Cada rincón de Aranda de Duero es Sonorama Ribera. El que es uno de los festivales referentes del panorama nacional independiente no se entiende si no se aprecia como la suma de un centenar de factores que configuran una marca que este año alcanzaba su vigésimo asalto. El pueblo, sus escenarios, sus bares, el recinto del festival, el camping, los clubs, su gente… Todo en Sonorama respira una brisa inconfundible que lo convierte en una experiencia más allá de la música. Un festival que ha sabido desarrollar una comunidad y orgullo propios que empujan hasta al más escéptico a decir: “sí, yo también estuve allí”. Resulta imposible llevar a cabo un análisis exhaustivo y preciso de la cantidad de artistas (más de 250) que se dejaron caer por el veinte aniversario de la cita arandina, pero esta aproximación intenta ser un ejercicio humilde para transmitir lo que allí, en Aranda, ante 100.000 asistentes, ocurrió.
Miércoles 9
Para los más madrugadores, en el escenario Desperados del camping (estancia obligatoria), se presentaba el miércoles un cartel de lujo capitaneado por Amaro Ferreiro, Luis Brea y el Miedo, Varry Brava y unos inconmensurables Rufus T. Firefly (hablaremos más adelante). Desde el primer momento la cantidad de público que se agolpaba en el stage ampliado para la ocasión vislumbraba que nos íbamos a encontrar con una de las ediciones con más asistencia de la historia del festival. Y también más ambiciosas, por medio de unos directos enérgicos y un sonido sobresaliente para un escenario de acampada.
Jueves 10
Ya en la segunda jornada se iniciaba el grueso de la programación. Tras Morgan y Kuve en la famosa Plaza del Trigo, que demostraron por qué se han hecho un hueco en el panorama independiente en este 2017, Mikel Erentxun se erigía como la primera de las sorpresas del aniversario. El donostiarra, con un público entregado, hizo vibrar hasta a los más reticentes en un concierto que explotó cuando sus “Cien gaviotas” echaron a volar, demostrando que el homenaje de Sonorama a la música española iba mucho más allá de las jóvenes generaciones.
A pesar de algunos problemas de masificación en las colas, los más precavidos pudieron acceder sin problemas al recinto para presenciar el concierto de un Nacho Vegas, bien rodeado por su banda, y que puso la nota política al festival con canciones apocalípticas como “Cómo hacer crac” y “La gran broma final”, sin olvidarse otros grandes éxitos como “El hombre que casi conoció a Michi Panero” o “Lo que comen las brujas”. Poco después de que Anni B Sweet se hiciera grande en el Escenario Aranda, llegaba el momentazo de la 20 edición del festival. “Rincón Exquisito”, “La mujer de verde”, “Emborracharme”, “Ayer”, “Planeador”, “Turnedo”, “A cualquier otra parte” o “Ser Brigada” son una pequeña muestra de que la música independiente española de las últimas dos décadas se ha convertido en un género en sí misma.
Era el momento del concierto 20 años de Sonorama, que estuvo capitaneado por Charlie Bautista y contó con la presencia de artistas de la talla de Sean Frutos de Second, Mikel de Izal, Abraham Boba de León Benavente, Lichis, Iván Ferreiro, Gabriel De la Rosa o Xoel López, entre otros muchos, que brindaron el que, posiblemente, sea el concierto más mágico de la historia del festival. Todos los presentes sabían que se encontraban ante un acontecimiento irrepetible, que se cerró con una “Que no” con buena parte de la Champions League de la música española cantando sobre el escenario.
Del éxtasis se pasó a la que posiblemente fue la mayor crisis del Sonorama en esta edición, con unos Dorian que tuvieron que cancelar su concierto tras varios fallos de sonido consecutivos. No cabe duda que volverán como cabezas al escenario principal, eso seguro. A la par, centenares de personas aguardaban haciendo cola en el exterior del recinto en unos problemas de masificación que no volverían a repetirse el resto del festival.
