De no haber sido esta mañana al ver el periódico, al volver a casa después de ver a Sexy Sadie en la sala Caracol hubiera pensado que seguíamos en 1995. La única diferencia es que los mallorquines tocaron mejor. Con un sonido excelente, triunfaron en su vuelta a la carretera seis años después de su separación, con la misma formación sobre las tablas que tuvieron en los seis últimos años.
Todo vendido, la nostalgia tiene esas cosas, y globos sobre el público al saltar al escenario. Jaime García Soriano, muy en su papel de líder, es un cantante con carisma y una manera muy particular de cantar que ha sabido sacar partido a sus carencias. La banda sonó impecable (agradecieron el trabajo a su técnico de sonido a mitad del concierto), potente y tuvieron el acierto de elegir un repertorio en el que no sólo hubo hits, dándose el gusto de recuperar canciones que, simplemente, les apetecía tocar. No había excusas para volver a enchufar las guitarras. Ni aniversarios, ni discos nuevos como reclamaban algunos fans. Ellos se reían y lo dejaron en un escueto: “Algún día puede ser”. Abrieron con You know it´s the way i like it, y el público empezó a dar saltos. No pararon en más de una hora mientras sonaban canciones como "A scratch in my skin" o unas emocionantes e impulsivas "Stay behind me" (dejando al público la misión de cantar partes del estribillo) o "I won´t hurt you". Jaime tocaba con ganas, con muchas ganas. Se retorcía sobre su instrumento, y la gente respondía con entusiasmo. Una versión de Tom Petty ("American Girl") y "Mr Nobody", dos muestras –ajena y propia- de una banda que siempre tuvo claro que los estribillos son para que los canten abajo del escenario- fueron otros de los momentos álgidos de la noche. Dos bises, sin tocar "In the Water", el tema que todos esperaban, que cerraron con "I don´t know" y "Brand New World" una velada de rock con esteroides en la que el recuerdo sólo fue un personaje secundario.
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