Tercer año consecutivo que repetimos en uno de los festivales más singulares y atractivos del panorama nacional, Sonidos Líquidos de Lanzarote, música para los cinco sentidos.
Nos adentramos en el paisaje protegido (guaguas y lanzaderas del festival para preservar la fragilidad del entorno, una de las numerosas medidas desplegadas para cuidar un rincón único en el mundo), La Geria, y comienza a desplegarse ante nuestros ojos una paleta de colores e imágenes de otro planeta: cientos y cientos de inmensos hoyos cónicos excavados en capas naturales de grava volcánica, rodeados en su borde por una media luna de rocas que en su día también fueron fuego, como protección contra el viento, y en el centro de cada uno de ellos, una vid de uva blanca de malvasía. Ocre, negro y verde esperanza que dan como fruto, vinos reconocidos internacionalmente que podremos volver a degustar, además de platos típicos y productos locales, con música en directo y en el mejor de los ambientes (sin masificaciones, sold out de 2.800 personas y con dos escenarios), en los exteriores de la Bodega La Geria, una de las más antiguas de Canarias.
No está siendo un año fácil, las guerras externas e internas siguen su trágico curso, pero pisamos tierra volcánica con el mejor de los equipos posibles y las preocupaciones se pausan durante diez horas de sanadora música ininterrumpida y buena gente, con Ángel Carmona como presentador y animador este año, pinchado una batería de hits incontestables entre concierto y concierto. Y casi sin que nos dé tiempo a parpadear, nos llega el gran regalo y descubrimiento de esta edición con los británicos Deadletter, a base de vibrante y rabioso post-punk, ultra rítmico y bailable, que hace que suban las temperaturas (ya altas) en pocos segundos. Desde esa encrucijada donde se funden Shame, IDLES y Squid, y con tan sólo un EP bajo el brazo, “Heat!” (22), y un buen puñado incendiarios sencillos, el sexteto de Yorkshire pone patas arriba La Geria con una intensidad interpretativa al alcance de pocos y su frontman (poseído por el espíritu de Ian Curtis por momentos) a la cabeza, vaciándose en cada tema, descamisado y saltando entre el público. Del hechizante último sencillo, “Mother” (adelanto de su esperado álbum debut), con la base rítmica y el llameante saxo al mando, pasando por una adictiva balacera que nos impacta sin tregua posible: de una temprana “The Snitching hour” a tumba abierta, a la erupción a cámara lenta de la machacona “Weights”, o una “Zeitgeist” para el recuerdo, agachado entre las primeras filas y con estallido final. Pura combustión instantánea, Deadletter, apunten su nombre y no se los pierdan.
Recuperamos el aliento con malvasía fresquita y siga el baile con Carlanga y los Cubatas, que bajan la intensidad, pero aumenta la fiesta, con una verbena de éxitos de ayer y hoy, compaginando piezas de su homónimo debut en solitario y clásicos ganadores de Novedades Carminha. Del flow desenfrenado de “Se acabó la broma”, a la versión de “¡Hola, mi amor!” de Junco, sin olvidar últimos dardos al centro de la diana, como la disco ochentera “Tiemblo” y el nervio y desenfreno (marca de la casa) del “Mucho con poco” de cierre. Y “¿dónde estás?, ¿cómo va? Hace mucho que no peleamos, peleamos”, como no podía ser de otro modo, cada tema de Novedades es celebrado y coreado de principio a fin, con especial vuelo colectivo en la pegadiza “Ya no te veo”, “Verbena”, “Yo te quiero igual” o el cover que hicieron suyo de “Cariñito”. Carlanga nunca falla, diversión asegurada.
El sol comienza a ser más amable y cae la tarde, con La Geria alcanzando máxima audiencia y expectación para presenciar uno de los conciertos más esperados de esta edición (hasta un fan con el dedo roto horas antes, se vino a La Geria sin pasar por el hospital para no perdérselo), otro que nunca falla, el también gallego Xoel López. La previa fue en las alturas, en el escenario DJ, tomado por Calequi y Las Panteras, fusionando sonidos latinos y mucha energía, con invitado sorpresa incluido (que tendría que correr hacia el escenario principal nada más terminar), Xoel López, compartiendo el “Adiós Elisa” que grabaron juntos en 2022.
