

Y está fue quizás la noche de los grandes conciertos porque Joe Crepúsculo dió un show de nivel. El tío nunca falla. Si al irresistible groove discotequero de “Música para adultos” o “Mi fábrica de baile” le sumas una banda de músicazos de americana (Aaron Rux & The Crying Cowboys) el resultado es una bomba. La actuación finalizó con “un nuevo tema” que resultó ser una bizarra versión de “Another One Bites The Dust” (Queen) rebautízada “Aquí va uno que se va”. Bueno, realmente finalizó con Crepus en el mismo lugar que su colega Tomasito: en la piscina.

El festival se cerró con el concierto del grupo fetiche por excelencia de Sonorama Ribera: Shinova. El pop-rock épico de la banda bizkania envolvió el fin del festival en un halo de grandiosidad bucólica. Especialmente porque justo cuando arrancó la última canción (“Te debo una canción”) comenzó a llover sobre la isla. Un epílogo de lo más poético para un fin de semana de ensueño.

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