Expectación en el aire.
Nerviosismo. Ambiente de gran cita. No había para menos. Una de las mejores
bandas que ha dado jamás el rock alternativo –para muchos, la banda definitiva-
pisaba un club de Barcelona por primera vez en catorce años. Muchos de los
asistentes tan sólo habían presenciado su directo en el Primavera Sound –por el
que han pasado hasta cuatro veces- o en el Sónar. Pero verles en un recinto
cerrado y a escasos metros de distancia es otra cosa. El cuarteto salió a
escena entre vítores y cálidos aplausos; un recibimiento que justificaron
durante la hora y media siguiente con una descarga de pulso firme, trazo casi
perfecto y sonido tan nítido como descomunal. Todo encajó en su sitio, con la
formación original de los de Nueva York a pleno rendimiento: Steve Shelley
contundente y sin titubeos a las baquetas; Thurston Moore y Lee Ranaldo impecables soltando guitarrazos –los
diez minutos de ruido y acoples rozando el drone en el tramo final rayaron el
delirio colectivo-; y, entre ambos, una Kim Gordon magnética y desafiante, fría
y rabiosa, que arrancó no pocos piropos entre el público masculino (y
femenino). Lo más curioso de la noche fue el repertorio. Y es que ahora que la
banda parece haber recuperado el brío y la inspiración perdidas a principios de
los 2000, con un “The Eternal” exultante, Sonic Youth se centraron por completo
en sus clásicos, entre los que destacaron, por citar algunos, “Bull In The
Heather” o un “Shadow Of A Doubt” estremecedor. Nada que reprochar. Sonic Youth
mantienen intacta el aura y la energía de esa gran banda que siempre fueron.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.