Dentro del buen gusto que año tras año caracteriza la programación del Outono Códax, no deja de ser irónico que la velada más puramente Americana/Roots de la presenta edición la protagonizaran dos bandas canadienses, una de Toronto y otra de Saskatchewan. Seguro que los chicos de “South Park” hubieran hecho más de una gracieta cuñadil a su costa, pero ¡hey!, visto lo visto, poca broma al respecto. The Commoners dispusieron de cuarenta minutos y su propio backline (siempre es espectacular ver dos baterías montadas en un escenario... si ese día no trabajas en la producción, claro) para demostrar que son algo más que el enésimo clon de Black Crowes, como les tildan algunos de una forma harto simplista. Igual alguien recuerda a Stone River, que giraron por España allá por 2015... bien, pues, de alguna manera, Commoners son una banda heredera, en el sentido de que su manager es el que fuera cantante de aquellos, y les ha cedido alguna canción inédita que ahora los comandados por el frontman Chris Medhurst y el guitarra solista Ross Hayer Citrullo interpretan con su sello southern. Cierto es que en los primeros momentos parecían los Cuervos de “The Southern Harmony and Musical Companion” (American Recordings, 92) (o sea, los de Marc Ford, el mejor guitarrista que jamás hayan tenido), pero enseguida dejan ese sambenito tipificado para expandirse como banda salida de Jacksonville. A diferencia de otros de su estilo y generación, The Commoners poseen canciones y saben cómo defenderlas. La única pena fue que aquí solo dispusieron de cuarenta minutos para mostrar sus encantos, pero en sala pequeña, como ya demostraran en la gira estatal que les trajo a España en el 2022, son una valor seguro y de futuro. Influencia, sí. Derivación, no.
Lo mismo se decía de The Sheepdogs, que si les debían “algo” a los Allman Brothers... Sí, y no. Por momentos semeja que Dickey Betts no ha dejado este mundo en el que tan bien se lo pasó (hasta hicieron un mini-homenaje tocando los primeros acordes de “In Memory of Elizabeth Reed”, y Gregg sigue sentado a su órgano, mientras Steve Miller (sí, la voz de Ewan Currie en muchos momentos me recuerda al autor de “Abracadabra”) canta como los celestiales, pero los 'Perros Pastores' tienen algo que solo poseen las grandes bandas: Sin (re)negar (de) sus influencias son capaces de aplastarte con un recorrido por la música norteamericana de siempre con una facilidad pasmosa, pasando de canción a canción (Importante: todas propias) sonando como Eagles, Allman, Miller, Petty, Bonamassa, a soft / yacht rock californiano ‘70’s, E.L.O. o Bad Company... ok, estos dos últimos son ingleses. Me refiero que navegan orgánicamente por las reconocibles influencias, y el nuevo guitarrista, el (ahora comedido) Shredder Ricky Paquette (en la banda desde hace solo un par de años y en sustitución de Jimmy Bowskill), les convierte en más eléctricos, más rockeros y jammys, lo cual no resulta perjudicial, solo diferente. The Sheepdogs tienen esa aura de banda clásica, heredera de los grandes que ya nos han dejado, solo necesitan creérselo ellos mismos un poco más, y entregar de una vez por todas un álbum de esos que definen carreras. Hasta ahora han entregado buenos discos (muy bueno alguno), pero ninguno de esos que digamos pase a los anales. Eso sí, en directo cada vez mejor. No necesitan girar abriendo para nadie, como hicieron el año pasado con Larkin Poe, merecen encabezar sus propios shows.
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