Dicen que donde fuiste feliz, no debes intentar volver, pero el destino y las ganas de revivir las buenas sensaciones que nos dejó Lanzarote, su gente y un festival de entorno y espíritu único, nos hace volar de nuevo a la tierra de las montañas de fuego.
Nos acercamos a La Geria, un lugar utópico (reserva protegida de la biosfera) y, como si aterrizáramos por primera vez en otro planeta, los genuinos y casi marcianos paisajes volcánicos nos rodean y vuelven a sorprender, con esa lava dormida que se extiende por cada palmo y las viñas espaciales mirando a los ojos al viento.
Hoy es la fiesta grande de Sonidos Líquidos, pero estos días de vino y cactus, de música y mucho más, comenzaron hace semanas con el punk afilado de los madrileños Biznaga, un concierto experience maridado por la bodega El Grifo y gastronomía isleña elegida con mimo para la ocasión. Más de 250 personas disfrutaron de un “Domingo especialmente alegre”, con la banda desgranando su último y sobresaliente “Bremen no existe” (22), más un buen puñado de clásicos incontestables de su enérgico y adictivo cancionero. La pólvora siguió su curso y, dentro de la programación especial del festival, durante los dos días previos (jueves 8 y viernes 9) a la gran celebración que nos ocupa, tuvieron lugar en la Sala Buñuel de El Almacén (mítico espacio y unos de los epicentros culturales de Arrecife), dos conciertos que dejaron huella entre los asistentes que abarrotaron la sala.
Primero fue el turno de los burgaleses Fetén Fetén, con una propuesta para el recuerdo que hizo las delicias de melómanos musiqueros y cinéfilos a partes iguales: proyección de la genial “El milagro de P. Tinto” de Javier Fresser, mientras Jorge Arribas y Diego Galaz ponían la banda sonora a la película en directo, derrochando la maestría instrumental y la amplia paleta sonora a las que nos tienen acostumbrados. Mismo marco para que la joven murciana Hoonine desplegará el viernes todo su poderío y magnetismo, presentando su disco debut “Roca roja” (22), uniéndonos y levantándonos de las butacas, abriendo y sanando heridas, con atmósferas electrónicas y una resplandeciente voz, rebosante de sensibilidad y fuerza. Nos atamos a su raíz y vamos dónde no dice en “Charco”, nos estruja y taladra con ese “no sirvió” de “Besé a Aramís”, y nos presenta varios adelantos, incluido el tema que acaba de estrenar en plataformas hace horas, “Con todo y con eso”. Ordenadores, teclados y guitarra eléctrica… todo con una despampanante naturalidad y cercanía que encandila de principio a fin. Sala en pie y penúltimo baile con “Lo que queda”, seguida de la emotiva “Vida en Moreras”. El festival anuncia sorpresa: Hoonine se viene a la gran verbena de La Geria, así que hay otra oportunidad para disfrutarla.
Paréntesis para recordar que, también en El Almacén, esta vez programado por La Grulla (otro lugar altamente recomendable de Arrecife), pudimos gozar, días atrás, del espectacular concierto del genuino Quentin Gas, electrónica y quejíos que pusieron la Sala Buñuel boca abajo y que aún resonaban por sus cuatro paredes y butacas.
Bajamos de nuestra guagua lanzadera, única manera de llegar hoy al destino utópico de La Geria, y una de la infinidad de medidas tomadas por el festival, dejando claro que el compromiso ambiental es creciente y una de las indiscutibles señas de identidad de Sonidos Líquidos. Comienzan los primeros reencuentros y brindis (vinos de las bodegas El Grifo y La Geria van y vienen), con la banda canaria Tabaiba y su pegadiza fusión de ska, salsa, reggae y cumbia que hace sudar de lo lindo a las primeras y primeros valientes que comienzan a colorear el recinto.
El conocido DJ Checha Tambo, desde las alturas del segundo escenario, es el encargado de seguir echando madera sonora para que la fiesta no decaiga entre concierto y concierto, junto a la vibrante y adictiva pichada de una Ifara Melián que resplandece con luz propia entre neones.
