Tras hacer parada en León y Burgos en días previos, Santiago Auserón ofreció en el CAEM de Salamanca el tercer (y último) concierto de una serie de actuaciones especiales bautizadas como “Vagamundo” e iniciadas hace ahora dos años. En este nuevo tramo de la aventura, el músico se alía con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León para adaptar parte de su cancionero (en sus diferentes facetas que incluyen a Juan Perro y Radio Futura) a un marco clásico, con arreglos de Amparo Edo, dirección de Ricardo Casero, y colaboración a la guitarra española y en primer plano de Joan Vinyals.
En la práctica, la fusión de ambos mundos resulta evidentemente arriesgada y ambiciosa. Y a la postre, también ampliamente curiosa, tal y como pudo comprobar un público entregado pero que estuvo lejos de llenar el majestuoso auditorio charro. El imponente acompañamiento de unos sesenta músicos amparan el excelente momento vocal del aragonés, y tintan sus canciones de obvio clasicismo, pero también y dependiendo del momento, aporta un ribete de folclore y música de raíces (de diferentes partes del mundo), delimita un perfil exótico, o genera una épica creciente. El resultado es siempre interesante, aunque también cambiante en efectividad y acomodo, algo en realidad normal atendiendo a la generosa duración de un acto que superó las dos horas.
Un espacio de tiempo en el que sonaron, convenientemente readaptadas a las peculiaridades del asunto, canciones como “El canto del gallo”, “La negra flor”, “Reina Zulú”, “Río Negro”, “Obstinado en mi error” o “No más lágrimas”. El siempre elegante experimento dejó, en cualquier caso, sensaciones positivas, motivadas por lo complejo del proyecto y un esfuerzo apreciable sobre el escenario. Además de, claro está, la posibilidad de disfrutar de una figura mítica del pop español en un ámbito alejado al habitual para él.
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