Nadie se iba imaginar lo que nos iba a deparar este año con la llegada del virus responsable de la Covid–19, con todas sus consecuencias sanitarias, económicas y la incertidumbre que ha creado sobre nuestros futuros. Por lo que respecta a lo musical, parece que la pandemia está matando día tras día al tejido creado con el esfuerzo de tantos años. Y todo ante la imposibilidad de poder hacer lo que se podía hacer no hace demasiado.
Por ese motivo es digno de elogiar que, como muchos otros, el festival Sónar quiera estar presente entre nosotros en estos momentos y haga girar la rueda de la música en directo. Aunque sea en este pequeño formato, con una vuelta a los orígenes, cuando el festival no era el monstruo en el que se ha convertido. Esos orígenes que se celebraban en su parte diurna en el mismo lugar en el que ahora se ha desarrollado esta edición, el Centro de Cultura Contemporáneo de Barcelona (CCCB). También ha sido muy positivo haber podido disfrutar, a causa de estas nuevas circunstancias, de más talento local en colaboración con la radio digital Dublab.es que ha aportado algunos artistas en la programación. El ser humano es adaptativo cuando su medio cambia y el Sónar se ha adaptado durante un fin de semana, dando forma a un festival con conferencias, debates, sesiones de Dj, conciertos en streaming y en directo presencial para un público máximo de ochenta personas por actuación en la sala del Teatro del CCCB. En ese escenario nos centraremos en esta crónica, puesto que ahí estuvo quien esto firma con mascarilla y gel hidroalcohólico.
Viernes 19 de septiembre de 2020
Qué mejor manera para abrir la caja de Pandora con público en directo que con la artista y productora venezolana Arca, quien está más allá de cualquier clasificación terrenal. En su show en formato DJ/Live –su primera aparición post-confinamiento–, venía con ganas de reventar los dogmas estilísticos predefinidos. Reunió ocho CD-J's y varias mesas de mezcla a través de las que escupía sus sonoridades apocalípticas y su metralla ruidista.
Una actuación que tuvo aires cabareteros, cuando se subía y deslizaba por una barra de pole dance, o de performance cuando pintaba un ramo de novia con sprays. En lo musical, reflejó todas sus caras, y más, del poliedro no binario de su siempre inquieta personalidad. Sonaron reinterpretaciones del "Ave María", versiones alteradas de Cardi B, interaccionó con el público existente preguntándoles qué tema querían escuchar (el elegido fue “Calor”, que cantó casi a capella, solamente con sintetizador) o se atrevió a deconstruir ese tema folclórico venezolano que es “El Zaperoco”. Incluso tuvo tiempo de presentar un nuevo tema “Crown”, que formará parte de su nuevo trabajo. Como era de esperar hizo lo que le vino en gana y ¡qué bien que lo hizo!
Después de la tormenta vino la calma con la actuación del músico acústico-electrónico Marçal Xirau, quien procedente del mundo del rock progressivo, el jazz y la música clásica ha evolucionado hacia terrenos más experimentales electrónicos. Capitaneó un viaje por terrenos etéreos, de guitarras procesadas sintéticas, melodías rupturistas y la utilización de drones que parecían la sirenas de un barco navegando tras niebla densa.
La artista de Torelló Ikram Boulum lleva un tiempo agitando la creación musical en Barcelona, desde su faceta de Dj y productora con unas sesiones que son un crisol de diferentes sonidos contemporáneos a través de las que viajamos por el gqom, el tarratxo, la bass music o el reggaetón, mezclado todo ello con ritmos desencajados. Una exploradora de nuevos territorios musicales que la han llevado a adentrarse en sus orígenes familiares marroquíes para investigar su legado y sus sonoridades ancestrales. A partir de ahí transcurrió el concierto que nos ofreció, con Ikram cantando pasajes árabes acompañada por el productor barcelonés Mans O, quien a base de texturas y ritmos imaginativos fue trenzando sus composiciones con las sonoridades más actuales de la electrónica. La mixtura funciona de una manera muy orgánica y abre un puente entre músicas de diferentes orígenes.
