Hay artistas que se van apagando con el tiempo, algunos quieren seguir y no pueden, otros simplemente continúan para endulzar su recuerdo y sacarnos una sonrisa nostálgica, no es el caso que nos ocupa, porque Patti Smith no ha dejado de brillar. A sus 69 años la Papisa llegó sonriente para conmemorar el 40 aniversario de su disco debut “Horses” (Arista, 77). Religiosamente, Smith y los suyos fueron deshojando en riguroso orden sus ocho cortes: el comienzo, con una desganada “Gloria”, se redimía con “Redondo Beach” y “Birdland” que entre los versos de una Patti que pedía sus gafas para recitar, comenzaba a enredarse para fundirse de nuevo con la inicial “Gloria” pero esta vez con la fuerza necesaria, ahora entendíamos su guiño. La fiera despertaba y escupía, rejuveneciendo a cada instante para desgañitarse en “Free Money”, o en “Land”.
A la Smith le faltaba echar espumarajos por la boca, como si las palabras la brotaran sin control, como si no diera abasto a expresar sus ideas, olvidando sus canas, rabiosa y eterna. La tranquilidad llegaría con su emocionante homenaje a sus amigos y músicos desaparecidos, imposible contener las lágrimas. Con los deberes hechos de “Horses” solo quedaba tiempo para sus himnos atemporales como “Summer Cannibals” su incontestable “Because The Night” o por supuesto “People Have The Power” aderezados por una versión de “Eight Miles High" de The Byrds o un sentido “When Doves Cry” de Prince.
“My Generation” de The Who, tema que aparece como tema oculto en algunas ediciones del “Horses”, fue el broche perfecto para recordar un álbum que cambió la forma de entender la música y la posición de la mujer en ella, con una Patti Smith que terminó arrancando las cuerdas de su guitarra con una versionaza que hubiera despeinado al mismísimo Pete Townshend mientras chillaba “Sois el futuro y el futuro es ahora”. Patti Smith nos sigue deslumbrando, porque ahora es si cabe más necesaria que antes y sus mensajes siguen siendo eternos.
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