Sólo por Karlheinz Stockhausen del jueves 14 ya deberíamos calificar este Sónar de extraordinario. En un semi-vacío Teatre Tívoli se demostró que la validez teórica de “Hymnen”, un crisol de himnos nacionales en pos de la armonía universal sigue, desgraciadamente, en pie. Al día siguiente, el show de Thee Majesty + Etant Donnés & Mark Cunningham fue unos de los espectáculos más vergonzantes que uno ha tenido oportunidad de ver. Afortunadamente, la mayoría del público decidió perderse la bufonesca (en el sentido literal) segunda parte. Por la noche Gilles Peterson apenas pudo aclimatarse como warm up para la cabalgata del sello Studio K7. ¿Porqué se le concedió un horario tan poco agradecido? Los del sello alemán consiguieron uno de los triunfos colectivos más importantes del festival: aunque el solvente directo de Funkstörung (atención a “Appetite For Distruction”) y las eficaces sesiones de Stereo Mc’s y, sobre todo, Terranova fueron empequeñecidas por el despliegue artístico de A Guy Called Gerald, primero presentando el florido drum’n’bass del muy apetitoso “Essence” y después con un set en el que tuvimos la oportunidad de degustar el “Voodoo Ray” en vivo de la mano de su propio creador. Mientras tanto, Death In Vegas volvían a perforar tímpanos con el mismo show de dance-rock del Apolo, ¿para qué cambiar lo inmejorable? Los que tampoco cambian son Super_Collider pese a presentar la secuela del más que apreciable “Head On”. Eficacia, histrionismo, performance con sprays, funk y el falsete desquiciado de Jamie Lidell. Mientras en el otro extremo del recinto el dúo Artist Unknown descargaban el electro marciano que prometen en su debut “Future” enfundados en trajes cruzados y ocultos con pasamontañas a juego. ¿Qué quiénes son? Ni idea, pregúntenle a DJ Hell.
Estamos en viernes. La voz de Alison Goldfrapp ya nos había seducido en discos de Orbital o Tricky, aquí demuestra que la senda de Björk, Portishead o Broadcast aún tiene rincones llenos de tenebrosa belleza. Speedy J dio una de las campanadas del festival, sin ningún tipo de concesión, los ritmos angulosos del holandés convencieron a todos de que “A Shocking Hobby” debe ser uno de los thrillers del año. Más tarde, el choque de fuerzas entre Pan Sonic y el señor Einheit (Einstürzende Neubauten) bajo el nombre de VVE consiguió uno de los momentos álgidos del Sónar más experimental, entre el frío minimalismo de los unos y la destreza con las herramientas del otro. A recordar. Por la tarde, en el SonarMacba, sonó black metal, se práctico el terrorismo sonoro más directo del festival, aunque la segunda actuación de Merzbow en el festival resultó más monocromática, pero más hiriente que la primera. Mientras, en el SonarVillage, Burnt Friedman, Pole y Kit Clayton convirtieron el ya famoso césped artificial en una playa jamaicana de arena digital a base dub electrónico de ultimísima generación, otro highlight. Ya por la noche, a las Chicks On Speed les vino un poco grande el escenario idem para su combinación de electro centroeuropeo (medio Disko B las secundó at controls) y espíritu situacionista de riot grrrls con botines. Tratando de evitar el tostón de Hawtin, Ratio y Mulero & Molina (lo de “más alto, más fuerte, más lejos”, lo dejo para los Juegos Olímpicos) me topé con Panacea, quien no tuvo problemas en rebajar su terror-step hasta humanas proporciones para ofrecer un set de lo más bailable. El sábado, Bergman es un valiente. Sólo por subirse a un escenario con un cuarteto de cuerda para trasladar el quebradizo pop electrónico de “Inner” ya merece todo mi respeto. Si, encima, la cosa sale razonablemente bien, se merece la ovación.
Después, The Gentle People dieron la nota frívola que el festival necesitaba con una impagable performance en playback absoluto y totalmente descarado. Repuestos de la emoción, An Der Beat se ganó un wild card para las futuras noches Gigolo en Barcelona. Guarreando sin piedad (sobre todo a costa de Technotronic) en lo que debía ser la presentación de su segundo Lp el de Palafrugell nos previno de las puñaladas que los de Gigolo nos pegarían después (con forzudo exhibicionista includo). Abrió el fuego Miss Kittin, con una sesión de muchísimo nivel que dejó en evidencia a sus compañeros de sello David Carretta y, sobre todo, Zombie Nation, que a falta de argumentos musicales recurrió a un simulacro de misa negra a base de salsa de tomate la mar de divertido, pero ¡vaya pringue! Como no podía ser de otro modo, Hell remató la faena con una estocada hasta la bola (aunque algo atravesadilla) de electro chungo y peleón. Ya sólo quedaban fuerzas para Dj Jamón, es decir Laurent Garnier, quien se ganó a la parroquia (ya todos con gafas de sol) con un obvio muestrario de house classics animosamente coreados por el público.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.