Corría el mes de noviembre de 2019 cuando Sen Senra publicó “Sensaciones”, su excelente tercer álbum con el que ha logrado consolidar definitivamente una legión de fans a la vez que se ha dado a conocer más ampliamente. Christian Senra tiene editados dos discos anteriores a este, íntegramente en inglés, pero no fue hasta “Sensaciones” –séptimo mejor disco del año para nuestra publicación el pasado año– que el artista gallego ha despegado hasta lo más alto. Justo un año después de su publicación, Sen Senra ha conseguido llenar el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid hasta la bandera (o, más bien, hasta lo que el Covid permite) durante tres noches seguidas.
Seguramente Christian no hubiese imaginado en noviembre del año pasado que el 2020 fuera a ser tan cabrón, y que por ello todas las presentaciones en directo del disco fueran a ser canceladas. Una muy mala suerte a la hora de promocionar un álbum como es debido, pero lo que quizá tampoco sabe él a día de hoy es que muchos de los que hemos podido presenciar su concierto en Madrid no lo olvidaremos jamás. Tan solo por el mero hecho de haber sido, para algunos, la primera toma de contacto con la música en directo después de todo este horrible letargo. Teníamos ganas de un buen bolo, y Sen Senra nos ha dado justo la dosis que necesitábamos.
Para empezar, hay algo de por sí en los teatros que envuelve todo con una elegancia y un misterio que es difícil de explicar hasta que no lo experimentas. Qué bonito es ver cómo el patio de butacas, los palcos y el anfiteatro se van llenando a medida que la gente entra, y saber que todos los que estamos ahí sentados lo estamos por un mismo motivo: el de disfrutar de lo que ocurra una vez se apaguen las luces y se levante el enorme telón de terciopelo granate. Y ahí es cuando la magia comienza.
La escenografía elegida para esta triple presentación en directo de “Sensaciones” en la capital era sencilla, pero muy efectiva: Un círculo de luces que a veces parpadea y otras acompaña al ritmo de las canciones cambiando de color rodea el espacio donde se encuentran Christian y sus tres músicos. El show abre con el fantástico monólogo/interludio que aparece en el disco, “Nadie puede quitártelo”, y la sensación que evoca, intensificada gracias al mencionado juego de luces, es de rito ceremonial.
El ya mítico punteo de “Nos dará alas” comienza a sonar y es cuando podemos ver a la banda y, por fin, a Christian acercándose muy lentamente desde el fondo mientas canta. La actitud de Sen Senra encima del escenario es de diez, y se deja comprobar desde el principio. Como si fuera una estrella internacional de esas a las que das las gracias por haber parado en España durante su infinita gira mundial, el joven gallego se muestra profesional y cómodo sobre las tablas, desprendiendo un aura enigmática gracias a las gafas de sol y a la ¿bufanda? que lleva por encima de la cabeza. Sus pasos dentro y fuera del círculo de luces son lentos pero firmes.
Sin embargo, el primer “hola” se produce después de la cuarta o quinta canción, y apenas hay interacción entre artista y público. Un acercamiento más cálido con la gente se hubiese agradecido, no lo negaremos, pero está claro que Senra iba a llevar hasta el final el mood estrella.
En cualquier caso, durante la escasa hora y diez que dura el concierto (su brevedad es, en mi opinión, la segunda y última pega), Sen Senra demuestra su talento y derrocha personalidad. Tan solo había que ver cómo respondía el público ante sus últimos temas (“Nada y nadie”, “Perfecto” y “Wu Wu”) y un par de nuevos aún por estrenar que ponían la piel de gallina.
Sentado en una banqueta frente al micrófono durante la mayor parte del show, Christian era capaz de emocionar a todos los allí presentes con tan solo su característica voz, con momentos destacados como la desnuda “Tienes reservado el cielo” o la coreada “Ya no te hago falta”. Conforme terminaba el concierto con “Un puñao de sensaciones” nos quedamos pensando en qué será capaz de conseguir Sen Senra conforme vayan pasando los años. Ya lo dice él mismo en “Como sacude”, uno de mis temas favoritos del disco que, por cierto, no ha tocado (tercera pega, lo siento): “Por muchos muros que quieran poner/Nada puede parar a este caudal”. Ojalá que así sea.
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