Tomamos posiciones y Xoel y su banda salen a escena para que el dorado atardecer que baña la tierra volcánica que nos rodea, se despida con sus últimos rayos erizados de emoción. Es cierto que traemos el “perfume de salitre y humo” de casa, y las heridas están siempre preparadas para reabrirse y un penúltimo intento de sanación, ese mágico poder que sólo tiene en su mano la música que nace a corazón abierto. “Lo di por perdido tantas veces… Todos me dicen: vas a volver a caer. Sé que duele como tres mil cuchillos. Y que cuando acabe seré un muerto viviente otra vez”. No, no nos van a poner las cosas fáciles Xoel López y los suyos. “Pero lo que siento, me empuja más que el fuerte viento, más que mil cascadas a la vez. Es más fuerte que yo mil veces. Hoy prometo: Será la última vez, será la última vez…”. Primer disparo al lado izquierdo del pecho, para rematarnos con la siguiente compañera de surcos, “Esto no es amor”, ambas de su delicioso, doliente y festivo “Caldo Espírito” (23), disco regenerador en el que se fundamenta el grueso de la actuación de hoy. Alzamos al cielo de La Geria nuestro “vasos inteligentes” (novedad y una medida más en pro de la sostenibilidad y cuidado del medio ambiente) y brindamos con esa estrofa que retumba entre volcanes: “Voy a dejarme llevar esta noche y que bebas de mi sangre, que de tu copa también beberé”. Las raíces se desbordan y nos atrapan en un “Paxaro do demo” que para el tiempo y un “A seres e o Mariñeiro” que hermana sueños y realidad mar adentro.
“Y no me da la gana de pensar que nada es para siempre. Si esta canción se acaba, que acabe el mundo para todos. Todos somos nada; sin las palabras, dime, ¿qué nos queda?”. Tocamos antes “Tierra” y se desgañita Lanzarote (y hasta el dedo roto del fan se cura), para seguir tras la arena mojada con ese renacer de: “Podría pasar, perderlo todo, volver a empezar” con “Ningún nombre, ningún lugar”. Recta final y resurge esa “duda que sale de la grieta”, una “Lodo” que nació en esta isla, para luego quedarnos de catarsis y fiesta en la resplandeciente y desgarradora “Fort Da”, seguida del cierre, por todo lo alto, con “Tigre de Bengala”, sumándose Calequi y Las Panteras al baile colectivo.
Xoel López - Sonidos Líquidos
“Mi porvenir, tu porvenir, asoma ya por el horizonte…”. La noche terminará bajo la tromba sintetizada y electrónica, con sensualidad house y regusto a new wave del trío islandés GusGus, más la pinchada ganadora de DJ Ley final, pero nosotros nos quedamos a vivir en la presentación de “El Porvenir” (24) de Ale Acosta, uno de los discos más interesantes, personales y adictivos de lo que llevamos de año.
Acosta juega en casa y se nota la emoción de este inicio de gira en el ambiente, su disco es un homenaje a esta isla de fuego (es de aquí al lado, de San Bartolomé) y no podría haber mejor marco para su puesta de largo. Sale a escena y hasta los volcanes dormidos rugen para recibirlo, acompañado en las alas de la nave por Xerach Peñate a las percusiones, teclados y coros, y Carlos Sosa a la percusión. Recorren cada surco de “El Porvenir”, de las cautivadoras y muy coreadas “Ceniza” y “Famara”, mágica playa a la que teletransporta a las casi 3000 personas que vibran y bailan en cada interpretación, pasando por las otras dos piezas colaborativas del álbum, la onírica “Al límite” y una “El Cerro y el Mar” que sube las pulsaciones del directo. Las voces sampleadas suplen sin problema a los artistas invitados en cada una de estas cuatro canciones (Valeria Castro, Depedro, Juancho Marqués y Çantamarta), que por agendas no pudieran estar presentes. Las que sí estuvieron sobre las tablas, fundiendo electrónica con baile, colores y carnaval, fueron Las Revoltosas de San Bartolomé (mujeres pioneras que consiguieron ser la primera murga femenina de Canarias), con sus trajes de pura fantasía para la ocasión y disfrute del público. Porque “El Porvenir” es eso, Lanzarote, su gente auténtica y su propia historia.
Todo el show es una montaña rusa de emociones de la que no queremos bajar bajo ningún concepto, con otro momento cumbre en la emocionante titular, donde Ale cuenta que sus padres se conocieron y casaron en la Sociedad El Porvenir, lugar de encuentro en el que se celebraban las mejores verbenas y bailes de Lanzarote; y donde él vibró con la música en directo por primera vez. Los recuerdos le quiebran la voz y despega la nave de nuevo con “El Porvenir” y, a falta de luna llena, una gran bola de espejos en el cielo de La Geria girando sobre nosotros. Ale Acosta, profeta en su tierra y seguimos la fiesta, trance y nueva catarsis con el “tú no sabes lo que siento, tú no sabes lo que siento” cantado por todos en “Cuestión de Fe”, para terminar por rematarnos desde el origen y punto de partida con una frenética y rebosante de vitalidad “¿A dónde vas niño?”. No vamos a ninguna parte, nos quedamos en Sonidos Líquidos, en Lanzarote, en un lugar único en el mundo. Si no me creen, vengan (poco a poco) a comprobarlo.
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