SLIPKNOT
ConciertosSlipknot

SLIPKNOT

8 / 10
Joan S. Luna — 16-03-2000
Empresa — Encore Music Tours
Sala — Zeleste
Fotografía — Archivo

Slipknot venden discos y se encaraman a las listas con pasmosa facilidad. Y es que como andan los tiempos una banda con su imagen y su filosofía cuenta con una mano a todas luces ganadora. Aunque eso no significa que estos nueve estadounidenses solamente puedan defenderse en ese campo, en el de la imagen. Por lo menos eso fue lo que demostraron sobre un escenario. Que continuarán aún así siendo presa fácil para sus detractores (¿cómo tomarse demasiado en serio a unos tipos con caretas de payaso o cerdo?) resulta indudable. De todos modos, sobre el escenario, Slipknot resultaron más que convincentes. Y no estamos hablando de que prendiesen fuego a sus monos de trabajo, de sus desesperadas percusiones o de que se permitiesen incluso orinar (Corey Taylor) a la vista de toda la audiencia, sino de furia metálica, de esa especial fuerza que, especialmente durante los primeros veinte minutos de actuación, alcanzó cotas desmesuradas, a un paso de la asfixia. Porque, en ellos, no debemos buscar creatividad, sino salvajismo, un salvajismo que estos nuevos chicos de Iowa han llevado mucho más allá que cualquiera de sus competidores en eso del nuevo metal, porque únicamente ellos han rozado el punk o el death metal más extremo en un discurso que en concierto, ahora queda demostrado, anda más cerca de Morbid Angel que de Korn. Porque, quienes andamos habituados a los conciertos de metal, seguimos aún a fecha de hoy convencidos de que el suyo fue uno de los conciertos más fieros y contundentes de los presenciados en los últimos meses. Algo que solamente bandas como Fear Factory o aquellos brutales Sepultura de años atrás serían capaces siquiera de igualar.

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