A quemarropa nos impacta el primer y gran descubrimiento del festival, las californianas, afincadas en Nueva York y con todo su aterciopelado underground por las venas, Miranda and The Beat. Acierto total de los organizadores. Revientan termómetros en pocos parpadeos con incendiario punk setentero y futurista, garage y mucha rock and roll actitud, además de una brumosa y salvaje oscuridad que las emparenta con los Siouxsie and the Banshees más eléctricos y efervescentes. A medio camino de los primerísimos Yeah Yeah Yeahs y de la Matiel más desenfrenada. Recorren y nos arrojan a la cara su debut homónimo, “Miranda & The Beat” (23), conquistándonos con cada zarpazo, con Miranda al mando, y dejándonos con ganas de mucho más.
Con la tarde a punto de caramelo, sale Jairo Zavala con su portentosa banda fraguada en mil batallas y La Geria, al completo, se deja llevar y, feliz, se siente “Como el viento”. Depedro nunca fallan y las 3.000 personas que abarrotan esta edición de Sonidos Líquidos, no para de cantar, saltar y bailar cada canción: de “Hombre bueno” a “Te sigo soñando”, de la brisa de “Diciembre” a unas “Nubes de papel” que hacen temblar de emoción el suelo volcánico que pisamos. La “Fiesta” alcanza comunión total con versión volcánica de Serrat, pasando por una “Llorona” en la que nos habríamos quedado a vivir la eternidad y un día, y acabose con la banda y Jairo bajando del escenario y tocando entre el público, trompeta al aire y todos a una. No se puede dar más.
Antes, volvimos a bailar con Hoonine, esta vez cerca de las nubes, desde donde, poco después, Dûpré, suben las pulsaciones y acompañan la caída del sol, banda local que deja muy buen sabor de boca a base de rock & roll y quemar las naves en cada apasionada interpretación. Otra alegría inesperada.
Arde Bogotá
No hay escapatoria, con el aún humeante “Cowboys de la A3” (23) bajo el brazo, sueltan a “Los perros” sin que nos demos cuenta y Arde Lanzarote como si Timanfaya hubiera despertado con la fuerza de la primera vez. Arde Bogotá venían de jugar en casa y reventar la plaza de toros de Murcia, hacen lo propio en tierras volcánicas. Un vendaval de riffs afilados y una base rítmica que nos vence por aplastamiento, con una voz que parece surgir del centro más incandescente del planeta. Cinco chavales que, con tan sólo dos discos sobre la mesa, dan la sensación de llevar en esto muchos lustros, bombardeando La Geria sin pausa con una tromba de hits que más de una banda que viene de vuelta quisiera firmar. De la titular “Cowboys de la A3” a “Todos mis amigos están (hoy, ¡contentos!) tristes”, a la pegadiza y potente “Qué vida tan dura”, que el público canta como si ya fuera un clásico. No falta “Antiaéreo” o la apoteosis orgiástica final de “Cariño”, que hace sonreír y bailar hasta al omnipresente César Manrique, allí donde esté.
Si ya alcanzamos cimas con Depedro y Arde Bogotá, aún nos queda celebrar el amor por la naturaleza y la música con una banda que trae esos colores de fábrica, Crystal Fighters, que desatan la locura festivalera con sus mantras rompecaderas: “Follow”, “Love is all I got” o esa “Love natural” que late más fuerte que nunca en Sonidos Líquidos. Bailes y coreografías mil sobre el escenario y entre el público, vibrando y fundiéndose con la banda inglesa, entre sintetizadores, txalapartas y un aura luminosa que se mueve a ritmo de su peculiar mezcla de indie-pop, edulcorado drum’n’bass y colorido house-disco ibicenco. “Yellow sun” y “Plage” para rematarnos de gozo colectivo.
Cuando parece que ya no quedan nombres grandes por tocar, aparece en escena una pareja de DJs malagueños que, con alma y actitud de rockstar sobre las tablas, vuelven a avivar el fuego como si de unos cabezas de cartel se tratara, Yoli y Paco, We Are Not Dj's. Pinchada mayúscula con remixes ganadores de temazos que nadie quiere que acaben.
Como cantaba Jairo Zavala cuando el sol se aferraba a las nubes y los volcanes para no irse: Aunque la vida cueste… Lanzarote, nunca dejaremos de quererte. Que no te lo volvamos a contar, ¡vive Sonidos Líquidos y cuéntalo tú el próximo año!
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