Todo ello para ver a uno de los triunfadores de la jornada. Seguidores de todas las edades se concentraron frente al escenario principal para escuchar esas canciones que habían formado parte de la banda sonora de varias generaciones, como “Cadillac solitario”, “El ritmo del garaje” o “Feo, fuerte y formal”. Loquillo desplegó un setlist incontestable con su pose canallesca habitual y un público que coreaba cada una de sus líneas.
Pero si Loquillo triunfó, Amaral brilló. La voz de Eva llenó todos los rincones del Sonorama con un derroche vocal y una fuerza envolvente que les ha llevado a trascender las barreras del mainstream. Nocturnal (2015), su último trabajo, tuvo su hueco, pero también “Estrella de mar”, “Hacia lo salvaje” o “Moriría por vos”, entre otras, que hermanaron a todo el público del escenario principal.
Viernes 11
Sería casi un crimen no empezar hablando de la jornada del viernes sin mencionar el bolazo de Rufus T. Firefly en Le Club. Y es que Sonorama es eso, mucho más que grandes escenarios. Los de Aranjuez hicieron valer su reciente ‘Magnolia’, uno de los discos más interesantes de este año, por medio de un despliegue psicodélico que estuvo en todo momento acompañado por un público entregado. ¿El resultado? Uno de los conciertos más grandes e íntimos de la historia del festival y un billete que se llevaron los madrileños para tocar todos los días del Sonorama en diferentes localizaciones y por diferentes motivos.
Tras ellos, León Benavente reventaba la Plaza del Trigo con temas como “Tipo D”, “Ánimo valiente” o una salvaje “Soy Brigada”. Y por su parte, Javier Vielba, musicalmente conocido como El Meister, hacía doblete en este 20 Sonorama. Mientras el jueves sorprendía a la Plaza del Trigo con los Arizona Baby, el viernes presentaba el primer trabajo de su proyecto en solitario, “Bestiario” (2014), en uno de los escenarios desplegados por la geografía arandina y en un ambiente más familiar.
Familiar también fue el homenaje del viernes a la escena pop gallega. Todo comenzaba con Iván Ferreiro, que sigue rodando con su último elepé “Casa” (2016), y que no defraudó ni a iniciados ni a incondicionales con “Extrema pobreza”, “Años 80”, o “El equilibrio es imposible”. Su compatriota Xoel López, que también estaba de aniversario, reventó su concierto de influencias latinas y buen rollo. “Tierra”, “Historia universal” o “Que no”, entre otras, fueron las culpables. Mención aparte merece el directo de Novedades Carminha a los que se les quedó pequeño el escenario Aranda de Duero. El pelotazo que han dado este año tiene su fundamento en temas como “Antigua pero moderna”, “Que dios reparta fuerte”, su prácticamente mejorada versión de “Cariñito” y ese final con Los Saicos que es una declaración de intenciones. Pura demolición.
La tercera jornada de Sonorama, que fue la más aclamada, contó también grandes actuaciones como Leiva, que desató el griterío con temas de etapas pasadas; La Casa Azul, con un directo como al que ya nos tienen acostumbrados, impecable; Fangoria, cumpliendo su papel pero con un medley atosigante para acabar; y Sidonie, que desataron el incendio del respetable con temas como “Carreteras infinitas” o “Estáis aquí”.
Sábado 12
Ya en la última jornada grande Izal serían la sorpresa de la Plaza del Trigo (con un titular de setlist que desató la sorpresa en las redes) mientras Ángel Stanich desbordaba el escenario María Pacheco en su formato acústico, acompañado únicamente de su batería Lete Moreno. Las canciones de su nuevo EP “Siboney” (2017) recibieron una gran acogida demostrando así que han sido bien recibidas por sus fans, siendo la explosiva “Metralleta Joe” el broche final al concierto. Llegados al recinto, Viva Suecia hicieron su valer su potente directo abriendo el escenario principal en un show coreado hasta el fin por una legión de fans que han hecho sold out por toda la Península. “A dónde ir”, “Bien por ti” o “Permiso o Perdón” marcaron el guion. Coincidían en horario Santiago Auserón+Sexy Sadie con los pamploneses Kokoshca y decidimos irnos al Escenario Burgos para disfrutar del directo de los segundos que, con una notable afluencia, hicieron valer hits de su último trabajo como “No queda nada” junto a míticos como “La fuerza”. La mala noticia, ese final redondo con “No volveré” que no pudo ser por falta de tiempo. Igual de efectivos y contundentes sonaron los también navarros Berri Txarrak en un Aranda de Duero repleto para el derroche rock de una de las bandas en euskera más internacionales, sino la que más. El cierre con “Denak ez du balio”, el medley de “Kids” y “Around the world” con Oreka y, por último, la nostálgica “Oihu” fueron las encargadas de cerrar un directo sobresaliente.
