El festival Santas Pascuas ponía el broche de oro de esta edición con la incorporación en su cartel de Los Planetas, el grupo estandarte del indie nacional. Sus últimas visitas a la capital navarra databan de hace más de dos décadas cuando los tuvimos en la extinta sala Artsaia o anteriormente en Reverendos con lo que el encuentro tenía algo más que de cita ineludible en el calendario. Este hecho quedó corroborado al agotarse las entradas en menos de tres minutos.
La nueva gira del grupo granadino está centrada en una celebración de los 30 años de “Super 8”, el disco que es el kilómetro cero del territorio indie en palabras del periodista Julio Ruiz. Un trabajo que venía a confirmar el momento grande de la escena alternativa del país y que suponía el paso del underground a una multinacional de una banda deudora de los sonidos británicos del momento de grupos como Jesus&Mary Chain o My Bloody Valentine.
A Jota, Florent y Miguel López (pañuelo de la Peña Alegría de Iruña al cuello) al bajo les acompaña en el escenario de Zentral Roberto Escudero a la batería. Este último con la difícil papeleta de estar a la altura del carismático Eric Jiménez. Al batería le pasa como a Sony Anderson cuando fue a sustituir a Ronaldo en el Barça y cumplía con su misión de goleador, que pareciera que tuviera que estar justificandose en cada partido cuando estaba cumpliendo de sobra con la misión encomendada si se me permite el simil futbolero.
Por otro lado, el fan perdió toda la esperanza de ver a la enigmática en la mitología planetera May Oliver ni a Paco Rodríguez de la alineación titular que formó parte del disco. El seguidor de Los Planetas sabe que esta gira también va por por ellos.
Y dicho y hecho. Sentadas las bases de esta premisa conmemorativa, el grupo, como ya hiciera en anteriores ocasiones con la celebración de “Una Semana en el Motor del Autobús”, presentó el disco tal y como fue concebido. Los primeros compases de “De Viaje” nos auguraban una celebración colectiva y comunión con el público que buscaba con este concierto volver a sentir lo que una banda les ha dado largo del tiempo.
Es este público el que ha visto en la celebración como una buena oportunidad en volver a ir de viaje por el sol a una nueva dimensión y recuperar nuevas viejas sensaciones. La diferencia es que quizá ya ha dejado atrás la pulsión y la angustia postadolescente que supuraban sus letras que evidentemente hablaban de ellos por una vida quizá más estructurada y en la que, probablemente ya no se acerquen al servicio a que les pongan otra. Un ejercicio de nostalgia, en este caso necesaria, que lleva a gran parte de los asistentes que ya pasan de los 40 o los 50 a reencontrarse consigo mismo y con el indie primigenio en el que lo importante no era sonar bien, ni siquiera sonar en la radio ni por supuesto llenar Wizink Centers.
El mismo Jota ha cambiado y ya no esconde su voz tras el muro de guitarras como era indispensable en la escena independiente de la época en la que fue concebido el disco. A esto hay que añadir que la banda ha desarrollado la destreza instrumental que tanto se les echaba en cara en esa primera época en donde verles en directo suponía lanzar una moneda al aire.
El primer momento de exaltación llega con uno de los hits primerizos del indie “Que Puedo Hacer” en el que, en una era preinternet, había que averiguar que era aquello de El Amador entre fanzines y enterados en el tema. “Si Está Bien” y “10.000”, con esa letra que hoy costaría más de una explicación y un debate enconado en redes, son las encargadas de bajar las pulsaciones del show y nos meten directamente en el periodo noventero en el que la distorsión, el hastío y la languidez eran las características obligadas en cualquier banda que quería considerarse dentro del panorama alternativo.
“Jesús” y “Brigitte” son dos de las grandes gemas del disco y ambas suenan relucientes y están acompañadas por las proyecciones expandidas del diseño original que ya hiciera Javier Aramburu para el álbum. “Estos Últimos Días”, “Desorden” y “Rey sombra” completan el pack de canciones que difícilmente volvamos a escuchar dentro de un setlist de la banda, unidos como están en una misión evolutiva hacia otras latitudes sonoras que los acercan al flamenco o nuevos experimentos alejados de esta versión inicial.
Al final de esta primera parte llegó uno de los grandes momentos de la noche. La elegía planetera de “La Caja del Diablo” que sonó en esta ocasión más alto, más fuerte y con mayor cantidad de aristas que cualquier versión anterior que hayamos podido escuchar. La electricidad pedalera de Florent y una catarsis sónica sobrecogió el ambiente antes de retirarse del escenario con el deber de haber cumplido con creces con la efeméride.
El segundo bloque funcionó como recopilatorio de los grandes momentos que los han aupado a ser la mejor banda independiente nacional de la historia. “Segundo Premio” con esa letra de rencor a la amistad distanciada que tan bien ha mostrado Isaki Lacuesta en la película del mismo nombre es otro punto álgido del concierto. Lo mismo que “Santos que Yo Te Pinte” y la energía saltarina de “Nuevas Sensaciones”. En la espiral de círculos concéntricos de inspiración rimbaudiana “Corrientes Circulares en el Tiempo” se echa en falta los teclados de Banin , que si bien no formó parte en la grabación de este álbum, ha sido desde finales de los noventa una parte indisoluble del sonido de la banda.
“Islamabad” nos mete otra vez dentro del sonido hipnótico y tras ello llega uno de las sorpresas de la noche con una interpretación de “El Tamborilero”, tema que en España popularizó Raphael, pero que ha tenido multitud de versiones de artistas de cualquier condición. Con este acercamiento hacia lo popular, Los Planetas parecen darnos a entender que ya no son ese grupo mayoritario de las minorías si no que ya forman parte del acervo de la música cantada en español.
“Alegrías de Graná” nos trae a los Planetas de su última etapa, la del apego a las raíces. Un nuevo ciclo iniciado hace más de una década en el que han cambiado el sonido narcótico y el noise pop por las palmas, las cuevas del Sacromonte y los patios con olor a azahar. La letra está en consonancia con este último periodo en las que unen religión, mística y una visión espiritual del amor como reza la letra que dice “Tú tienes esa virtud, que hasta las enfermedades las conviertes en salud”. Un tema que bien podía caer en su proyecto paralelo “Grupo de Expertos Solynieve” pero que se agradece que recuperen aquí como bálsamo final antes de encarar sus dos últimos temas.
El fin de fiesta llega con “Pesadilla en el Parque de Atracciones” donde hacen subir al escenario a tocar el bajo al pamplonica Israel Medina ( Half Foot Outside/ Reina Republicana), que ya participara en una de las giras del grupo por México. Cristina Martínez de El Columpio Asesino aparece también en escena en “Cumpleaños Total” pero de su micrófono no sale audio alguno, privándonos de una colaboración estelar entre dos de las voces del indie cantado en castellano. Sea como fuere, el karaoke colectivo y la entrega del público en este momento ya es como el cumpleaños al que asistimos, total. “30 años más, nos vemos pronto” decía Jota al finalizar. Y que nosotros los veamos.
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