Desde el jueves a primer hora la respuesta del público fue del todo masiva, y no es de extrañar teniendo en cuenta que el festival arrancaba con suculentos platos fuertes como el de Kindness, que entretuvo sin más con esa batidora de ritmos negros que inundan sus dos discos, o el del debut en nuestro país de Arca junto a su escudero visual Jesse Kanda. El venezolano, con plataformas y vestimenta travesti, recorrió los mejores parajes de su “Xen” entre coreografías, rapeados violentos (algo que no se refleja en su puesta de largo y que sin duda debería explotar ya mismo en el estudio) y visuales de andrógina sensualidad rubbenesca que pusieron patas arriba el SonarHall. Más facilona era la propuesta a esa misma hora en el Village de Kasper Bjørke, que antes de que acabara su sesión con el mítico “Fade To Grey” de Visage puso a bailar al respetable con añejo house noventero y destellos synth-pop. Pero si alguien nos dejó realmente noqueados el primer día esos fueron Autechre, quienes diecinueve años después de su última visita convirtieron literalmente el Hall en un cuarto oscuro sólo apto para valientes. El dúo derrochó violencia sonora techno en un show sin concesiones que hizo que tomáramos el concierto de Hot Chip como una válvula de escape. Los británicos, como siempre, cumplieron, pero aún se les sigue resistiendo el concierto perfecto por mucho hit que arrastren a sus espaldas o versionen el “Dancing In The Dark” de Springsteen.
El viernes empezamos enfrentándonos a la visceralidad del Tri Angle Vessel, que volvió a la ciudad más fiero que de costumbre y salpicando su radical set de imágenes en blanco y negro. Todo lo contrario que Owen Pallett en el Village, ya que el canadiense a pleno sol se presentó descalzo y con su violín y sus teclados para demostrar, junto a dos músicos más, que su propuesta también tiene cabida en un festival como este gracias a piezas como “The Riverbed” y una sensibilidad pop exquisita. Kate Tempest, por su parte, demostró por qué es una de las voces más en auge del rap británico (aun teniendo que detener su actuación por un inesperado fallo técnico, al igual que ocurrió durante la hedonista sesión de Arthur Baker), y Squarepusher nos hizo explotar la cabeza con su contundente abstracción sonora antes de que nos fuéramos al recinto de Fira Gran Via a gozar de la programación nocturna. Róisín Murphy, por mucho cambio de vestuario que hiciera, dejó un sabor de lo más agridulce al prescindir totalmente de los hits de sus dos primeros discos y centrarse casi en exclusiva en su último “Hairless Toys”
(aun acabando con una versión irreconocible del “Pure Pleasure Seeker” de Moloko). Lo de Sophie, poco después, fue toda una clase de pop colorista juguetón venido del futuro (lo que tiene la PC Music), pero si alguien se alzó como ganador absoluto de la jornada esos fueron Die Antwoord, quienes desplegaron todo su garrulismo en un directo divertidísimo cimentado por grandes éxitos como “I Fink U Freeky” o “Baby’s On Fire”. Qué vuelvan siempre que quieran. Lo de Tiga en formato live set fue todo un ejercicio nostálgico electroclash al recuperar temas como “Sunglasses At Night” o “You Gonna Want Me”; y Jamie XX, aun volviendo con el maravilloso “In Colour”
bajo el brazo, cumplió sin sudar demasiado al limitarse a protagonizar una sesión que no difirió mucho de sus anteriores visitas.
Ya el sábado, con el cansancio haciendo de las suyas, despedimos los últimos rallos del sol con Tourist, que lejos de desplegar su electrónica melancólica tiró por un camino mucho más acorde con el UK garage de Disclosure contentando a las almas más bailongas. Evian Christ, envuelto en humo durante gran parte de su actuación y una puesta en escena lumínica de lo más llamativa, demostró que su carrera crece a pasos agigantados con los años antes de que los colombianos Bomba Estéreo inundaran el Village de cumbia electrónica de lo más verbenera. La última noche, por su parte, sirvió para consolidar a FKA Twigs (en la foto) como una de las artistas con mayor actitud (y belleza, las cosas como son) que pueden verse en la actualidad. Demostrando sus dotes coreográficas, la novia de Robert Pattinson dio toda una lección de sensualidad de herencia trip-hopera sin necesidad de grandes atrezzos ni golpes de efecto mientras Duran Duran, en el SonarClub, ejercían de abuelos cebolleta viviendo de las rentas de su pretérita etapa dorada. The Chemical Brothers (o la mitad de ellos, porque en la actual gira Ed Simons es baja y Tom Rowlands se deja acompañar únicamente por su compañero visual Adam Smith) fueron a la seguro arrancando con “Hey Boy Hey Girl” y repasando las mejores bazas de su discografía y de su inminente “Born In The Echoes” con un despliegue audiovisual apabullante, pero falto de sorpresas mayúsculas para los que les hayan visto en ocasiones anteriores justo antes de que Siriusmodeselektor (el capricho que ha juntado al siempre esquivo Siriusmo con Modeselektor), entre bocinazos, la liaran pardísima desplegando gemas como “Berlin” o “Evil Twin”. Como colofón final amanecimos con el maestro Laurent Garnier, que ofreció un set algo más irregular y de marcado carácter deep house que con el que cerró el festival hace dos años. Así que está claro: con el gran balance artístico que ha dominado esta edición, ya estamos contando los días que faltan para volver a vivir en nuestras carnes la que para muchos es, sin duda, la mejor semana del año. Sergio del Amo
Digamos que estoy de acuerdo con la mayor parte de las apreciaciones del texto anterior, excepto las que añada a partir de ahora. Mi Sónar empezó con la actuación de Innercut que hizo presagiar buenos momentos en un futuro próximo. Nada que destacar especialmente de un concierto de Hot Chip que no sumó demasiado a lo ya conocido, aunque garantizen un rato más que divertido. Por lo demás, las actuaciones de Atom TM junto a los visuales de Robin Fox, de Arca junto a los de Jesse Kanda y de Autechre sin visuales, sin luces y sin piedad con la audiencia, provocaron desconcierto en nuestros cerebros a base de dureza y densidad disparando nuestra cara más masoquista conforme se iban sucediendo los temas.
