Cuando un artista alza el vuelo por primera vez, es común que le conlleve un cierto tiempo encontrar el mejor de sus aleteos. Tras un debut, “Luna Park” (2013), algo falto de emoción – según la misma Sivan Talmor -, la Barts Club asistió a la presentación de “Fire” (2016), el segundo disco de la joven israelí, donde demostró con firmeza la nueva y acertada ruta que había emprendido.
El limitado espacio de la sala sumado al reducido número de personas en la misma parecía poder tambalear el directo de la israelí, aunque, por suerte para todos, sucedió todo lo contrario. La situación jugó en todo momento a favor de Talmor quien, acompañada por el dúo femenino Shelly and Rotem – teclado y guitarra eléctrica respectivamente -, acomodó fácilmente su universo folk-pop intimista, muy parecido al de Feist, al cálido y cercano entorno creado esa noche. La cantautora conectó con ese “big world” en el que vivimos, al que hizo referencia, y con la naturaleza, presente en el atrezzo del escenario, para así reflejar sin artificios y de manera transparente, cual espejo, su mundo interior. Para ello, la suave y subyugante voz de Sivan se situaba en primer término, tomando un claro protagonismo respecto a los demás elementos. La fuerte personalidad que respiraban canciones como la sensual “Hide & Seek” o la extremadamente sincera “Young Believers” fue quebrantada con las innecesarias versiones de “My funny valentine” y “Everybody’s Gotta Learn Sometimes”.
Segura del nuevo aleteo encontrado con “Fire”, Sivan Talmor no escondía ni bajaba la mirada. La mantenía fija hacia al público, mostrándose transparente y sincera, huyendo de lo artificial. Y que menos cuando de por medio solo que hay palabras sinceras, melodías delicadas y una artista que ha encontrado su camino. Séase, su mejor aleteo.
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