Los vizcaínos Shinova son paradigma de currantes que han llegado hasta aquí a base de tocar a destajo y creer en lo suyo. Desde hace tiempo han adaptado sus canciones a propuestas homologables de pop internacional, pero con la baza del castellano. El directo con el que defienden su ya amplio repertorio tiene mucho que ver en su éxito. Ahora están cosechando los frutos.
El quinteto llegaba a Madrid con “El presente” (Warner, 24), un quinto LP en más de tres lustros de actividad, que les ha llevado a hacer triplete en la sala madrileña, llenando su aforo: viernes, sábado y domingo. Un hito al alcance de pocos, que pone de manifiesto la poderosa conexión que han generado con el público madrileño.
Un tesoro -digo lo de tener un público tan fiel- que les permitirá escalar otro peldaño hacia arriba el año próximo con su fin de gira en el WiZink (en un momento dado del show, los asistentes pudieron ser los primeros en hacerse con su entrada).
Pero estamos en La Riviera. En el primer día de sus shows y en un ambiente festivo, ese público que les adora se mostró incondicional desde el primer segundo, coreando de forma incansable estrofas y estribillos de las canciones de la banda que lidera Gabriel de la Rosa: un frontman a la vieja usanza, vigoroso y sobrio, que ha hecho de las melodías de voz y sus letras románticas buque insignia de la formación. A su alrededor, un grupo con las ideas claras y una receta musical entre el rock fibroso de la escuela U2 -incluyendo brillantes arreglos de guitarra- con toques electrónicos que le dan un aire contemporáneo. Los visuales futuristas y las luces ayudan y meten al público en faena.
La banda desgranó con aplomo y oficio esos hits que suelen desembocar en épicos estribillos hechos para escenarios así. Una comunión colectiva con diecinueve paradas y presencia masiva del álbum de sonido depurado y más electrónico que presentaban (casi la mitad del show). Es lo suyo cuando uno reivindica su momento. En la parte menos brillante, costaba distinguir el bajo. Cosas del entorno digital en que nos movemos, de la acústica, o de todo un poco.
Aquello no deslució la fiesta del viernes, y dos invitados (Iñigo de ETS y Javier de Ultraligera) compartieron escenario con los vascos en sendas canciones muy celebradas. Tras la apoteosis de “Antes de que todo acabe” -uno de los puntos altos de su repertorio y también del show- iniciaron en acústico u entre el público el bis con “Volver”, hasta cerrar con “La sonrisa intacta” y volver a saludar.
Gabriel no se cansó de expresar agradecimiento “de corazón”, mencionando a su equipo técnico, sin olvidarse de los afectados por la catástrofe de Valencia, y destacando que sin sus seguidores jornadas como la del viernes (y los dos días siguientes) son imposibles. Próxima parada: fin de gira en el WiZink, en diciembre de 2025.
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