En el Village, la actuación de Jimmy Edgar y Travis Stewart (Machinedrum) con su proyecto conjunto J.E.T.S. funcionó bastante bien, yendo y viniendo entre géneros bailables en todo momento.
El viernes había elegir entre Owen Pallett, siempre una garantía, y Kate Tempest. Me quedé con el primero durante un buen rato, el justo para poder disfrutar de apenas diez minutos del show de la escritora y cantante británica. Esta vez –visto lo visto y sin desmerecer el correctísimo concierto de Pallett- me equivoqué. En cuanto a la elección entre Dorian Concept y Kiasmos, ahí acerté al ver prácticamente la totalidad del proyecto de piano house y sonido balearic de Ólafur Arnalds y Janus Rasmussen. La excitación casi infantil de Arnalds desde el minuto cero consiguió contagiarnos con una sorprendente facilidad. A los cuatro minutos toda la pista era una fiesta, discreta y educada como la música de Kiasmos, pero fiesta de las buenas al fin y al cabo.
En cuanto a la jornada del sábado, Swindle echó mano de demasiados topicazos a la hora de pinchar, aunque evidentemente él y buena parte del público se lo pasó en grande. Con Bomba Estéreo diría que la cosa estuvo más repartida. Algunos aceptaron su fiesta desprejuiciada y otros tuvimos suficiente con la primera parte de su show, lo que nos permitió enfrentarnos a la sesión de hip hop y dubstep de Just Blaze, que combinó rap con dubstep, pasando de rimas contundentes a drops de Flux Pavillion. De todos modos, sus momentos más duros se quedaron en nada al lado del espectáculo visual de Evian Christ (obra de Emmanuel Biard) y de la densidad bruta y guarrindonga de Kevin Martin como The Bug. Gracias a ellos, el SónarHall se convirtió durante buena parte de la tarde en un festín de oscuridad y ritmos pesados.
La noche del viernes contó con una larga lista de buenos momentos, desde el show de Die Antwoord (prácticamente el mismo que en su anterior visita) hasta un Hudson Mohawke que, en directo, pierde muchos matices, pero gana en contundencia. Su puesta en escena aportó la dinámica que tiene en disco y no tanto en concierto.
Aunque no me gusta destacar las decepciones, digamos que los irregulares shows de A$AP Rocky (¿dónde quedó parte de la magia de sus discos?¿la cambió por los tópicos del directo rap?) y Róisín Murphy (se la vio muy perdida, la verdad) destacaron por erosionar nuestras expectativas. RL Grime y Skrillex ofrecieron exactamente lo que esperábamos de ellos a base de dubstep, subidones, ragga, trap y pinceladas EDM. Ah, y fue una sorpresa ver a Totally Enormous Extinct Dinosaurs añadir un plus de energía a su set como Dj.
La noche del sábado tuvo diversos momentos destacados al margen de Siriusmodeselektor y Laurent Garnier, desde el abrumador inicio de The Chemical Brothers hasta el excelente y modesto set de Cashmere Cat. Podríamos continuar con Pional (algo eclipsado entre tanto nombre esperado), FKA Twigs (pese a su encanto y magnetismo, a su directo le falta algo o mejor dicho le sobran deudas), Flying Lotus (con un show adaptado al horario y circunstancias de su actuación, que recordó a aquel famoso cubo en tres dimensiones de Etienne de Crecy), Duran Duran (abrieron con desgarga de hits –“Wild Boys”, “Hungry Like A Wolf”, “Notorious” o “The Reflex”, eso es todo lo que puedo decirles) o Pxxr Gvng (mucho desmadre, bastante playback y Mala Rodriguez como invitada). Joan S. Luna
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