La colaboración entre Huma (proyecto en solitario del productor Andrés Satué) y el estudio audiovisual Eyesberg con su show de luz 3D es una experiencia inmersiva total. El espectáculo, presentado anteriormente en el festival Mira de 2019, funciona como un perfecto diálogo entre música y luz, que crean un todo que atrapa. La música de Huma viaja por el ambient, música clásica, drones y toques de música ruidista industrial, etcétera, mientras las luces volumétricas van creando un lienzo narrativo con las formas y sensaciones materializando el sonido. Efectivo, minimal, sugerente y con alma… El resultado fue una experiencia francamente evocadora.
María Arnal
Sábado 20 de septiembre de 2020
El showcase de Maria Arnal i Marcel Bagès se hizo muy corto como era de esperar, pero esta vez no les acompañaron las voces del dúo Tarta Relena como en la presentación que hicieron recientemente para el 32º Mercat de Música Viva de Vic, que dieron un toque mágico a la actuación. El confinamiento no ha hecho mella en la intensidad y la emoción que desprenden los directos de Arnal y Bagès. Diría que incluso les ha convertido en algo todavía más vivo y excitante. En este directo, presentaron algunas de las nuevas composiciones del que será su nuevo trabajo, al que están dedicando sus esfuerzos en la actualidad y en el que parece que darán un paso al frente importante. Han buscado nuevas emociones con sonoridades más electrónicas, composiciones más inmediatas que a la primera escucha ya se colocan en lo más alto de su cancionero, con una producción muy elaborada y explorando caminos más ruidistas y experimentales. En medio de todo esto, empezaron con el canto litúrgico gregoriano del “Cant de la Sibil·la” y acabaron con la esplendorosa ”Tú que vienes a rondarme” todavía con más punch y energía que en su versión en estudio. El dúo parece estar en un muy buen momento de forma, así que esperamos que puedan explotar muy pronto. Si la pandemia nos da una tregua a todos, claro está.
Posteriormente en el escenario, les siguió Ubaldo, uno de los proyectos en los que se esconde el músico Andreu G. Serra, quien se presentaba en esta edición especial del Sónar con un trabajo recién publicado para el sello Urpa i Musell de la tienda de Discos Paradiso de Barcelona. En un escenario entre velas y cirios, el músico del Delta de l’Ebre fue desgranando sus homilías entre grabaciones de campo, texturas de saxo, melodías de guitarras tocadas como un violonchelo, creando ambientes de lo más variado, desde la calidez de los momentos introspectivos a la experimentación y abstracción más sintéticas. Quedó claro que Ubaldo tiene un rico universo sonoro interior en el que todavía queda mucho para explorar y dejar salir al exterior.
El concierto de Nara Is Neus sufrió varios problemas técnicos de sonido que provocó que, al principio, la actuación tuviese que interrumpirse un par de veces. Una vez solventados los problemas, la artista de Sabadell fue creciéndose paulatinamente, desplegando sus ambientes oscuros, con evocaciones a bandas sonoras melancólicas, alcanzando una sofisticación sonora que llegaba a emocionar, a base de combinar drones con silencios efímeros. Tranquilidad versus ruidismo en una catedral de pura arquitectura sonora experimental. A su música la acompañaban las imágenes en blanco y negro de la artista visual Sasha Smirnova, cuyo trabajo encajó perfectamente con lo que nos ofreció Nara Is Neus.
Esta edición del Sónar+D presencial en el CCCB se cerró con el live de Ylia, el seudónimo más conocido en el que trabaja la alicantina Susana Hernández (a quien también podemos encontrar tras proyectos como People You May Know, junto a Phran, o Terence, Bola Del Desierto, junto a Pony Bravo o a Niño de Elche, de quien se encarga de la programación electrónica en sus directos). La productora, música y DJ nos mostró su cara más ambient a base de composiciones propias y desarrollando toda su variedad de sugerentes melodías. Se manejó con una soltura de lo más detallista y elegante en su amplia paleta de sonidos, pasando de la tranquilidad del inicio a una catarata de loops arpegiados y explosiones modulares que se extendieron juguetonas por todos los rincones del Teatre del CCCB. Con ello, Ylia demostró que es una de las productoras más interesantes y con las ideas más claras de nuestra escena nacional (con vistas a la internacional).
Renovarse a morir. El Sónar ya lo ha hecho, ahora nos toca a nosotros coger el testigo.
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