A mediados de agosto se celebró en la localidad riojana de Viniegra de Abajo la edición de verano de Sierra Sonora, un festival con alma indie que sigue creciendo en intensidad sin perder su personalidad y su apuesta por la cultura en el medio rural.
Entre rap rural, amor y mujeres, Bewis de la Rosa abrió el viernes la primera jornada de conciertos. El sepulcral silencio de la sierra riojana fue roto por ‘Mi tierra’, tema con que Bewis dio comienzo a su actuación. La joven cantante recorría el recinto cantando este primer tema a capella. La callada histeria del público fue haciéndose notoria a medida que Bewis avanzaba hacia el escenario, hasta terminar eclosionando en éxtasis cuando, ya en escena, las primeras bases electrónicas comenzaron a sonar.
Enaguas y un tradicional traje serrano era todo lo que cubría su cuerpo, creando así una estética que lleva lo rural por bandera. Un porrón de zurracapote, bragas y naranjas generaban en el público una especie de efecto efervescente llevando a los asistentes, uno a uno, a primera fila. Con el tema ‘Me estoy oxidando’ hasta el más reacio espectador terminó por sucumbir al baile. Llegando así al momento álgido del espectáculo con la jota de ‘Los labradores’ y un público enredado en un pogo manchego que la cantante motivó a realizar. Con esta actuación Beatriz demostró que lo rural, la mujer, el perreo y las bragas son términos que pueden ligar en perfecta armonía. El feminismo más castizo quizás… Poderío y autogestión.
Poco después y entre un mundo de pedales y sintetizadores entraron a escena los cinco integrantes del grupo andaluz Vera Fauna. No fue obstáculo suficiente la amurallada Macarena, para lo que podría considerarse un estilo neoflamenco, que se coló entre los vestigios de la sierra riojana.
Podía observarse, esta vez, un público más calmado, pero que, aún así no dejo de bailar sumido en una vertiginosa atmósfera psicodélica generada gracias al teclista Álex Fernández y sus sintetizadores. Además es Jaime Sobrino el encargado de regalarnos una increíble línea de bajo que destacaba sobre el resto de instrumentos. Avanzado el concierto, no fueron pocos también los asistentes que gritaron contra la fatiga, como el mismo cantante Kike Suárez invitó a hacer, con el tema ‘Peso pluma’.
Fue el DJ David van Bylen quien siguió a Vera Fauna, cerrando esta primera velada de conciertos. El nuevo ‘indie’ como protagonista transporta la sierra riojana a un mundo donde la ‘Revolución sexual’ es lo único real. Con este y otros temas, a parte de su actitud en las tablas, David fue aclamado por el público riojano, que en apenas dos semanas podrá disfrutar de nuevo con él en el Muwi Fest.
Ya el sábado, Travis Birds, junto a su banda, formada por Álvaro (guitarra eléctrica) y Yoyo (percusión), rompieron la barrera de la segunda jornada. No fue poco lo que lograron, ya que, pese a las altas temperaturas, no hubo asistente que no bailara al son de los temas de su último álbum ‘La Costa de los Mosquitos’.
El concierto fue dinámico, alternando momentos de baile y desfogue gracias a versiones de temas como ‘Dile’ o ‘Suavemente’. Saltando así a instantes más íntimos en los que nadie se libró de experimentar un sentimiento de conexión total con la sierra con temas como ‘Bolero para un trompeta’, que Travis interpretó en solitario.
Las hermanas Landaribar, Kurlzzz DJs, que ya habían pasado por este festival, tomaron el testigo a Travis en esta segunda jornada. Como ellas mismas dicen, su repertorio llega muchas veces a ser incluso contradictorio, gustándoles así temas muy distintos, desde los ochentas hasta el actual Rusoswsky. Pero, la propuesta final resulta coherente pese a los complicados ‘fade outs’, completando un mediodía a todo bailar.
Tras ello, el festival dejó su escenario principal para trasladarse al patio de la casa indiana Montero, lugar que se compenetra a la perfección con el dúo Fetén Fetén, creando así una catarsis imaginativa para el público. La tarde del 12 de agosto, Viniegra vivió un viaje ilustrado desde el vals hasta la jota. Y no, el dúo burgalés no se limitó únicamente al violín y al acordeón, sino que, para sorpresa del publico, en un limitado espacio de tiempo pasaron por el escenario en torno a unos quince instrumentos. Llegando así a asemejarse el espectáculo a un viaje por la vieja España de la zanfoña y la botella de anís. Por no hablar de los demenciales instrumentos como la silla de camping o el recogedor de la escoba. Pero, detrás del cúmulo de esos mil y un instrumentos, todo lo que permanece es un grito de auxilio, un grito por la defensa de la tradición, un grito contra la despoblación… Grito que concuerda a la perfección con el espíritu del festival.
Volviendo al escenario principal, una sola figura se adivinaba a continución en escena. Jairo Zavala, más conocido como Depedro, afirmó que, esta vez, su banda era el público. Finalmente no fue su guitarra acústica la única acompañante, ya que, según transcurrió el concierto fueron varios artistas los que pisaron las tablas. “Un perro viejo siempre tiene amigos” dijo Jairo. Fetén Fetén, en primer lugar, con el tema ‘Nubes de papel’, el cual terminaron interpretando entre el público en un huracán efervescente, para volver más tarde a tocar lo que podría asemejarse a un vals vienés. Con un público sumido en éxtasis llegó Travis Birds y sumergió a todos en un mundo de dulzura y melancolía que nos guió hasta el final de este concierto con una aclamada versión de ‘La llorona’. En definitiva, un bolo para deshinibirse. Un bolo para esos “que soñamos con arreglar el mundo con una cerveza”.
Es precisamente ese espíritu tradicional y serrano lo que nos trajo a continuación La Orquestina Anarcoyeyé. De vuelta en casa Montero el grupo riojano revolucionó el pueblo con sus divertidas versiones de temas como ‘Mi gran noche’ o ‘La chica yeyé’. Ya entrada la noche, el público no paró de bailar, formando incluso pogos en las primeras filas. El concierto llegó a la cúspide cuando Irene García (violín y voz), junto a Iggy (bajista), saltaron al público en mitad de un tema.
De vuelta en el recinto principal no faltó carisma, y menos aún altanería en este último concierto de la noche ofrecido por quienes se dan a conocer como Los Invaders, o mejor dicho “Los Putos Invaders”. Una atmósfera conseguida gracias a bases pregrabadas donde todo lo que destaca fueron unos riffs de guitarra que emulan clásicos como el tema de los Black Keys ‘Lonely Boy’. Aún así, con ‘Directo al after’, tema que mejor representa a la banda valenciana, el público vivió un momento álgido.
Finalmente, las Tangerine Sistas Djs, ya casi residentes en el festival de Viniegra, fueron las encargas de cerrar la noche a todo bailar, y también el festival, dejando pendiente tan solo la jornada de clausura del domingo con la representación teatral de ‘Conservando memoria’ obra de El Patio. En resumen, Alicia y Alejandra fueron las perfectas encargadas de guiar a los que en la pista resistían, ya entrada la madrugada, por el mundo de la electrónica.
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