A continuación, los granadinos Lori Meyers, uno de los platos fuertes de la jornada, subían al escenario principal en uno de los directos con mayor afluencia de público del festival pero dejándonos a la vez un sabor agridulce. Aunque el sonido no estuvo a la altura, todavía hubo tiempo para el desenfreno en canciones como “Luces de neón” y “Mi realidad”. Seguro que no era el directo que ellos habían imaginado.
El propio Ribera del Duero era también el escenario para una más de las sorpresas del festival, con esa ‘Tarta de cumpleaños’ que era ya casi un secreto a voces. No podían ser otros: Los Planetas. Generando con su directo como siempre amores y odios incondicionales (esto último especialmente entre el público más joven), los de Jota desplegaron un setlist inagotable de inicio a fin. “Segundo premio” fue la encargada de soplar las velas de un directo que estuvo acompañado de las nuevas “Islamabad” o “Zona autónoma permanente” y otros éxitos como “Un buen día”, “David y Claudia” o “De viaje”. Indudablemente no había mejor banda para representar las últimas décadas de historia de la música española. Asimismo, a pesar del importante solape, El Drogas conquistaba el escenario Origen y Destino con un show repleto de referencias a Barricada y un público deseoso del pogo de rigor en canciones como “No hay tregua” o “En blanco y negro”.
También los zestoarras Grises, que competían con Shinova, ofrecieron un concierto a la altura de la cita. “Animal”, “Parfait” o el cierre con “Avestruz” marcaron la pauta de un directo al que solo le faltó algo más de volumen. Por su parte, Shinova envolvían el escenario principal del festival en la que es una de las progresiones musicales más sorprendentes de los últimos años. “Volver”, “Para cambiar el mundo” y “Viajero” tienen la culpa. Tras el concierto con final pirotécnico incluido de Shinova, la organización del festival aún se guardaba un as bajo la manga, por lo que muchos se quedaron a la espera. Aunque sonados eran los deseos de los agolpados en el Escenario Aranda de Duero de ver a los madrileños Vetusta Morla, fueron Monarchy los encargados de cerrarlo, rompiendo así el propósito de un festival cien por cien nacional pero haciendo disfrutar por medio de canciones como “Maybe I’m crazy” a todos aquellos que seguían con ganas de fiesta.
Aunque el cierre de ésta no se daría hasta el bolo conjunto de Amable y Eme Dj que navegaron por el pop más bailable de las últimas décadas en una sesión en la que sonó desde The Clash y Jamiroquai hasta Azealia Banks y Deluxe, pasando por Franz Ferdinand o Red Hot Chili Peppers.
Domingo 13
Una gran ovación se merece Sidonie por su homenaje a Supersubmarina organizado por sorpresa en la Plaza del Trigo, que contó con la colaboración de Víctor Cabezuelo y Julia Martín de Rufus T.Firefly, Gabriel de la Mora de Shinova, Jorge y José de La Habitación Roja o Mikel Izal y Alejandro Jordá de Izal. Bonito gesto dirigido a una de las bandas que volverá a pisar Aranda a lo grande en cuanto complete su recuperación. Igual de reseñables fueron los conciertos que dieron Depedro y Villanueva en sendos escenarios del pueblo para cerrar junto a Tachenko y Camela (sí) un veinte aniversario que quedará para siempre como uno de los más completos, eclécticos y sorprendentes de su historia. Disculpad que acabemos con el tópico pero es así: la vida es eso que pasa entre Sonorama y Sonorama. Hasta 2018.
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